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insolito boicot PARCIAL

Por qué algunos canillitas se negaron a vender PERFIL

En un puñado de kioscos ayer no se pudo comprar este diario. La medida, sin aval oficial del gremio, se ampliaría a La Nación y Clarín.

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A algunos de nuestros lectores se les hizo difícil, no imposible, conseguir la edición del sábado de PERFIL. El motivo: un sector minoritario de canillitas considera que la manera de reclamar un aumento del porcentaje que les queda por la venta de diarios es boicoteando su venta.

Hago este texto en primera persona escribiendo y borrando, escribiendo y borrando, y en una doble condición. Soy el Editor Responsable y Jefe de Redacción de este diario. Y mi papá tiene una parada de diarios y revistas desde hace casi 40 años. Allí empecé a amar el papel y la tinta, a leer todo lo que pasaba por mis manos y acaso disparó mi pasión por el periodismo.

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No hay sólo un relato romántico. Durante muchos años trabajé casi a la par de mi padre, en una actividad tan dura como frágil, que no sabe de descansos ni privilegios.

El esplendor del mercado gráfico forma parte del pasado. Sucesivas crisis económicas y, sobre todo, la aparición de nuevos soportes y culturas para leer medios han hecho caer la venta de ejemplares en papel. Eso lo saben y lo corroboran diariamente los tres eslabones de la cadena: editores, distribuidores y canillitas.

Desde hace varios años estos tres actores no consiguen acordar algún camino viable que permita mantener ciertos estándares de subsistencia del sistema. Mientras, van cerrando o achicándose editoriales, distribuidores y kiosqueros. Esto tiene como epicentro la Capital y el GBA, pero el panorama es idéntica o peor en las provincias. Y el Estado (en su expresión nacional, provincial o municipal) brilla por su ausencia, lo que no sucede en otras actividades económicas o de promoción de puestos de trabajo.
Ultimamente el gremio de canillitas adoptó la tesis de que la mejor manera de presionar para mejorar la situación de sus afiliados era no vender ejemplares, vía boicots o huelgas (que implicó cerrar directamente las paradas). Es materia opinable, claro, pero a mí me parece que ese tipo de medidas es dispararse en un pie: como eslabón más débil de la cadena, el que más pierde al dejar de venderse diarios o revistas es el canillita.

Ahora se insiste con ese rumbo. Aunque el sindicato no lo impulsa oficialmente, hay un guiño indudable para que activistas visiten paradas llamando a un boicot para que no se venda PERFIL, para luego extender la medida a La Nación, Clarín y otros diarios. Incluso circula algún panfleto artesanal, sin sello ni autoría  definida, que explica esta nueva escalada, que por ahora tiene una escala muy minoritaria.

Todos los actores de este larguísimo conflicto tienen parte de razón. Lo normal sería negociar y acordar pautas que le den oxígeno a un sistema en crisis, para que no sea terminal. Lástima que la normalidad sigue sin ser moneda corriente en la Argentina.

*Jefe de Redacción de PERFIL. Y canillita.