La libertad de expresión ha sido vulnerada estos días pasados en el mundo material, tan material que el obstáculo a esa libertad fueron personas y camiones frente a Clarín y La Nación. Mientras tanto vienen tomando cuerpo amenazas en la Red; es decir, en el mundo virtual. Son potencialmente más peligrosas que los bloqueos de Moyano porque el que hoy llamamos mundo virtual estará en el futuro tan incorporado a nuestra vida –absolutamente móvil, íntimo y ubicuo– que no necesitará un nombre que lo distinga.
El fin de la neutralidad de la Web, buscada por las grandes empresas de comunicación es la principal amenaza (no la única). Ahora voy a ofrecer un contexto que quizás permita entender mejor lo que está en juego. Disculpen este paréntesis.
Neutralidad quiere decir nadie puede discriminar lo que circula por la Red. Todos los contenidos tienen la misma importancia. No hay prioridades. Esa neutralidad fue creada por “casualidad“. Internet, la estructura que sostiene a la Red, fue creada para otros fines: para asegurar la comunicación en caso de guerra nuclear. Por eso nació igualitaria, capaz de funcionar sin jerarquías, descentralizada, autónoma.
Esto no le gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Ahora pasemos al ataque a la neutralidad. El 29 de marzo, en un congreso de periodismo digital en Huesca, España, Román de Nicolás, gerente de Marketing de productos de Telefónica Grandes Clientes, anunció que su empresa lanzará pronto una red cerrada y paga para brindar videos de alta calidad. Así relataron dos de los asistentes.
Será una red paralela a la actual con contenidos premium y pagos. Los otros contenidos serán discriminados, expulsados o relegados. Telefónica dice así no subsidiará más “contenidos de terceros“. Un periodista le recordó que Telefónica no subsidia contenidos de terceros: son los usuarios los que pagan para acceder a los contenidos. Fin de la reunión.
¿Por qué Telefónica que no brinda ese tipo de videos en la Red actual les pone una barrera de pago? Porque busca mucho más que eso: avanzar, junto con otras grandes operadoras del mundo, hacia la parcelación global de la red, con distintos precios y distintas calidades: en ese caso, se reproducirán en la red (en las redes) las mismas desigualdades sociales que en el mundo material. Los más pobres tendrán menos acceso a la cultura que hoy. Su voz se escuchará menos y su libertad de expresión será una ilusión.
La Red no suprime las disigualdades pero reduce algunas importantes. Es una herramienta política. Las revueltas en países árabes no son producto de la Red pero la Red ayudó a hacerlas posibles.
Una cosa es cobrar por contenidos diferenciales como hacen algunos productores de contenidos. La otra, es dividir a la Red entre autopistas con peaje y caminos secundarios gratuitos, precarios y lentos.
El ataque a Internet es una evolución propia del capitalismo, pero no es inexorable. Aún así el peligro no es leve.
Telefónica –que brinda servicios en la Argentina– será la punta de lanza. En EE.UU. Verizon, ATT y otras están en la línea de largada. Obama está cediendo. Se ve: es una alianza poderosa.
¿Y en la Argentina cómo estamos?
Telefónica de Argentina dijo no estar al tanto del tema. Raro: el presidente de Telefónica global hizo en España un primer anuncio hace meses y está en YouTube desde entonces. Telecom nos debe una respuesta desde fines del año pasado. Fibertel, igual. En el Ejecutivo parece no haber nada. Algo coherente con que la nueva Ley de Medios excluye a Internet. La Secretaría de Comunicaciones nos giró a un sitio donde no hay exposiciones de ningún funcionario de alto nivel.
Las universidades brillan por su ausencia. La diputada Viviana Bianchi (San Juan, Peronismo Federal) es la única que ha presentado un proyecto de ley; tiene estado parlamentario. Es un muy buen punto de partida. Quién sabe cuándo y si se trata en el recinto.
En la Argentina estamos desarmados. Los usuarios no tenemos fuerza. La parcelación no tiene ningún impedimento legal.
El tema nos concierne a todos (todos); es muy urgente y llevará tiempo debatirlo. Aquí también está en juego la libertad de expresión.
