COLUMNISTAS

No les creo

Por Jorge Fontevecchia|¿Resulta creíble que el kirchnerismo saliera a crucificar a Scioli por haber ido a un evento del Grupo Clarín o es una forma más que tiene lo urgente de engañarnos?

Daniel Scioli.
| Fotomontaje: GET.

El director del suplemento cultural del diario alemán Frankfurter Rundschau invitó a uno de los mayores sociólogos de Europa a elaborar una serie de artículos que "no reflejarían las cosas que vemos incesantemente en la televisión (redes sociales, radios y diarios), sino los acontecimientos que pueden aclararnos hacia dónde camina la historia, la visión de los cambios en las relaciones de poder, o en qué lugar se está decidiendo el futuro para ver con mayor claridad dónde se restaura lo antiguo y dónde se da una oportunidad a lo nuevo".

El proyecto, que iba a llamarse "Crónicas desde el mundo de la política interior global" (Weltinnenpolitik), se frustró porque el 1º de enero, a los 70 años, falleció el sociólogo Ulrich Beck, creador del concepto "segunda modernidad", quien, así como Marx formuló una filosofía existencial del hombre en la economía, con su "política interior global" podía explicar la situación espiritual de nuestra época.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Que en la tapa de los diarios y en los canales de noticias no aparezca lo esencial sino el repiqueteo aturdidor de cuestiones secundarias –aunque inmediatas– me hizo reflexionar: ¿realmente resulta creíble que el kirchnerismo saliera a crucificar a Scioli por haber ido a un evento del Grupo Clarín o es una forma más que tiene lo urgente de engañarnos con lo aparente y ruidoso para distraernos de lo real?

El kirchnerismo usa a Clarín como si le fuera funcional engrandecerlo

Si el Gobierno realmente pensara que el Grupo Clarín conspira contra la Argentina y es un grave problema para el progreso del país, debería haberlo expropiado con una ley del Congreso –como tantas que fue consiguiendo aprobar–, haberle pagado su indemnización para cumplir todas las formalidades y, recién después, entrado en la discusión de si lo divide en partes que puedan volver a ser de privados sin "resultar una amenaza para la democracia".

Con la Ley de Medios que hizo promulgar y la forma en que la instrumentó, lo único que el Gobierno logró fue mantener durante los últimos cinco años a Clarín omnipresente en la agenda política. Pero ¿no será eso lo que realmente quería? ¿Tener una excusa para justificar cualquier situación negativa? ¿Crearse un monstruo, pero de papel, una especie de potencia colonizadora interna, pero virtual, a la que echarle la culpa de todo lo que falle? Y siguiendo la idea del Frankfurter Rundschau y el sociólogo Ulrich Beck sobre que "la política interna" es lo que no sale a la luz todos los días en los medios, ¿no será que quieren un Clarín grande porque mutuamente grandes nos entretienen?

Un amigo, egresado de la universidad con mayor prestigio en la formación de funcionarios estatales de alto rango en Europa y con la experiencia de haber pasado por la actividad pública en la Argentina, cree que esa hipótesis sobreestima al kirchnerismo. Una mente como la del artífice de la Democracia Cristiana en Italia, Giulio Andreotti, podría ser capaz de elucubraciones indirectas en el contexto de una sociedad y en una época más intelectualizada, pero nunca los Kirchner.

Si un "problema" como Clarín para un gobierno como el kirchnerista, que ha hecho y deshecho durante 12 años en tantos temas conflictivos, no se resuelve, estaría indicando algo más importante que el hecho en sí.

Alfonsín –contemporáneo de Andreotti– dividió lo inconcluso de su presidencia entre lo que no supo (incapacidad), no quiso (falta de voluntad) o no pudo (tenía más fuerza que él). Si con el Grupo Clarín "no se pudiera", estaríamos frente a un poder superior al del Estado, algo que resulta bastante inverosímil.

Quedan las hipótesis de que el kirchnerismo no quiso, ya expuesta en esta columna, y la de que no supo, que es la que –sociológicamente– más le interesaría explorar a Ulrich Beck, porque podría analizar el fracaso de la Argentina a la luz del fracaso de todos sus gobiernos en lograr lo que se propusieron.

Fracasó Perón en su regreso a la Argentina, fracasaron los montoneros y el ERP en tratar de imponer otro sistema político, fracasaron los militares con su dictadura, fracasó Alfonsín al no poder terminar su mandato, fracasó Menem con su idea de integrar Argentina al primer mundo y fracasó el kirchnerismo en su misión de democratizar los medios y –desde su perspectiva–, democratizando el discurso, democratizar el país.

Todos los presidentes fracasaron en lo que se propusieron. Los K, con Clarín

Resultaría lógico pensar que el hecho de que la Argentina haya fracasado como país en los últimos 50 años –mostrando una de las peores evoluciones de crecimiento de producto bruto per cápita de todo el mundo– está íntimamente relacionado con el fracaso de todos sus presidentes, y quizás haya una enseñanza por extraer para que los próximos presidentes no sigan el mismo camino.

Podría ensayarse como conjetura que el error de todos los presidentes ha sido –en distintos grados– querer imponerle un modelo excluyente a la otra mitad del país y tener objetivos más allá de lo posible.

 

ACLARACIÓN

Recibí un mail de Horacio Verbitsky, que dice: "Te quería pedir que si te parece bien escribieras algo sobre la decisión del CELS de defender al fiscal Gonella. Una columna en Perfil lo presentó como ponernos al servicio de la corrupción. No discuto el derecho de cada uno a decir lo que le parezca, pero a vos te consta nuestro compromiso absoluto con la libertad de expresión y el acceso a la información pública, que es lo que está en juego aquí. Una acusada por lavado de dinero del narcotráfico acusa al fiscal que la investiga, porque se publicó en la página oficial de la Procuración el requerimiento contra ella! Gracias, cualquiera sea tu decisión. Y buen año".

Muchas veces no concuerdo con lo que escriben los columnistas en PERFIL; que sea así es el mejor aporte que podemos hacer al periodismo. Y con mucho gusto manifiesto mi reconocimiento al CELS, que defendió exitosamente a Perfil contra el Estado argentino en la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

En agradecimiento, se donó al CELS la indemnización que el Estado paga a Editorial Perfil.