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Por qué Brasil se nos despega

En el año 2008, el Producto Bruto de Brasil, medido en dólares, será cinco veces mayor al de la Argentina. Esta comparación puede estar deformada por la circunstancia del dólar bajo en Brasil y alto en la Argentina, pero igual expone un distanciamiento que era impensable hace algunos años. La esperanza de recuperar esta diferencia comienza a reducirse.

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En el año 2008, el Producto Bruto de Brasil, medido en dólares, será cinco veces mayor al de la Argentina. Esta comparación puede estar deformada por la circunstancia del dólar bajo en Brasil y alto en la Argentina, pero igual expone un distanciamiento que era impensable hace algunos años. La esperanza de recuperar esta diferencia comienza a reducirse. En la Argentina ya hay síntomas de que no se mantendrá el ritmo de aumento de la actividad económica de estos últimos años, mientras que Brasil proyecta para este año un crecimiento del 5% y, a diferencia de la Argentina, lo hace con mayor solidez. Los gobiernos kirchneristas han fogoneado el consumo, conteniendo la inflación con congelamientos y controles de precios. Brasil ha practicado una política más ortodoxa, sin distorsionar su sistema de precios ni generar cuellos de botella por insuficiencia de inversiones. La presencia y consideración del Brasil frente al resto del mundo está claramente diferenciada de la pobre performance de nuestro castigado país. El Gobierno argentino sigue en default con los organismos oficiales agrupados en el Club de París y con los bonistas que no adhirieron al canje. Tanto la seguridad jurídica como el clima de inversión están claramente diferenciados a favor del Brasil. Ellos han hecho mejor letra El riesgo país para la Argentina es de 580 puntos básicos y para Brasil… La distancia en este indicador se amplió notablemente durante los últimos doce meses.
La capacidad de atraer inversiones se aprecia en los montos recibidos de inversión extranjera directa (IED). El promedio anual para la década del noventa fue de 7.140 millones de dólares para la Argentina y 12.000 millones para Brasil (1,7 veces). Para el trienio 2004-2006 el promedio fue de 4.800 millones y 17.300 millones respectivamente (3,6 veces). Como se ve, un gobierno que respeta las reglas resulta más confiable que otro que se ufana de transgredirlas. El signo ideológico no es lo determinante, sino la seriedad, como también se observa en el bajo riesgo país que caracteriza a naciones actualmente conducidas por el socialismo como lo son Chile y Uruguay.
Debe reconocerse que el empresariado industrial brasileño ha logrado mejoras en la productividad y competitividad, superiores a las de los industriales de nuestro país. Esto se observa en la balanza comercial bilateral, que a pesar de la sobrevaluación del real y de la subvaluación del peso ha resultado crecientemente favorable al Brasil. Además, las corrientes predominantes de comercio registran bienes industriales hacia la Argentina y productos primarios hacia el Brasil. La Unión Industrial Argentina siempre pidió un dólar alto. Lo obtuvo, mientras en Brasil ocurrió lo opuesto; sin embargo, siguen siendo ellos más competitivos. Este es un tema de fondo que muestra que finalmente la competitividad exige esfuerzos sistemáticos del empresariado que sólo se encaran si hay un desafío permanente por competir, y no ocurren cuando siempre viene la protección o la ayuda devaluatoria. Pero está claro, en descargo parcial de nuestros industriales, que cualquier esfuerzo es desalentado cuando hay cambios discrecionales en las reglas impositivas, o cuando aparecen los Moreno con controles de precios y aprietes. La seguridad jurídica, la continuidad de las políticas y la competencia son condiciones necesarias para lograr eficiencia. El caso chileno viene bien como ejemplo.
Brasil es un país también acosado por bolsones de pobreza e inmensos problemas sociales. La seguridad personal es probablemente menor que en la Argentina y la corrupción, similar. Sin embargo, cuando estos problemas se deben traducir al campo de la acción política, no derivan en enfrentamientos ideológicos tan profundos y cambiantes como los observados en la Argentina. Aquí vivimos un gobierno que diariamente confronta mirando el pasado. El repudio a las políticas de Carlos Menem, por ejemplo, es tan fuerte que nada que se parezca a alguna de las buenas decisiones de aquella época podrá ser considerado. Las relaciones internacionales están conducidas por afinidades ideológicas, aun las financieras y comerciales. Los odios y el revanchismo propios de los grupos terroristas de los setenta llenan al Gobierno de teorías conspirativas. En Brasil, un ex obrero metalúrgico que vivió intensamente un socialismo reivindicativo logra enfoques pragmáticos y unificadores que son los necesarios para una gestión con mejores cimientos.

*Ex secretario de Hacienda.