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un año, muchos macri

¿Podremos?

¿Es probable que hayamos llegado al momento en que se vuelve necesario cambiar los supuestos sobre cómo debería ser gobernada la Argentina?

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¿Es probable que hayamos llegado al momento en que se vuelve necesario cambiar los supuestos sobre cómo debería ser gobernada la Argentina? ¿Que la apelación y la convicción acerca del “si podemos” deba hacer un alto en el camino y revisar si no los objetivos, al menos, evaluar los caminos más efectivos para alcanzarlos?

Sabemos desde la historia, la sociología y la psicología que los humanos no nos llevamos bien con la incertidumbre especialmente, aquellos que vivimos en culturas occidentales donde el dominio de la tradición aristotélica-cartesiana dificulta una mirada más flexible que maride mejor con los nuevos tiempos.

Sabemos que el ser humano busca certidumbre, especialmente en épocas o etapas difíciles o inestables. Y que el cambio, cualquier cambio –tanto el deseado como el inevitable– genera temor y potencia la búsqueda de reaseguros para neutralizar el miedo. Desde la necesidad de líderes que prometan protección hasta la activación de mecanismos de esperanza que minimicen los costos emocionales.

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El próximo año el gobierno de Mauricio Macri deberá enfrentar elecciones para la renovación del Congreso Nacional. Y como toda elección de medio término en Argentina, su resultado –a diferencia de lo que sucede en otros países con sistemas políticos comparables– es determinante para sostener la fortaleza o el debilitamiento del Gobierno, especialmente si no es peronista.

En este marco, la gestión de Mauricio Macri enfrenta un dilema difícil. Necesita dar respuesta a los fundamentales del malestar ciudadano, especialmente a sus bases electorales menos extremas. Para ello requiere señales claras desde la economía, que permitan revertir la declinación en los niveles de consumo, lograr crecimiento, controlar la inflación y detener la pérdida de empleo y el deterioro del salario. Ya no alcanza sólo con las expectativas.

Mauricio Macri ha dicho en estos días que “se dispararon expectativas desmedidas” sobre la respuesta que el Gobierno podía dar en el corto plazo en virtud al fabuloso desquicio económico y social que debió enfrentar. Es verdad, pero esas expectativas se dispararon por la acción o inacción comunicacional del propio Gobierno. Entonces, ¿cómo reubicar esas expectativas y enmarcarlas en una hoja de ruta realista que pueda salirse de la trampa del cortoplacismo? ¿Cómo volver eso compatible con la necesidad de dar respuesta a reclamos diversos, evitando al mismo tiempo ser rehén de quienes lo utilizan de modo oportunista obteniendo ventajas de un gobierno en minoría?

Difícil pensar que ello pueda hacerse sin acuerdos políticos que vayan más allá de la coyuntura. No se trata sólo de sumar figuras de la oposición al Gobierno sino de generar un paraguas que deje por fuera de la puja partidaria (necesaria y positiva en toda democracia) aquellos temas que debieran formar parte de los dispositivos institucionales para el cambio que el país requiere

Finalmente, una cuota de realismo: ¿quién puede sostener que Cambiemos llegó solo? Varios miles de argentinos decidieron deponer diferencias para aunarse en un deseo mayor: dejar atrás 12 años de gobiernos kirchneristas. Sus diferentes referentes políticos fueron fieles representantes de esos deseos durante los primeros meses de la gestión de Mauricio Macri.

¿Se podrá retomar ese camino?


*Socióloga, analista de OP.