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¿Puede Macri desprenderse de Peña?

Lo sabe el Jefe de Gabinete. Sabe y acepta que su función es la de ser un pararrayos del Presidente. Hasta hace poco lo era en las buenas.

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Ellos. Marcos Peña, soldado del presidente Mauricio Macri. | marcelo aballay

Pese a su natural optimismo, el desgaste del ejercicio del mando y la crisis se le notan en la cara. Apenas resulta una anécdota en comparación con algo peor: Marcos Peña atraviesa el momento más difícil, políticamente hablando, desde que acompaña a Mauricio Macri hace más de una década.

Lo sabe el Jefe de Gabinete. Sabe y acepta que su función es la de ser un pararrayos del Presidente. Hasta hace poco lo era en las buenas. Haciendo y deshaciendo en el Gobierno junto a sus laderos Mario Quintana y Gustavo Lopetegui. Ese “trípoder” marcó el ritmo de una gestión implacable con quienes “no jugaban en equipo”, un eufemismo que sirvió para eyectar a ministros y funcionarios que no seguían las directivas.

La cúspide del éxito fue apenas hace menos de nueve meses, cuando el oficialismo venció en las elecciones de medio término. Semejante cénit llevó incluso a ponerlo a Peña en la misma carrera sucesoria de Macri junto a María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta, que validaron sus chances en las urnas.

Pero con el otoño y la crisis cambiaria –devenida en financiera, devenida en económica, devenida en social y devenida en política– la luz de Peña trocó en sombra. Amén de que empezó a circular la fila de heridos y heridas que acumuló durante sus tiempos de intocable, el funcionario tomó nota que los movimientos decididos por el Presidente expresaban que la forma de ejercer el poder de la Jefatura de Gabinete estaba en aprietos.

La influencia del flamante presidente del Banco Central y ex ministro de Finanzas, Luis Caputo, y sobre todo el ascenso de Nicolás Dujovne como ministro coordinador del atomizado gabinete económico expusieron que algo en el corazón del Poder Ejecutivo estaba cambiando.

Tampoco conviene dejarse llevar por los cantos de sirena antipeñista. El funcionario y sus dos vicejefes siguen con sus rutinas de mando gerencial aunque hayan perdido poder de fuego. De hecho, fue el propio Peña el que desautorizó a Dujovne respecto a que sí se analizaba un impuesto a los viajes al exterior. Y fue Lopetegui el que llevó la voz cantante gubernamental esta semana para notificar que se clausura el avanzado proyecto de la represa hidroeléctrica de Chihuido, en Neuquén.

Como ya se ha contado aquí, Peña y Macri resisten los pedidos de la mesa chica para que haya más cambios de gabinete. Incluso los que hace en los oídos presidenciales el hermano del alma Nicky Caputo. En algún caso hasta la demanda es que Peña dé un paso al costado, como fusible que preserve al Presidente.

Hay quienes creen en la Casa Rosada que es imposible que eso suceda, con el argumento de que Peña es Macri. Otras fuentes, que no abrevan en el antipeñismo, aclaro, lo creen improbable pero posible, en tanto y en cuanto Macri o Peña lleguen a la conclusión de que es la única o mejor opción para preservar las chances reeleccionistas. Antes que Jefe de Gabinete, Peña es un soldado de Macri. Ambos también saben eso.