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Otra muerte conveniente para el show

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Difícil tomarse en serio a un país donde reina la impunidad. Peor cuando siquiera se puede esclarecer cómo mueren ciertos personajes expuestos. Ahí lo tenemos a Nisman, más de dos años después, sin saber ni confiar en si se suicidó, lo indujeron a hacerlo o directamente lo mataron. Como contribución, intereses políticos y mediáticos no parecen buscar la verdad, sino llevar agua para su molino.

El fallecimiento del financista Aldo Ducler corre el mismo camino pantanoso. Justo dos días antes se había presentado con un escrito anónimo ante la gubernamental Unidad de Información Financiera (UIF) para ofrecer información sobre los ex fondos multimillonarios de Santa Cruz y la “compra” de YPF por parte de los Eskenazi. Todo durante la era K, claro.

En esa denuncia, Ducler cargó contra “una asociación ilícita liderada por Néstor y Cristina Kirchner, junto con Alberto Fernández, Carlos Bettini, Carlos Zannini, Julio De Vido, Axel Kicillof, Carlos Slim, la familia Eskenazi, autoridades de Repsol y del banco Credit Suisse, entre otros”, por la supuesta malversación de las regalías petroleras santacruceñas.

Conviene aclarar los tantos. El manejo de esos fondos, más de 1.000 millones de dólares, por parte de los Kirchner siempre fue más que oscuro. De la misma manera que los Eskenazi ingresaron como accionistas de YPF pagando con dividendos, con la venia K (¿los verdaderos socios?) y el goce financiero de Repsol. Carrió obligó a abrir una causa judicial sobre estas cuestiones en 2006, que duerme el sueño de los justos en Comodoro Py. En ese momento, sólo este diario se hizo eco de su imputación, cuando otros colegas veían a Néstor alto, rubio y de ojos celestes.

La verosimilitud del escrito de Ducler no obtura, sin embargo, varias dudas. Una de ellas es su foja de servicios. El financista asesoró a los Kirchner en los temas en los que ofreció información, aunque muchos años después. Fue también secretario de Hacienda en la dictadura, cerebro financiero de la campaña de Palito Ortega y sospechado en EE.UU. de presuntos vínculos con narcos mexicanos del Cartel de Juárez.

El súbito interés delator de Ducler acaso se deba a un juicio que avanza en Nueva York contra el Estado argentino por la expropiación de YPF. La situación financiera del fallecido había bajado abruptamente en el último año: según registros del BCRA, sus gastos de tarjeta promediaban los $ 200 mil mensuales y en el último año se redujeron a $ 50 mil. No está mal para un jubilado, como figuraba.

Tal vez eso explique el parche que aparece en el escrito ante la UIF que divulgó un operador periodístico. Sirve para ocultar que, además de pedir protección por la información, también exigía dinero.

Uno de los hijos de Ducler dijo que su padre era el que sabía todo y no él. Prometió hablar. Habrá que ver qué dirá, porque o no dijo la verdad o no la dirá en el futuro.

Como en el caso Odebrecht, el Gobierno puede creer que el posible nuevo escándalo sólo afectará al kirchnerismo. No debería confiarse. Un columnista de La Nación lanzó mensajes hacia el jefe de legales del Ministerio de Finanzas, Eugenio Bruno. Y el flamante abogado de los Ducler asesora sobre lavado de dinero al Ministerio de Justicia.