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estafa a la ilusion

Nos queda la palabra

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Escuchen, por favor. ¿Pueden oirlo? : “Si he perdido la vida, el tiempo, todo lo que tiré, como un anillo, al agua, si he perdido la voz en la maleza, me queda la palabra...” Paco Ibañez canta un poema de Blas de Otero. Pueden buscarlo en Internet. Los poemas que musicaliza y canta Paco Ibañez remiten a la España negra, a la posguerra, a los cuarenta años de franquismo, al dolor, a las vidas perdidas. Blas de Otero (Bilbao, Vizcaya, 1916 - Madrid, 1979):  “Si he sufrido la sed, el hambre, todo lo que era mío y resultó ser nada, si he segado las sombras en silencio, me queda la palabra...”

Ahí queda, Paco, de fondo con sus poesías de combate, como la de Gabriel Celaya (“La poesía es un arma cargada de futuro”):  “...porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan, decir que somos quien somos, nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno, estamos tocando el fondo. estamos tocando el fondo...”

Todavía ayudan hoy, en otro tiempo, en otro mundo. Animan a recuperar la voz después del silencio devastador que produjo la revelación de lo que ya se sabía, pero sobre lo que no había pruebas ni testimonios tan convincentes. Según las mediciones de audiencia, al menos un par de millones de personas - y otros tantos que vieron luego las repeticiones o siguieron los comentarios -  quedaron aplastadas contra sus respaldos, demolidas frente al televisor, por el informe sobre el volumen ilegal de dinero que administraba Lázaro Báez, un “operador” financiero de Néstor Kirchner.

Cuando todavía no había bajado el agua de las inundaciones y aún se ocultaban los muertos, mientras se discutían a la vez en el parlamento los proyectos del Ejecutivo para controlar al Poder Judicial, el informe salió de la tele como una trompada, con la fuerza y la velocidad de un tren, y golpeó en la mandíbula de una sociedad que esa noche y al día siguiente, no lograba reaccionar. Los funcionarios involucrados no pudieron articular ni siquiera un par de palabras de contraataque o defensa.

El silencio parecía ser terminal. En un día se acumulaba toda una vida. A poco de cumplirse 30 años - el próximo octubre - de la recuperación democrática, se sentía sobre los hombros el peso del fracaso. El de Alfonsín, sometido a la brutal oposición del peronismo y a la presión militar, obligado a promover las leyes de obediencia debida y punto final y a rendirse seis meses antes del final de su mandato. y desde entonces, la secuencia de fracasos, del menemismo, de la Alianza, del duhaldismo, del kirchnerismo y de todas las versiones del peronismo, de lo mismo.

Después de Boudou, de De Vido, de Shocklender, de Lázaro Baez,  no hay relato heroico ni verso derecho y humano capaz de encubrir semejante estafa a la ilusión. Diez años después, caídas ya todas las máscaras, sólo queda esperar el máximo castigo que pueda aplicarse a los responsables. Por un lado, la paliza electoral y por otro, el proceso judicial para que se investiguen y se delimiten, responsables y cómplices. Hay tarea para todos. Jueces, fiscales y ciudadanos que votan.

Para quienes se manifestaron el jueves, para quienes sientan que es poco eso, que no basta con decirles “ladrones”, “mentirosos”, “criminales”, “asesinos”, para quienes se pregunten qué más hacer y también para aquellos que se sienten ya agotados después de tanto esfuerzo inútil o se han dejado ganar por la desesperanza, por la maldita idea de que este país no tiene arreglo, un poco más de Gabriel Celaya...”Son palabras que todos repetimos sintiendo, como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado. Son lo más necesario: lo que no tiene nombre. Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos...” Y de Blas de Otero...: “Si abrí los labios para ver el rostro puro y terrible de mi patria, si abrí los labios hasta desgarrármelos, me queda la palabra...”

Nos queda la palabra.

 

*Periodista, coordinador de la AM 1110 - “laoncediez”, la FM 92.7, la “2 x 4” y el Canal Ciudad Abierta, medios públicos de la Ciudad.