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elecciones de octubre

Néstor y la crisis

La crisis internacional juega a favor nuestro”, sostiene Néstor Kirchner en la intimidad de su discurrir político y evaluando perspectivas electorales. Un razonamiento aparentemente contradictorio, podemos sin embargo, intentar un ejercicio imaginario para su mejor explicación.

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La crisis internacional juega a favor nuestro”, sostiene Néstor Kirchner en la intimidad de su discurrir político y evaluando perspectivas electorales. Un razonamiento aparentemente contradictorio, podemos sin embargo, intentar un ejercicio imaginario para su mejor explicación. Tomemos un ejemplo de amplia difusión a partir de los años ochenta, para el análisis de la presión tributaria óptima, adecuada y/o aceptable, en determinado momento en una formación social cualquiera: El efecto Laffer. Sabemos por definición que “la curva de Laffer muestra que el incremento de los tipos impositivos no siempre conlleva un aumento de la recaudación fiscal. La característica más importante de esta curva reside en que indica que cuando el tipo impositivo es suficientemente alto si se sube aún más, los ingresos recaudados pueden terminar disminuyendo. La disminución de la oferta del bien reduce hasta tal punto los ingresos fiscales que la subida del tipo impositivo no compensa la disminución de la oferta. En similar perspectiva, proponemos imaginar una lectura posible del escenario electoral 2009, donde los duros efectos económicos que la crisis internacional promoverá sobre nuestro país , no produzcan los comportamientos electorales esperables por el sentido común y sí en cambio homologables a los analizados por Arthur Laffer sobre comportamientos tributarios.

En la curva que imaginamos se observa la masa total de voto opositor más allá de sus preferencias particulares , que crece hasta encontrar su máximo cuando el impacto de la crisis , medida en nivel de actividad, empleo e ingresos, evoluciona desde cero, sin impacto aparente - tal el caso del último trimestre de 2008 y probablemente el primer trimestre de 2009 - , hasta su máximo cuando el impacto de la crisis alcanza mediana intensidad, probablemente observable ya en el segundo trimestre de 2009 .

En ese punto, el voto opositor se despliega en su intensidad máxima y desplaza al oficialismo a su “piso” del 30%, alcanzando reunir un amplio arco del 70% de las voluntades. Sin embargo en nuestro juego con la de curva de Laffer aplicada al análisis de la coyuntura electoral de 2009 el despliegue posterior del voto opositor comienza a invertir su tendencia creciente y a medida que crece el impacto de la crisis en términos de intensidad en caída de actividad, empleo e ingresos , los comportamientos comunitarios se vuelven más conservadores en términos electorales y a diferencia del primer tramo de despliegue opositor máximo, con el avance de la crisis se consolida paulatinamente el voto oficialista, hasta alcanzar su máximo –hipotético - de 45%, en el mayor despliegue de la crisis.

Para darle consistencia histórica a nuestro imaginario efecto Laffer electoral, muestra que esta “actitud”, típica de nuestro pequeño efecto Laffer a nivel electoral, ya se observó en el año 1995, con el triunfo de Carlos Menem, que perforó el 50% de los votos al calor del Tequilazo, frente al asombro general de medios de disuasión / difusión y amplios sectores media massa urbana que, hasta último momento, confiaban absolutamente en la existencia del “ballotage Menem-Bordón”. El famoso “voto cuota” en este juego de análisis, no es más que la metáfora empobrecedora del terror imaginario a la intemperie, a “perderlo todo”, que genera en el votante la dimensión real de una crisis. En este contexto, se prioriza la satisfacción de cuestiones elementales y se torna abstractas las cuestiones de institucionalidad, transparencia y diálogo, atributos centrales y cuasi únicos que hoy exhibe el espectro opositor.

Según cómo evolucione la crisis internacional y en qué punto de impacto se encuentre bien en las cercanías de octubre, cuando se tome la “decisión” de voto y no la especulativa “intención” de voto, el oficialismo, permanecerá más cerca de su piso del 30% o, por el contrario, evolucionará hacia su techo del 45%. La hipótesis que sostenemos supone que dado el desarrollo de la crisis internacional, su impacto local y el despliegue territorial del voto con un piso inamovible y fuertemente encapsulado en los segmentos vulnerables de los grandes aglomerados urbanos , en octubre de 2009 el FPV podría acercarse a los resultados obtenidos en las parlamentarias del año 2005, en torno al 38,7% nacional. Y en nuestro juego logrará este resultado, empujado por una aparente paradoja: El despliegue de la crisis internacional y su impacto pro oficialismo sobre los comportamiento electorales.


*Director de la consultora Equis.