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LA LENGUA ARGENTINA

Normativa, falsas reglas e ideología

No hay una única mirada posible sobre los fenómenos de la corrección. Particularmente, cuando hablamos de la corrección lingüística.

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Polemica por el uso de lenguaje inclusivo del municipio de rosario por el dia del amigo | Twitter: @GabineteJoven

Profesora, ¿no es cierto que “presidenta” está mal y hay que decir “presidente”, porque es “quien preside un ente”?”. En las aulas y en las reuniones sociales, muchos (y muchas) nos han interpelado así a quienes tenemos alguna relación –pedagógica– con la lengua española. Desarrollaré mi argumento con un ejercicio simple.

Piense cómo hace para comer un churrasco. Imagine la porción de carne en el plato y usted equipado de cuchillo y tenedor. Si corta con la mano derecha (si lo hace con la izquierda, por favor, invierta la imagen), pinchará la carne con el tenedor que sostiene en la izquierda y cortará una pequeña porción con el cuchillo. ¿Y después? Algunas personas se llevan el bocado a la boca con el tenedor que sujetan con la izquierda y otras pasarán el tenedor a la derecha para hacer ese movimiento. ¿Cuál de las dos formas es más correcta? Las dos. Ninguna. Depende de quien juzgue.

El ejercicio no ha terminado aún. Quienes viajan mucho –o ven muchos programas de viajes– afirman que, en el planeta, hay tres modos de comer: con cuchillo y tenedor, con palitos y con la mano. Cierto es que la moda de comer con palitos o con la mano se viene extendiendo en el mundo occidental. Comer sushi con palitos resulta canchero y elegante. Y la finger food –comida en trozos pequeños que se toma con la mano– es cada vez más habitual en cócteles y recepciones. Pero ¿se ve usted comiendo –sorbiendo– spaghetti con palitos o tomando el puré con la mano? Es muy probable que le parezca un poco complicado e, incluso, desagradable. Demos vuelta la situación. ¿Cómo nos verán a nosotros –tan civilizados– los pueblos que piensan que el alimento es sagrado cuando “violentamos” la comida con un tridente y un arma blanca? Lo que quiero explicar es que, para quienes están acostumbrados a comer con palitos, comer con la mano quizás resulte salvaje, aunque desde fuera de cada convención no parece razonable sostener que una es mejor que otra. O que una es más correcta que otra.

Pretendo demostrar que no hay una única mirada posible sobre los fenómenos de la corrección. Particularmente, cuando hablamos de la corrección lingüística. Pero si esto es así, ¿qué sentido tiene que haya academias y preocupación por la normativa?

La normativa gramatical tiene una función operativa: sirve para que nos entendamos porque hablamos una lengua (bastante) uniforme. Sirve para que, con poco esfuerzo cognitivo, podamos conversar los más de 500 millones de hispanohablantes nativos de todo el mundo.

Eso sí, no se puede soslayar el hecho de que la normativa ha sido usada para juzgar y sancionar, para poner de un lado a los correctos y del otro a los equivocados. Desde luego, detrás de esta postura hay un componente ideológico muy fuerte, que se relaciona con el prestigio de quienes hablan esa lengua correcta. Y es notable que en ese lugar se paran muchos “guardianes de la lengua”, que creen ser correctos y que, en realidad, están equivocados.

La palabra “presidente” proviene del participio presente del latín (esto es, “quien hace” eso que dice el verbo de la base, como “presidir” aquí) y significa “quien preside” –es decir, no tiene nada que ver con “ente”–. En general, estas terminaciones son indistintas para el femenino y el masculino. Pero el uso ha introducido, hace ya mucho, la terminación “enta” –así, con “a”– para algunos casos. Piense usted en “sirvienta”, que nunca ha provocado ninguna duda y aparece en el español (según Joan Corominas) ya en el siglo XIII; o en “presidenta”, que está documentado en el español (según la RAE) desde el siglo XV.

Queda, con todo, un interrogante. ¿Será que “sirvienta” no molesta en femenino porque alude a un puesto de servicio, y “presidenta” –así, con “a”– incomoda porque alude a un puesto de poder?

*Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.