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Provincianismo global

Los continuos procesos de globalización son imparables y el derecho se irá acomodando a una nueva realidad.

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LA CORTE: votó en contra Maqueda, a favor Lorenzetti, Haighton, Rosenkrantz y, parcialmente, Rosatti. | cedoc

Peter Sloterdijk, el filósofo más rutilante de la actualidad y autor del libro de filosofía más vendido de los últimos treinta años: Crítica de la razón cínica, sostiene que la globalización produce provincianismo global y una regresión del cosmopolitismo. Para Sloterdijk hubo tres mundializaciones: la primera fue la metafísica, con la incorporación de la cosmovisión griega a toda Eurasia. La segunda mundialización fue la física, donde las potencias europeas con sus naves colonizaron el resto del mundo. Y la tercera es la de la desterritorialización, con un solo mercado mundial e internet como su principal emergente. En la actual globalización se construyó un mundo sincrónico donde, dice Sloterdijk, se “ha perdido la noche porque la luna y el sol ya no son los vectores del tiempo: en el mundo interior del capital siempre es de día” (lo mismo para Netflix o Google).

La primera globalización fue de Sócrates a Copérnico; la segunda, desde el descubrimiento de América hasta la caída de la Unión Soviética, y la tercera es la globalización electrónica. Los antiguos conquistaban el cielo; los modernos, la tierra, y los posmodernos, el interior de las personas, con lo que Sloterdijk llama “una orgía de comunicación”, que lo que transfiere son pensamientos.

La Corte Suprema de Justicia limitó a la Corte Interamericana la posibilidad de revocar fallos argentinos

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Pero ese proceso de “des-alejamiento psicológico” y homogeneización de almas choca con la resistencia de las barreras culturales y los perjuicios económicos zonales. Se genera un contraflujo que responde a la universalización del capitalismo con nacionalismo (provincianismo) político: a más comunicaciones, más colisiones.

Trump no es sólo producto de especiales condiciones norteamericanas sino también un síntoma que, de distintas formas, se expresa en la mayoría de los países desarrollados donde hay un regreso al nacionalismo y la entropía, que también influye en el resto del mundo como respuesta imitativa o defensiva.

La soberanía jurídica es una de las formas con que los Estados-nación constituyen sus límites, como lo son al territorio las fronteras y al comercio sus aduanas. La resolución de la Corte Suprema de Justicia producida esta semana limitando el grado de intervención de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre la Justicia argentina está en sintonía con esa regresión del cosmopolitismo. Lo contrario al universalismo, de moda en los 90, que produjo la creación de la Unión Europea y en Argentina se plasmó en la firma del Tratado de San José de Costa Rica en 1994 más la expansión del Mercosur a la política.

Esta resolución de nuestra Corte Suprema obviamente pone freno al cumplimiento de posibles resoluciones de la Corte Interamericana que pudieran beneficiar a Milagro Sala contrariando dictámenes de la Justicia nacional. Pero más allá de la coyuntura, es importante observar que probablemente no se habría pronunciado de la misma manera nuestro máximo tribunal en el clima transnacionalista que marcó los años 90 y la primera década de este siglo, potenciado por la idea de una patria grande latinoamericana.

 Este dictamen en que la Corte sentó su posición fue por el juicio que justamente Editorial Perfil le ganó al Estado argentino en la Corte Interamericana por una injusta sentencia de la famosa mayoría automática de la Corte Suprema de Menem que condenó a Perfil en los años 90 a pagarle al entonces presidente una indemnización.

La resolución de la actual Corte Suprema no modifica todo lo dispuesto por la Corte Interamericana, incluida la devolución de lo pagado a Menem (que Editorial Perfil donó al CELS, cuyos abogados defendieron la causa) pero se niega a revocar el fallo de la Corte Suprema de los 90.

El tema de la extraterritorialidad de los tribunales es una de las grandes tensiones de la globalización. Otro ejemplo es la Justicia norteamericana deteniendo a directivos de la FIFA por delitos cometidos fuera de los Estados Unidos, como cobrándole multas a Odebrecht también por delitos realizados fuera de los Estados Unidos, asignándose competencia por el hecho de que el dinero de las coimas, tanto en la FIFA como en Odebrecht, pasó por bancos norteamericanos. Y ya hace más de una década el juez español Baltasar Garzón conmovió al mundo con la detención de Pinochet en Londres y, previamente, de varios ex represores argentinos.

En Perú proponen salirse del Pacto de San José de Costa Rica para combatir con más dureza la inseguridad

Actio in distans. Más allá de los deseos de los Estados de mantener sus fronteras con muros reales o simbólicos, y con su poder cobijante calmar la “angustia espacial”, los continuos procesos de globalización son imparables. Para Sloterdijk, las telecomunicaciones no son una herramienta tecnológica sino que alcanzaron el carácter de nuevo constitutivo ontológico social: la ciudadanía mundial electrónica, la televecindad y la telemoral. Hoy se actúa a distancia comenzando por la circulación de dinero en tiempo real en cantidades de billones de dólares diarios, y decenas de millones de mails y distintas formas de mensajes por minuto.

Esta cercanía artificial genera una densidad de convivencia (mayor cantidad de contactos entre personas) que recompone psicosocial e identitariamente al ser humano. Eso no se podrá detener y el derecho se irá acomodando a una nueva realidad.