COLUMNISTAS
HOLDOUTS Y CREDIBILIDAD

Por qué Cristina cambió

La decisión de pagarle a los holdouts (acreedores que quedaron fuera del proceso de reestructuración de la deuda pública en default, con títulos que ascienden a 22 mil millones de dólares), anunciada esta semana por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Nueva York, fue recibida con general beneplácito por el sistema internacional y por economistas, empresarios y medios de comunicación en el plano interno.

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La decisión de pagarle a los holdouts (acreedores que quedaron fuera del proceso de reestructuración de la deuda pública en default, con títulos que ascienden a 22 mil millones de dólares), anunciada esta semana por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner en Nueva York, fue recibida con general beneplácito por el sistema internacional y por economistas, empresarios y medios de comunicación en el plano interno.

El objetivo buscado por el sistema de poder “K” (Néstor Kirchner y CFK, en ese orden) fue recuperar la confianza de los mercados externos, o lo que es igual, que vuelva el crédito para la Argentina, notoriamente perdido en los últimos cinco años.

El pago a los holdouts tuvo así el mismo objetivo que la cancelación de la totalidad de la deuda con el Club de París, aunque la primera parece haber tenido una mayor consistencia instrumental –consulta a especialistas e intervención de responsables técnicos– que la segunda; sin embargo, la meta común –recuperación de la confianza internacional– se aleja tanto en uno como en otro caso.

Tras la unánime aprobación interna y externa, surgieron reclamos para profundizar las medidas, con el objeto de enfrentar, primero, la situación inflacionaria (30% anual en agosto, según el índice combinado de siete provincias; un nivel seis veces superior al promedio mundial del primer semestre 2008: 5.5% anual); y luego, el restablecimiento de la credibilidad del organismo oficial de estadísticas: INDEC.

En ese punto, se pasa al plano de las personas, que son la base y fuente de la crisis de credibilidad; la primera es Guillermo Moreno, Secretario de Comercio Interior; la segunda es el jefe político de Moreno, responsable de su accionar y único sustento de su poder: Néstor Kirchner.

Así, por esta cadena de mediaciones, se llega a que la crisis de credibilidad de la Argentina en el sistema internacional no se debe a la falta de pago de los créditos del Club de París o a la decisión de excluir “para siempre” a los bonistas que rechazaron la oferta de reestructuración de 2005, sino a un problema político previo, que es la naturaleza y el eje de la estructura de poder que controla las decisiones en la Argentina en los últimos cinco años.

Las visiones geométricas examinan aisladamente un problema y su respuesta: ¿Holdouts, Club de París?; ¿Es conveniente o positivo pagarles? En ese plano, la respuesta es abrumadoramente favorable.

El examen político, en cambio, busca el contexto del problema. ¿Cuál es el problema de la Argentina actual, tanto interno como externo? Hay una crisis de confianza, esto es, política.

No se descree de la Argentina por su situación macroeconómica, ni tampoco se duda de su solvencia para enfrentar la deuda impaga con el Club de París o los holdouts. Lo que hay es un cuestionamiento político; una crítica sistemática, prácticamente unánime, sobre su credibilidad.

“El poder es coerción y consenso”, dijo Antonio Gramsci (“Notas sobre Maquiavelo, sobre Política y sobre el Estado Moderno”); y ambos están inextricablemente ligados. Pero lo decisivo en el poder es el consenso, no la coerción. Si el consenso, que es la legitimidad –la credibilidad– se desvanece, la coerción, por poderosa que sea en términos militares o policiales, se revela impotente.

En el momento en que un sistema de poder pierde toda credibilidad, como ocurre con el vigente en la Argentina en los últimos cinco años, es cuando huyen de él “los genios invisibles de la ciudad” –los duendes de la legitimidad– en los términos de Guglielmo Ferrero (“El poder: los genios invisibles de la ciudad”).

Este proceso de desvanecimiento de la legitimidad/credibilidad suele ser históricamente irreversible; y el punto de inflexión de esa irreversibilidad en el sistema “K” parece encontrarse entre el 15 y el 17 de julio de este año (movilización del campo en Palermo y derrota en el Senado).

Si esta aproximación analítica es relativamente cercana a la realidad de las cosas, lo probable, entonces, es que el pago a los holdouts ahora, como antes al Club de París, no obstante la bienvenida prácticamente unánime que han tenido las medidas, no implique resolver la crisis de confianza que experimenta la Argentina, quizás porque su origen o fuente, está en otro lado, en el plano político.


*Analista político.