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violencia de genero

Oportunidad perdida

Llama la atención la simplificación con la cual los medios están tratando el episodio de Belén y el anestesista que, crack mediante, agredió brutalmente a una joven.

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Una mas. El anestesista golpeó a Belén de 20 años hasta dejarla internada. | DYN

Llama la atención la simplificación con la cual los medios están tratando el episodio de Belén y el anestesista que, crack mediante, agredió brutalmente a una joven. A la luz de ese enfoque, podría titularse La Bella y la Bestia.

1. La violencia de este médico surge, seguramente, bajo los efectos alucinatorios de la droga cocaínica, en su modo más tóxico. Recordemos alguna experiencia de haber estado en una fiesta donde la presencia de alcohol fue “generosa”. Junto a alguien que se quedó dormido/a, otro/a no deja de decir o hacer pavadas. Un tercero escala una discusión –sin ton ni son– y comienza a violentarse. Lo retiran, pero… Concurrió y se va conduciendo un auto. El final está en el noticiero. Cada quien debiera saber cómo “le pegan” las sustancias y si no es un adicto debería comportarse, ante el consumo de sustancias potencialmente tóxicas, de forma responsable. Si se es un adicto, está en un verdadero problema por el cual debería tratarse. Teniendo acceso a recursos, se es más responsable. En ningún caso es sencillo. Si esta escena fuese en una villa, y lo que corrió es “paco”, y el arma a disposición es una pistola… pinta “salir de caño”. El final también lo reflejará algún noticiero. Frente al juez, el quebrado muchacho dirá, cabizbajo: “Me mandé una cagada” (distinto al que declará desafiante “Era su vida o la mía”). Hay personas potencialmente más violentas que otras, hay quienes pueden y saben cómo sublimar su violencia mejor que otros. Los actores que mejor hacen de villanos suelen ser unos tipos buenísimos en su vida real. Hay especialidades en la medicina que requieren una agresividad sublimada. La mayoría de los cirujanos, además de ser profesionales aptos, son buenas personas, equilibradas en su vida cotidiana; otros no. Igualmente en las fuerzas de seguridad, etc. No sabemos cómo el anestesista se comportaba en el quirófano. Sí sabemos que en su vida cotidiana era un adicto con una potencialidad de violencia que se expresaba bajo el influjo de las drogas. Los vecinos lo describen como solidario cuando permanecía lúcido, soez y violento cuando estaba tomado por las drogas. (Nada novedoso). Si su intención primaria hubiese sido cometer un abuso sexual, no cierra que dejase pasar tanto tiempo después del primer contacto “laboral”. En cuanto a un potencial femicida, no daría el perfil: se sabe que la violencia se produjo también durante alguna “fiesta de varones”. ¿Harán falta pericias psicológicas? Podría suponerse que estuvo a punto de matar. Deberíamos abstenernos de calificarlo como tentativa, porque resulta difícil leer intencionalidad. Antes de buscar ponerlo –también compulsivamente– en prisión punitiva, habría que pensar si se trata de esto o de enviarlo a tratamiento de rehabilitación, incluyendo eventualmente una restricción de su libertad por el tiempo pertinente al tratamiento y el control de riesgos; incluso como “probation”. Es decir, tratarlo como un enfermo psiquiátrico –en este caso– potencialmente peligroso. En todo caso la moraleja debiera ser que nadie está exento (ni por edad, ni por cuna, ni por educación) del riesgo de quedar pegado a las drogas (y, literalmente, pegando, peligrosamente, como un energúmeno). La libertad puede perderse con los primeros consumos. La genética, hoy por hoy, es una ruleta rusa.

2. La desfigurada Bella cometió por lo menos un error. (Si existió otro/s, queda en su privacidad). Hay uno del cual debe sacarse pública moraleja, dada la trascendencia del caso. Ninguna adolescente o mujer debiera encerrarse –voluntariamente– con un/os señor/es (particularmente si poco conoce de sus antecedentes) a consumir droga. Hasta la “pacificadora” marihuana puede producir “un mal viaje”. Si lo hace, tendrá que hacerse cargo del riesgo que está decidiendo asumir.

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*Médico psiquiatra.