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guerra sin fin

Obama envía más soldados, pero aumentan los suicidios

El frente militar sigue dándole problemas al presidente estadounidense: a la prolongación de la guerra en Afganistán e Irak, que lo han obligado a enviar otros 30 mil soldados, se suma el aumento de militares que se quitan la vida, un fenómeno que también afecta a los civiles, en este caso por la crisis económica con su secuela de desocupación.

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“¡El Señor es la salvación, no se confunda!”, grita a voz pelada una mujer predicadora, instalada en la boca de uno de los subtes de Manhattan. Como ella, otros cuatro vociferan, agitando una Biblia en cada mano. Pero los pasajeros prefieren el sonido de sus auriculares. Es que, empantanado aún en su crisis económica, Estados Unidos se ha vuelto tierra fértil para promesas de soluciones ultra mundanas.

Cuando en 2008 estalló el entramado financiero del estafador Bernard Madoff, las líneas de atención al suicida enrojecieron en Greenwich, Connecticut, sede de muchos altos financieros atrapados por el desfalco de 50 mil millones de dólares.

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El abogado neoyorquino William Parente mató a su esposa y a sus dos hijas para luego suicidarse. Ocurrió en abril, en Towson, Maryland, en medio de acusaciones que lo vinculaban al esquema Ponzi, la ingeniería financiera que sirvió de base al chantajista Madoff. Mediante transacciones fraudulentas, perdieron los ahorros de varios de sus clientes. Ellos, finalmente, decidieron perder sus vidas.

Los colegas de David Kellermann, jefe de finanzas de 41 años de edad en el gigante hipotecario Freddie Mac, dijeron que parecía abrumado por su trabajo, a cargo de la contabilidad de la empresa. Se mató. Thierry Magón de La Villehuchet, de 65 años, cofundador de una empresa de inversión que perdió 1.5 mil millones de dólares con Madoff, se suicidó en su oficina de Nueva York, en diciembre.

Si bien en el último trimestre del año la economía local retomó su crecimiento, la recesión, las guerras y el desempleo récord –10,2%, el más alto en 26 años–, los estadounidenses están presionados por varios frentes. Una encuesta publicada en septiembre acerca del abuso de sustancias, elaborada por la Administración Federal de Salud Mental, reveló que cerca de 8,3 millones adultos pensaron seriamente en suicidarse, en 2008. De ellos, 1,1 millones, equivalente a 0,5% de los estadounidenses adultos, intentó, de hecho, matarse.

En la peor recesión en décadas, el número de suicidios en los Estados Unidos ya alcanzó niveles similares a los de 1929, año de la Gran Depresión, el primer gran crack financiero del país. Según una encuesta del prestigioso periódico local Wall Street Journal, de los 33 Estados más poblados del país, 19 reportaron 15.335 suicidios en 2008, alrededor de 2,3% más que el año anterior. Trece estados, que representan el 30% de la población nacional, son los que registraron más casos.

En Florida, por ejemplo, los suicidios aumentaron 6%, en Georgia, 2,3% y en Carolina del Norte, 7,8%. El estado de Tennessee lidera el ranking de aumentos, mientras que Florida está, lejos, al tope de la lista en cantidad de muertes, aunque con cifra estable. El estado caribeño tiene, además, una gran comunidad latina, de las más afectadas por la actual falta de trabajo. Junto a Oregon y Kentucky, es la región más golpeada por el desempleo.

Los datos del sondeo indican que esta recesión, disparada en diciembre de 2007, coincide, como las anteriores, con un repunte de los suicidios. Los casos en el lugar de trabajo y en el Ejército son los más comunes.

El año pasado, hubo 33.185 llamados a líneas de autoayuda, según las estimaciones preliminares de los centros para el control de enfermedades y prevención, en comparación con un promedio de alrededor de 32.800 en los últimos tres años. De acuerdo con la Comisión Nacional de Prevención del Suicidio, que administra una línea de emergencias y una red de centros de crisis, los llamados en busca de ayuda, este año, están en camino de llegar a los 630 mil.

En su último informe, John Draper, director del proyecto estatal para las líneas de emergencias, aclara que los problemas financieros superan a la depresión como razones para las llamadas. “Hay mucha más ansiedad y miedo relacionados con el pago de facturas y encontrar un empleo. No cabe duda de que existe algo de desesperanza sobre el futuro”, opinó.

Según la Asociación Americana de Suicidología, hay en el país unos 32 mil suicidios cada año, casi el doble de los 18 mil homicidios registrados, también anualmente. La institución estima que 800 mil estadounidenses intentan cada año matarse, con los ancianos y los adolescentes entre los más vulnerables. Y lo que es peor: estima que, actualmente, entre 10 y 20 millones corren el riesgo de intentar quitarse la vida.

Razones para matarse. Las opiniones son divergentes al momento de definir las razones para el aumento de los suicidios, aunque, tradicionalmente, las tasas aumentaron durante tiempos económicos difíciles, cuando el desempleo es alto. “No podemos asegurar concretamente que la causa de algunos suicidios, incluso con un fondo de la situación financiera, estén relacionados con la economía”, dijo al Journal Michael Hill, del Departamento de Policía de Baltimore, en el Estado de Maryland, donde Parente se quitó la vida.

Tiempos económicos difíciles, por sí solos, no siempre son el elemento decisivo para el suicidio. Gran parte de las personas que se suicidan tienen un trastorno de salud mental, a menudo ligado a la depresión o al abuso de drogas lícitas o ilegales. Sin embargo, una recesión económica puede agravarla, confirma Paula Clayton, directora médica de la Fundación Americana para la Prevención del Suicidio.

Pero, los expertos coinciden en que el número de suicidios tiende a aumentar con la tasa de desempleo. Christopher Ruhm, economista de la Universidad de Carolina del Norte, que estudió los efectos sobre la salud que generan las recesiones, explica que por cada aumento de un punto porcentual en la tasa de desempleo del estado, el número de suicidios aumenta el 1,3%.

Ese fue el caso durante la Gran Depresión. Caricaturas de la época muestran personas saltando de las ventanas durante los días del desplome del mercado, en 1929, cuando la tasa de suicidios aumentó considerablemente, sin detenerse en los años siguientes. En ese entonces, Estados Unidos registró 15,3 suicidios por cada 100 mil personas, cifra que se incrementó a 17 en 1930 y a 18,6 en 1932. Sin embargo, los datos anteriores a 1933, año en que la desocupación tocó el 25%, no incluyen todos los estados del país y no fueron recabados de manera uniforme.


*Desde Nueva York.