COLUMNISTAS
NEGOCIOS DE ACA Y DE ALLA

Neófitos, nosotros

Todas las semanas le aparecen al Cholo nuevas razones para no poder perder este torneo. Héctor Cavallero, con sinceridad infrecuente para el medio, admitió que lo de Cabral –jugador del grupo HAZ, integrado por Zahavi, Arribas e Hidalgo, este último representante del Cholo– es una compra encubierta de lo que se había anunciado como un préstamo sin cargo. “Es un préstamo sin cargo con opción obligatoria de compra dentro de ocho meses”, aceptó.

Victorhugo150
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Todas las semanas le aparecen al Cholo nuevas razones para no poder perder este torneo.
Héctor Cavallero, con sinceridad infrecuente para el medio, admitió que lo de Cabral –jugador del grupo HAZ, integrado por Zahavi, Arribas e Hidalgo, este último representante del Cholo– es una compra encubierta de lo que se había anunciado como un préstamo sin cargo. “Es un préstamo sin cargo con opción obligatoria de compra dentro de ocho meses”, aceptó. Le dijeron que eso es un eufemismo. Y acordó que sí.
Que por qué los dirigentes de River hacen un nuevo negocio con el Locarno estando el asunto tan mal visto como está, le repreguntaron. Cavallero dijo que no era lo ideal, “es cierto”, señaló, “pero el técnico insistió, y qué le íbamos a hacer”.
¿Pero se da cuenta de que ese grupo –que River hizo famoso por sus increíbles ganancias– compró por 3 millones de dólares a un jugador por el cual HAZ pagó hace cuatro meses un millón cuatrocientos? El dirigente de River acomodó la cabeza en la guillotina: “Es algo que debemos corregir”, exaltó.
El entrevistador consideró que la inocencia y sinceridad de Cavallero no merecían más azotes y le dijo “gracias”. En ese mismo momento se lamentó de que no tenía manera de evitar el tema en la columna del domingo, por más cansado que se sienta de Aguilar y su gente, y por más que el tema es piantavotos porque seguramente el lector está harto “de lo mismo de siempre”. Usted quiere algo distinto algún domingo, ¿verdad?
El verano se despide detrás del velo que uno descubre, envolviéndolo todo en los días finales de febrero. Los balnearios se quedan a oscuras y en silencio y una última pareja se besa en el contraluz del atardecer. (No va, no es ni siquiera un buen intento para cambiar de tema.)
Entonces se vuelve a lo mismo. Ha manifestado Horacio Roncagliolo que José María Aguilar inició su camino lento pero inexorable hacia la cárcel, “donde debe estar”.
 Lanzó la frase al conocer que Aguilar va a juicio oral por unos aportes que el club retuvo y le pertenecían a la AFIP, un tema en el que lo único inubicable es una persona que tire la primera piedra, pero que se ha convertido en un dolor de cabeza para el presidente más desencantador de las últimas décadas.
Roncagliolo, opositor de fuste en River, encuentra a Aguilar responsable de esa trastada, y cuenta que, por otra parte, ha pedido a la Justicia que se busquen cuentas, de las que Aguilar sería el apoderado, en bancos europeos. Como si fuera poco, lo encuentra responsable de cuanta violencia ha sobrellevado la institución.
 Y lo cierto es que, salvo en lo de las cuentas en Suiza o Luxemburgo (las pistas no son fáciles en estos temas), cuesta ejercer una defensa periodística del número uno de los millonarios.
Aguilar ha hecho poco por sí mismo, y los demás dirigentes, votantes fanáticos de las últimas transferencias, incluida la de Cabral, parecerían empujarlo al abismo.
Lo de Cabral parece un asunto pequeño comparado con los otros negocios concretados por los empresarios favoritos de River. Sería hora de que Zahavi, Arribas e Hidalgo, que suenan más familiares al oído de los hinchas que Carrizo, Gerlo y Tuzzio, se diesen por satisfechos. Ellos y cuantos socios tengan harían un favor quitando las garras que posaron sobre la entidad millonaria.
Unas nubes rosadas van en la misma dirección de un velero que tapa los últimos rayos de la tarde y las aguas son de pronto negras y más altas. Un hombre con las manos en la cintura observa el prodigio. Baja la cabeza un instante, gira y emprende el retorno moviendo sus pies como si debiera quitarlos cada vez del centro de la Tierra. (No va, pero como quedan unas líneas para Grondona y la AFA, se intentó distraerlo.)
La Federación Francesa se ha convertido en el mejor denunciante de la estafa que sufre el fútbol argentino. El detalle de que Le Figaro, Le Monde y Libération no sean dueños de los canales que televisan el campeonato ayuda al fútbol francés más que el hecho de no tener un Grondona. Los franceses licitan y consiguen que si hay una estafa sea al revés y la sufran los canales que pagaron 3.600 millones por lo que aquí se pagan 150.
¿Qué hicieron ahora para que Grondona se reconociera más “neófito” que nunca? No debe olvidarse que todo ha ocurrido porque Grondona, el pobre, no sabía de estos negocios y ahora no puede corregirlos hasta 2014.
 ¿Qué hicieron para que pudiera constatarse cuánto dinero hay de diferencia entre darles las cosas a sus amigos o licitarlas? Ofrecieron la camiseta de la Selección nacional, que tenía Adidas, por diez millones al año. Una empresa ofreció quince, Adidas, 28 y Nike, 42 millones de euros. Entre 2011 y 2018, Nike tendrá esos derechos, pero los paga desde ahora. No es necesario comentar la distancia que impuso la licitación: la camiseta francesa multiplicó cuatro veces y media su valor. En Buenos Aires, enterado de la noticia, Grondona habría exclamado con indignación que los dirigentes franceses son unos vulgares ladrones de las pobres empresas, pero admite que, al menos, no son unos neófitos.