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Peña boicotea un acuerdo real con el peronismo

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| Cedoc

Más como producto de la necesidad que del convencimiento, el Presidente y sobre todo su jefe de Gabinete, Marcos Peña, se mostraron proclives en las últimas semanas a una apertura política y económica a la que se habían negado en los cuarenta meses que llevan de gestión.
El derrumbe de la imagen de Mauricio Macri y el alza de la de Cristina Kirchner, amén de los riesgos en la gobernabilidad, es el marco en el que se pueden entender los recientes y fluidos contactos con los gobernadores radicales y Martín Lousteau, la enunciada idea de sumar a uno de los socios de la coalición a la fórmula presidencial y el lanzamiento del programa de “precios esenciales”.
En ese mismo contexto se inició reservadamente esta semana un esbozo de coincidencias entre el ala política gubernamental y lo que allí se conoce como “peronismo racional”, en torno a lo que se conoce como los diez puntos de acuerdos básicos.
El ministro del Interior, Rogelio Frigerio, comenzó con el tanteo hacia dos interlocutores habituales, el senador Miguel Angel Pichetto y el gobernador salteño, Juan Manuel Urtubey, ambos de la mesa fundacional de Alternativa Federal junto a Sergio Massa y Juan Schiaretti.
En medio de esos contactos iniciales, con la idea de extenderlos al resto de AF e incluir a Roberto Lavagna, se filtraron “en letras de molde” (como disfrutaba decir la ex presidenta en sus habituales cadenas nacionales) estas coincidencias prematuras. Al enterarse por los diarios, previsiblemente Massa y Lavagna reaccionaron tan rápida como negativamente pudieron. De poco valió el llamado directo que luego les hizo por separado el propio Macri: el acuerdo había nacido con desacuerdo.
En la Casa Rosada se le adjudica la filtración nada menos que a Peña, quien obviamente niega cualquier responsabilidad en el tema. Según fuentes oficiales, la jugada del jefe de Gabinete pasaría por darles luz verde iniciática a las negociaciones pero no como señal de certeza a los mercados sobre políticas públicas, como se argumentó, sino como herramienta electoral: desnudar la grieta, otra vez, y dañar al peronismo alternativo.
La estocada peñista se intenta justo cuando al laboratorio del PRO habría ingresado una bocanada de oxígeno en forma de encuesta. Si bien Macri apenas paró de caer, registran por primera vez en mucho tiempo una baja de CFK, a partir de que la difusión de sus ideas en su best seller y las posturas kirchneristas sobre la crisis venezolana le recuerdan al electorado que no cambió mucho. O sí, pero para peor.