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LA LENGUA ARGENTINA

Ojalá que sí. Ojalá que #EleNão

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Brasil. La multitud repudia el discurso negativo de Bolsonaro. | lula marques fotos publicas

No iba a violarla, porque usted no lo merece” (sic).
Es cierto que esta columna se llama “La lengua argentina”. Pero esta vez, si se me permite, necesito partir del portugués para hacer una observación sobre el lenguaje en general. Quisiera hablar de la negación y usar la actualidad brasileña como plataforma para presentar lo que quiero exponer.
Una teoría francesa –la de la polifonía de Oswald Ducrot– observa (creo que con acierto) que no todas las negaciones son del mismo tipo. Hay una negación que describe (“Esto no está bien”), hay una negación que cuestiona lo que se acaba de decir (“No, no está mal, está peor”) y hay una negación que se opone a un (posible, presunto) enunciado afirmativo (“No hace calor, pero podemos ir a la playa igual”).
Ahora bien, algunos expertos sostienen que un discurso persuasivo debería orientarse hacia lo positivo. Sobre todo en política, las promesas de los candidatos debieran –dicen– fundamentarse en acciones afirmativas. No parece ser esto lo que ocurre en Brasil.
Brasil está llevando adelante sus elecciones presidenciales y legislativas en medio de una intensa campaña: declaraciones, idas y venidas y una cadena nacional diaria de propaganda de los distintos partidos por televisión. En este marco, no puede dejar de llamar la atención el hecho de que el candidato con más intención de voto, al menos según las encuestas, sea famoso por su discurso negativo.
Muchas frases suyas –algunas, históricas; otras, actuales– lo ubican en un lugar inhabitual (afortunadamente) para los políticos con más chances de ser elegidos presidentes en esta región del planeta. Frases hostiles a las minorías que vienen conquistando derechos en las últimas décadas.
¿Ejemplos? Frases racistas: “Los afrodescendientes no hacen nada, creo que ni como reproductores sirven más”. Frases fascistas: “El error de la dictadura fue torturar y no matar”. Frases homofóbicas: “A los homosexuales no se los quiere, se los aguanta”. Y frases machistas, como la frase aberrante que inicia esta columna.
Si se observa con detenimiento, todas estas frases incluyen una negación y podrían ser catalogadas dentro de alguna de las tres clases que propuse más arriba. Es más, también deberán ser consideradas negativas aquellas frases que contienen una negación léxica, como esta otra del mismo candidato, “Sería incapaz de amar a un hijo homosexual”, en la que “incapaz” es, a todas vistas, una forma de la negación.
Con todo, la sorpresa mayor que depara la novedad de este tipo de discurso “persuasivo” es la respuesta que ha recibido de parte de parte de la población. El último sábado de septiembre, apenas ocho días antes de la celebración de los comicios generales, se llevaron a cabo diversas movilizaciones en Brasil que, en lugar de defender a un espacio político determinado, defendieron la oposición a un candidato.
El lema “#EleNão” (que significa “él no”) fue enarbolado en distintos puntos del país para contrarrestar el movimiento que pudiera llevar a Jair Bolsonaro –de él se trata– a la Presidencia. Y puesto que detrás de esta expresión resuenan en sordina otros discursos que sí postulan y sí eligen a Bolsonaro, es claro que debe clasificársela como una negación que se opone a un discurso afirmativo.
Más aún: la ortodoxia psicoanalítica –esto es, Sigmund Freud– postula que la negación es una forma inicial de aceptación de lo que está reprimido, una especie de reconocimiento de eso que no se quiere admitir, pero está ahí. “#EleNão” habla de eso que mejor que no.
En este costado del mundo que sabe de dictaduras y de tiempos oscuros, con todos los defectos que les conocemos a nuestras democracias, sería preferible que se escuchara a los tolerantes. Pero el devenir de la historia es siempre incierto.
Ojalá que Brasil se acuerde de su propio pasado. Ojalá que se decante por lo positivo. Ojalá que sí. Ojalá que #EleNão.

*Directora de la Maestría en Periodismo de la Universidad de San Andrés.