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Política adversativa

La votación definirá el futuro del proyecto Macri. Entre la “aliada” Carrió y la amenaza Lousteau.

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PARALIZA | PABLO TEMES

La socialdemocracia está en retirada en el mundo. Las fórmulas para reorientar los procesos de acumulación capitalista buscando la redistribución del ingreso muestran su impotencia en la etapa actual de la globalización. Hoy las tensiones políticas se desarrollan principalmente entre derechas neoconservadoras y derechas nacionalistas-populistas. Las primeras van en el sentido de la internacionalización del capital, mientras las segundas suelen plantarse en la “protección” frente a un “otro” amenazante, con llamados a un pasado mítico donde había un orden conocido y algunas líneas discursivas que podrían ser típicas proclamas de la izquierda. Una de las resultantes de la etapa es la disolución de los partidos políticos y el surgimiento de disputas entre líderes establecidos y líderes emergentes.

Estos procesos que se verifican en todo el mundo también se vislumbran en Argentina, y un momento clave se jugará en las elecciones de octubre. En este sentido se puede afirmar, aun con los riesgos de la futurología política, que el proyecto del gobierno de Mauricio Macri no ha podido desplegarse en las magnitudes deseadas por la nueva elite en el poder. Esto se debe a las restricciones políticas provenientes de las correlaciones de fuerza actuales y que se busca cambiar en el proceso electoral. Buena parte de los objetivos explicitados por algunos funcionarios de alto rango serían cambios de profundidad, y requerirían un triunfo electoral inapelable para legitimar su puesta en marcha: romper la disputa histórica entre industria y agro, plantear un modelo integrado generador de valor con base en los productos agropecuarios, apoyado por las industrias extractivas (minería y petróleo). Esto requiere, entre otras muchas cosas, desarticular las estructuras gremiales, bajar los impuestos a estos sectores que se volcarían a la exportación y finalmente realizar una “cirugía mayor” –como gustaba decir a Menem– en las estructuras estatales. Sin embargo, este proyecto político no está exento de disputas internas ni externas.

Enigma Carrió. La retirada momentánea de los primeros planos de la política argentina de Cristina Kirchner –retirada cancelada tras los sucesos de Santa Cruz– sirvió para que florezcan con mayor nitidez algunas internas del Gobierno, en especial a través de la actuación de Elisa Carrió. La diputada no se considera miembro de la alianza Cambiemos, sino fundadora, percepción que está lejos de ser recíproca por parte de la dirigencia del PRO. Esa asimetría conduce a Carrió a levantar la apuesta y a que cada declaración suya sostenga un perfil opositor, sin dejar de declarar su fidelidad a Macri. Muchos se preguntan cuánto durará este equilibrio inestable. No hace falta decir que Elisa Carrió es una vieja gladiadora de la política argentina. Desde su actuación como constituyente en la reforma constitucional del 94 su actividad no se detuvo. Fue electa diputada nacional en cinco oportunidades: en 1995 por la UCR; en 1999 por la Alianza (ambas por Chaco); en 2005 por el ARI; en 2009 por Acuerdo Cívico y Social; y en 2013 por UNEN (desde la Ciudad de Buenos Aires). La síntesis la encuentra con veinte años como legisladora con cinco mandatos desde cinco agrupaciones distintas, y ahora se prepara para el sexto, esta vez por Cambiemos. Buenos registros para comparar con algunos mandatos de los sempiternos intendentes. En cambio sus candidaturas a la presidencia no fueron tan exitosas. La primera fue por el ARI en 2003, donde salió quinta –14,05%–, por debajo de Adolfo Rodríguez Saá por un puñado de votos. En esa oportunidad llamaría a votar a Néstor Kirchner para la segunda vuelta, que nunca ocurrió. Mejor performance tuvo en 2007 por la Coalición Cívica, donde obtuvo  más de cuatro millones de votos –23,05%–, pero no pudo contra el 45,3% de CFK. En 2011 apenas arañó el 1,82% y ni concurrió a comparecer frente a los periodistas. Finalmente, en 2015 fue la partenaire perfecta de Mauricio Macri en las PASO de Cambiemos, y lo que la habilita hoy a plantearse como madre fundadora de la alianza de gobierno.

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La solitaria construcción política de Elisa Carrió tuvo como herramienta principal la confrontación, ya sea mediante las denuncias o la descalificación de sus adversarios, y sus medios preferidos: las cámaras televisivas. Su perfil histriónico juega apropiadamente en los medios de gran audiencia. Ya pasaron sus enfrentamientos cruciales con Eduardo Duhalde, Cristina Kirchner e incluso Daniel Angelici. Hoy sus nuevos enemigos son nada menos que los titulares de la AFI Gustavo Arribas y Silvia Majdalani; Jorge Macri y Ricardo Lorenzetti. Es claro que resulta una figura incómoda para el oficialismo, que no ha tenido problema para apartar a figuras discordantes como Alfonso Prat-Gay, Carlos Melconian, y recientemente al procurador del Tesoro Carlos Balbín. Sin embargo, en el caso de Carrió pesa su aporte electoral y el deseo de Macri de no tenerla enfrente tirando piedras, aunque sí está la intención de reducir las áreas de influencia de la incontrolable legisladora.  

Una nueva batalla. Sin embargo, a Carrió la espera la confrontación en el campo que más le gusta: las elecciones legislativas. En el camino se desechó la posibilidad de encabezar la lista de senadores en Provincia, pues Vidal tiene claro que si Lilita logra un triunfo allí crea una competidora fuerte para 2019. Pero un problema es que Martín Lousteau, su principal competidor, tiene un perfil más afín al macrismo que ella. Lousteau, además de reclamar participar en las PASO de Cambiemos (un reclamo sobreactuado según sus críticos), encarna como pocos la cultura política del PRO: emprendedor, ambicioso, pragmático, maximizador de su impronta mediática, y siempre visualizando el futuro, sin detenerse en el pasado. Su perfil resulta a las claras una amenaza no sólo para Rodríguez Larreta, sino para el propio Macri en vistas a 2019. Una pregunta que circula es si habrá carpetazos en esta campaña. La posibilidad de que el creador de la Resolución 125 forme una alianza con Sergio Massa y Margarita Stolbizer y se pase a la oposición pura y dura no hace más que agregar leña al fuego a la campaña dura que preparan los mariscales macristas.

(*) Sociólogo, analista político (@cfdeangelis).