Más allá de que repita ciertas muletillas conocidas, resultan cuanto menos curiosos algunos de los dichos del Presidente en sendos reportajes publicados por Clarín y La Nación durante su gira por Asia.
Hay por ejemplo, cierto toque personalista en su explicación de ir por la reelección, al argumentar que no puede abandonar lo que inició o a los argentinos que quieren consolidar un cambio.
El peronismo es blanco de no pocos dardos. Desde que quieren mantener privilegios y abusos hasta que son responsables de la corrupción que genera más pobres. El Cuadernogate expone que no es un patrimonio peronista, gracias al protagonismo de miembros del Poder Judicial y del empresariado.
Según Macri, lo que se robaron explica que aumente la pobreza. Semejante tono exculpatorio de sus tres años de gestión se completa con que la crisis 2018 fue culpa de problemas estructurales, el peronismo, la tensión global de los mercados, la sequía y los cuadernos. La paja en el ojo ajeno.
Las condiciones de Cristina para bajarse
En sus palabras surgen revelaciones. Como que se abrazó al gradualismo porque no había consenso para el shock. Que hoy hay una política monetaria seria, ¿con Sturzenegger y Caputo no? Y que hay con claridad un modelo de desarrollo que empezó a dar los primeros pasos… No sería coincidente con la evaluación que hacen los industriales, el agro, fondos de inversión, el FMI y hasta dentro de la propia coalición de gobierno, que observan más medidas de recortes y ajustes para llegar al ansiado déficit cero que un programa de crecimiento económico.
Tras exponerse inútilmente antes del viaje al asegurar que bajaba la inflación, lo que el Indec desmintió horas después con el índice de enero, Macri volvió a contradecirse: aseguró que no hará más pronósticos para luego augurar que en los próximos años habrá un solo dígito de inflación.
Reiteró el eslogan de que con el kirchnerismo íbamos hacia donde está Venezuela, para refrescar que votar al peronismo sería retomar ese camino. La liviandad de la chicana contrafáctica, con la que además busca justificar el temor de los mercados ante la elección, esconde también un peligro del que el Presidente no nos ha advertido lo suficiente.
Si es cierto que con Cristina y el peronismo vamos hacia Venezuela, país que ha girado hacia un régimen político autoritario con detonación social, el Presidente debería dejar de prestarle atención a tantos otros temas menores al lado de que corre riesgo nuestra democracia. Salvo, claro, que apenas sea una afirmación electoralista poco seria. Otra.
