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Pobre mujer

¿Qué es esta señora? Pero sí, estimado señor, sí, me refiero a esa dama, bueno, digamos que es una dama aunque no se le nota, me refiero a esa dama rubia que apareció en televisión, un poco como sacada, ¿no?, fuera de sí, para decirlo finamente.

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¿Qué es esta señora? Pero sí, estimado señor, sí, me refiero a esa dama, bueno, digamos que es una dama aunque no se le nota, me refiero a esa dama rubia que apareció en televisión, un poco como sacada, ¿no?, fuera de sí, para decirlo finamente. Esa, esa misma, querida señora, la dueña de diez mansiones. Aaaah, le confieso que me emocionó mucho eso de las diez mansiones. ¡Diez!, ¿se da cuenta? ¿Usted tiene alguna mansión? No, yo tampoco. Tengo, es decir mi marido y yo tenemos una casa que no puede llamarse mansión, no. Por ejemplo, no tiene frente con columnas, ni dóricas ni jónicas ni salomónicas, nada de columnas. Tampoco escalinatas de mármol, como tienen que tener las mansiones. Ni rejas historiadas. Rejas sí, por aquello de la inseguridad, ¿vio?, pero sin firuletes. Y sin embargo es una linda casa y la queremos mucho y hasta le hicimos modificaciones que la hicieron muy cómoda y abrigadita ahora que vienen los fríos. Y, déjeme pensarlo: no, me parece que no tenemos otras ni mansiones ni casas. No, lo siento, de modo que no puedo comprender a la señora esa, rubia, la que apareció tan enojada en televisión. No me acuerdo muy bien de qué era lo que le pasaba pero supongo que debe haber sido algo muy serio, vea, porque se le fue la mano. No, claro, se le fue la lengua, la tráquea, la glotis, lo que sea que sirve para hablar y a los gritos insultó a alguien que por lo visto la había ofendido mucho. ¿Que es funcionaria, dice usted? Caramba, qué poco respeto por su propio lugar en el mundo. Por sí misma, en realidad. Pobre mujer.