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Prejuicios sobre Macri

Como uno de los principales prejuicios sobre Macri se organiza alrededor de su origen y fortuna, vale un repaso sobre ese tema.

Pachamama. Ayer, el Presidente, en festejos en Jujuy.
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¿Quién es realmente Mauricio Macri? ¿Es una persona diferente a la que era porque el budismo, el ejercicio electoral, y la nueva mujer y la paternidad lo transformaron? ¿Nunca fue quien se suponía que era? ¿Lo connotaban los prejuicios de ser el heredero de un megamillonario?

Como uno de los principales prejuicios sobre Macri se organiza alrededor de su origen y fortuna, vale un repaso sobre ese tema. La declaración jurada con la que asume como presidente recién podrá conocerse en mayo, pero en 2014 tenía un patrimonio declarado de alrededor de 5 millones de dólares. Asumiendo que por la inflación la mayoría de los bienes de todos los ciudadanos está subvaluada, podría duplicarse o triplicarse esa cifra, pero siempre se estaría frente a una persona con un patrimonio mucho más pequeño que el de las cien personas más ricas del país. Pero no fue siempre así.

A los 10 años Macri era el heredero más poderoso del país. Pero a los 40, ya uno más de muchos

Cuando Macri tenía 10 años, era el primogénito de la familia más poderosa del país. Hace pocos días su padre, Franco, difundió una especie de carta abierta a su hijo (¿o a la opinión pública?). Tratando de justificar haberse opuesto a su carrera política, explicó que había preferido que condujera sus empresas.

Lo primero para colocar en perspectiva es que las empresas de Franco Macri durante los años 90 dejaron de constituir el grupo más poderoso del país para diluirse y entrar en el siglo XXI siendo una mínima parte de lo que fueron en los 80.
En 2001, cuando Mauricio Macri ingresó formalmente a la política con 42 años, el grupo empresarial de su familia se encaminaba a la crisis de reducción, y él ya no era el heredero de la familia más poderosa del país. Haber pasado su infancia como un verdadero príncipe y llegar a la mediana edad con un patrimonio importante, pero significativante menor, pudo ser un factor (además del budismo, su nueva familia y la política) que contribuyera a desarrollar otra perspectiva.
Franco Macri, en su reciente carta abierta por Twitter, asigna al secuestro que sufrió su hijo en 1991 el punto de inflexión en su cambio vocacional: “No dejó nuestras empresas por la buena o mala relación que tuvo conmigo. Las dejó porque Dios o el destino lo hicieron tropezar con la finitud de la vida y algo cambió para siempre en 1991 cuando fue secuestrado”.
Los hechos no parecerían darle la razón al padre. Ex ejecutivos de sus empresas comentan el carácter castrador que Franco Macri tuvo no sólo con sus hijos, sino también con sus principales colaboradores. Personalmente tengo dos recuerdos: en 1991 Mauricio Macri le concedió a la revista Noticias el único reportaje en el que habló de su secuestro y no percibí durante la entrevista ningún desapego de su vocación empresarial. Y siete años más tarde, en 1998, siendo ya presidente de Boca, vino a conocer el nuevo edificio de Editorial Perfil de entonces y contó su decepción porque su padre no daba señales de querer dejar la posición de CEO del grupo de empresas familiares, tarea para la que Mauricio Macri se había preparado.
 
Ex ejecutivos de Socma cuentan que en 1998 Franco Macri reunió a los cien centuriones de todas sus empresas para informarles que finalmente había decidido profesionalizar su conducción y nombrar a su hijo Mauricio como CEO. Eso alegró a sus ejecutivos hasta que dijo que la fecha del relevo sería recién siete años después: en 2005, lo que fue interpretado por la mayoría como una señal de que nunca terminaría de retirarse.

Le atribuyen a Franco Macri tanta capacidad creadora como destructora, genio para ir rápido en ambas direcciones, un temperamento que le permitió en sólo veinte años construir el mayor holding del país y en los veinte siguientes reducirlo a niveles mínimos.
 
Cuando su hijo asume como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires sólo quedaba un puñado de empresas, entre ellas, la de construcción, que Franco Macri traspasó a su sobrino Angelo Calcaterra.

Macri: “El despilfarro en el Estado era mayor  que la corrupción”, pero  tienen el mismo socio: la cartelización privada

Los mismos ex ejecutivos de Socma coinciden en pensar que si Mauricio Macri hubiera asumido en 1998 al frente del holding, habrían cruzado las turbulencias de 2001 sin vender “las joyas de la abuela” (desde transportadoras de energía hasta la autopista de la Panamericana) ni haberse tenido que retirar de Brasil. Y hoy el grupo Macri estaría entre los diez mayores del país. Le atribuyen al ahora presidente condiciones de buen conductor, pero dicen también que su Talón de Aquiles es el carácter duro que lo lleva a tirar demasiado de la cuerda en ciertas negociaciones, rompiendo negocios o relaciones.

Otro prejuicio no muy sustentable le asigna a la familia Macri pertenencia al establishment tradicional argentino, pero Franco Macri, aun en la época de su mayor poderío económico, no fue considerado un integrante pleno de esa clase por su condición de inmigrante y nuevo rico.

En síntesis, no es muy consistente presumir que Mauricio Macri tenga una especial simpatía por los grandes empresarios ni que se considere a sí mismo representante de ese sector. No sería improbable que tuviera actitudes de mayor independencia del establishment económico incluso que Néstor Kirchner.
 
Un verdadero capitalismo competitivo requeriría romper con el statu quo de cartelización. Esta semana Macri dijo que encontró al asumir que el despilfarro en el Estado era mucho mayor que la corrupción. Ambos, despilfarro y corrupción, comparten el mismo socio: la cartelización de los privados.