COLUMNISTAS
Opinión

Por qué Argentina patea en el suelo a Venezuela

20190127_venezolanos_buenos_aires_telam_g.jpg
Preocupados. Venezolanos se manifiestan en Buenos Aires, al lado del Colón. | telam

Con matices aunque con la escasa estatura política que nos caracteriza, gran parte del oficialismo y de la oposición volvieron a dar muestras del reduccionismo doméstico al que limitamos temas de Estado o de posicionamiento global. En este caso, la tragedia de Venezuela.

No es casualidad ni accidental. La alianza política y de negocios (públicos o privados, legales o espurios) que construyeron el chavismo y el kirchnerismo dio pasto a que cualquier evento de la interminable crisis venezolana se utilice aquí para recargar nuestra propia y también interminable grieta.

Resulta penosamente obvio que Cristina –sobre quien su ahora discípulo Grabois asegura que “maduró”, con tilde– y los kirchneristas defiendan cualquier cosa que haga y deje de hacer Nicolás Maduro.

Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Por convencimiento, conveniencia o complicidad, muchos K expresan un respaldo tan fanático que parece igualarlos al madurismo. Y no son lo mismo: en algún momento debería debatirse en serio si íbamos camino a ser Venezuela, como reza el evangelio esloganista de Cambiemos. No parece ser ahora ese tiempo racionalista.

Como la mayor responsabilidad es, siempre, de quien administra el Estado, resulta más preocupante el posicionamiento adoptado por el Gobierno. Macri fue de los primeros en el mundo en salir a respaldar a Juan Guaidó, líder de la Asamblea Nacional y autoproclamado “presidente encargado”. Hay en Venezuela un conflicto de poderes muy grave, pero existe un problema mayor: la inmensa crisis social, económica y humanitaria que vive esa nación, manejada pésimamente por Maduro.

En su reacción supuestamente republicana, a Macri parece más interesarle que Maduro deje el poder como sea. Y, en especial, atiza la polarización con el kirchnerismo, que es su principal estrategia electoral con vistas a conseguir la reelección, ya que la economía solo da dolores de cabeza.

Venezuela: ¿Un casillero más en el tablero de ajedrez geopolítico mundial?

Si de verdad fueran los valores democráticos los que guiaran la posición argentina, acaso la reacción se hubiera acercado más a la postura que adoptó la Unión Europea, que como salida a la crisis reclamó la convocatoria a elecciones generales libres, transparentes y con garantías de respeto a sus resultados. Solo si Maduro no acepta, Europa reconocería a Guaidó como mandatario interino.

Nuestro país prefirió la línea precoz de los EE.UU. de Trump y el Brasil de Bolsonaro, también más preocupados por la eyección de Maduro que por alcanzar algún tipo de salida no violenta y sustentable para el drama venezolano.

Semejante posicionamiento incluyó alguna torpeza diplomática, como la que protagonizó nada menos que el canciller Jorge Faurie. Fue cuando en una rueda de prensa de días atrás intentó justificar el apoyo de Rusia y China a Maduro en el marco de una supuesta conveniencia económica. “Han hecho una asistencia financiera muy importante en Venezuela. La suerte de los acuerdos hechos con el régimen de Maduro tiene importancia para la recuperación de la plata que han puesto”, dijo muy suelto de cuerpo nuestro ministro de Relaciones Exteriores. Hay que avisarle que China y Rusia son claves para la Argentina, en un proceso de acuerdos iniciados por el kirchnerismo y multiplicados por el macrismo. Canciller, eso se llama política de Estado.

En ese negocio político y electoral de la polarización, los kirchneristas buscan instalar que Macri es un títere del imperialismo y el oficialismo, que Buenos Aires será Caracas si vuelve CFK. Mientras, acá y allá, miles y millones de venezolanos buscan paz, pan, salud y trabajo. Dudo de que estas posiciones de nuestros dirigentes contribuyan a ayudarlos. Más bien, todo lo contrario.