COLUMNISTAS

Otra vez la violencia

El conflicto es consustancial a toda sociedad humana en todas las épocas. Las instituciones políticas están para canalizar esos conflictos y el sistema democrático de partidos ha sido inventado para impedir que éstos se diriman por la violencia. Cuando las instituciones no funcionan y el sistema de partidos esta quebrado, el conflicto no tiene otra forma de expresión que los medios y la calle. Tal lo ocurrido en estos días.

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El conflicto es consustancial a toda sociedad humana en todas las épocas. Las instituciones políticas están para canalizar esos conflictos y el sistema democrático de partidos ha sido inventado para impedir que éstos se diriman por la violencia. Cuando las instituciones no funcionan y el sistema de partidos esta quebrado, el conflicto no tiene otra forma de expresión que los medios y la calle. Tal lo ocurrido en estos días.
Lo peor es que una manifestación pacífica fue disuelta a fuerza de golpes y de infundir el miedo por las fuerzas de choque del piquetero D’Elía. Asistimos, en el peligroso retorno a una vieja tradición peronista, la de la Alianza Libertadora Nacionalista en tiempos de Perón o la violencia de las alas de izquierda y de derecha del peronismo setentista, donde hicieron sus primeras armas muchos de los actuales adherentes al kirtchernismo. Hubo heridos y no se produjo un desenlace más dramático porque los manifiestantes optaron por retirarse. D’Elía no actuó, por supuesto, por cuenta propia. Tuvo el consentimiento del gobierno. D’Elía, amigo de los regímenes autoritarios de Venezuela y antisemita de Irán, impuso un racismo anacrónico al proclamar: “Tengo un odio visceral contra ustedes, el norte de la Ciudad, los blancos”. Ademas, D’Elía mostró su desconocimiento de la historia del peronismo: Evita y Perón tuvieron su ultima residencia, antes de acceder al palacio Unzué, en la zona más cara de Barrio Norte, en Posadas y Montevideo. En el Barrio Norte vivieron igualmente otros peronistas famosos como Scalabrini Ortiz, Jauretche y John William Cooke. Todos ellos, además, eran blancos. Otro error histórico de D’Elía: la Plaza de Mayo que pretende custodiar no es patrimonio del peronismo ni emblema de nada. La plaza se llenó igualmente en el golpe del 1930 y en el del 1955, y hasta Galtieri tuvo su plaza propia
La “reconciliación” a la que llamó Cristina en su segundo discurso no es demasiado convincente cuando vincula a los manifestantes con los golpes militares, confunde con la vieja “oligarquia” al campo tecnificado y fragmentado de hoy. Menos aún creíble es esta pacificación cuando D’Elía aparece a su lado.
El problema del campo, mal o bien, podrá ser resuelto, pero la unión entre los centros urbanos que votaron contra Cristina Kirtchner y el campo –fenómeno inédito– está señalando la separación de grandes sectores de la sociedad civil y un gobierno que apenas cumple cien dias.