COLUMNISTAS

Nosotros somos los límites

default
default | Cedoc

Las formas, tan caras al dibujo, también los tienen. Esos límites son los que de algún modo dan entidad a la forma. Aun yuxtapuestas, unas limitan con otras y determinan el final y el comienzo de la otra.

Lo ocurrido hace algunos días en París contra la redacción del semanario Charlie Hebdo quebranta esos límites. Sobre todo los de la cordura y el contrato social.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

La sátira política convive con nosotros desde los albores de la historia. Desde Aristófanes, en la Grecia del siglo V antes de Cristo, y sus escritos en forma de comedia satírica, pasando por la Francia napoleónica o la literatura augusta inglesa, el hecho satírico, ya sea de modo escrito o dibujado, o la combinación de ambos, forma parte de una manera de expresarse críticamente contra un estado de cosas que chocan contra el sentido común o la normal convivencia.

Estas expresiones generalmente impresas (también la satirización puede ser verbalizada y tener forma de comedia) han estado siempre dirigidas hacia los sectores más poderosos con el fin de ridiculizarlos y poner en evidencia sus niveles de corrupción, malos desempeños y todo aquello que de algún modo genere presiones sobre el público en general.

Esos sectores de poder no soportan la acidez que provocan los dibujos y las caricaturizaciones.
La caricatura (que es el terreno en el que creo desempeñarme con más libertad), es urticante de por sí. Poca gente tiene el sentido del humor para soportar el punto de vista que un dibujante tiene sobre ellos. Quizá sea porque los coloca en una situación de ridículo, pero a la vez el humor tiene una cosa tan lúdica que parece que llega más a fondo, que mete el dedo en la llaga.

Leonardo, Miguel Angel, Daumier, Toulouse Lautrec y cientos de artistas notables transitaron la elaboración de estas bellas piezas plásticas. Desde ya que urge decir que en ningún caso acepto la descalificación y el maltrato por los caricaturizados. Dibujo satírico sí, pero con respeto. Sin discriminar ni herir.
Creo que allí reside la grandeza de espíritu del dibujante.

El dibujante político está opinando y en vez de un texto utiliza colores, líneas y formas. Creo que muchos profesionales van a seguir redoblando sus esfuerzos para seguir reflejando la realidad en una ilustración, como debe ser; y espero que este atentado no los haga callar. Lo que pasó en la redacción de Charlie Hebdo es un triste hito en el mundo del dibujo e involucra a todo el periodismo en general.

En la época de la dictadura militar argentina hubo algunas publicaciones, como la revista Humor, que tuvieron muchos problemas por la forma en que contaban la realidad, y el dibujante Andrés Cascioli tuvo andanadas de juicios y persecuciones peligrosas, o quizá la revista pudo haber sido censurada, pero no entrar a una redacción y matar gente. La verdad que es incomprensible.

También es verdad reconocer que las diferentes pautas culturales no nos arrogan el derecho a criticar una manera de ser o actuar, mirando todo a través de nuestra lente.

Es otra diferente a la del satirizado y pone de manifiesto una actitud de desigualdad social.
Tal vez no debe ser éste el momento para un modo de pensar políticamente incorrecto o a contracorriente de lo que expresa una parte del mundo. Pero también es válido aceptar al otro como a uno mismo.

La vida humana debe estar por arriba de todas las ideologías o creencias religiosas, políticas, dogmáticas, etc. Nadie puede atentar contra ella ni quitarla de una manera feroz y despiadada. Nadie.
Existen muchas alternativas para expresarse contra esas sátiras (por qué no, con otras sátiras). Es aquí donde retomo el límite fronterizo que separa lo racional de la locura.

*Director de Arte de PERFIL.