COLUMNISTAS

Rebelión del idiota

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Me rebela que me traten como un idiota. No sé, lo debo traer del ADN familiar, asturiano, para ser más preciso. Y me enoja que tantos insistan en seguir con esta manía de intentar tomarme de idiota. A mí. A todos nosotros. Pero el hábito de la costumbre o la necesidad de supervivencia hacen que ya nada parezca perturbarnos. O lo que es peor: que los deseos y las posturas propias o ajenas nos lleven a parcializar la indignación.
El kirchnerismo se escandaliza por las maniobras del juez Claudio Bonadio. Pero calla acerca del voraz crecimiento patrimonial de la familia presidencial, dedicada a la función pública desde hace casi cuatro décadas. Embisten ahora y van por la cabeza del magistrado, después que lo prohijaron y lo protegieron.

Basta un botón de muestra. “Claudio es para mí un ejemplo de juez independiente. Resuelve de acuerdo a sus convicciones siempre”. La autora de la frase es la dipu-piquetera-judicial oficialista Diana Conti, dicha al diario La Nación el 28 de noviembre de 2010. Justo cuatro años después, la misma mismísima persona declara según la agencia Télam que “Bonadio es un instrumento de coacción para intereses antipatrióticos”.
El antikirchnerismo sólo ve cómo lastimar a Cristina. No importa cómo. No importa dónde. No importa quién. Por eso mira para otro lado a la hora de hablar de Bonadio. Disimula que es uno de los jueces de la famosa servilleta del menemismo. Obvia que es el segundo magistrado (luego de Oyarbide) que más expedientes abiertos tiene en el Consejo de la Magistratura y que más revocaciones tiene en la Cámara Federal que lo controla. Silencia sus vínculos políticos con el massismo y otros suburbios peronistas. Y desprecia que sea protagonista del armado de varios jueces federales contra el proyecto oficial de reforma procesal y penal por el que cederían poder a los fiscales.

Esta lógica binaria, que ya harta, tiene obviamente sus traducciones mediáticas. No hay que esperar demasiado del periodismo militante, pero sí hay que exigirle más al presuntamente profesional. Por eso también rebela que Clarín trate de instalar que ellos son los investigadores implacables de la corrupción, cuando –sólo para acotarlo en el tiempo– fueron cómplices iniciáticos del kirchnerismo e intercambiaron beneficios. O que se pretenda establecer desde allí mismo que la aceleradísima ofensiva de Bonadio cuenta con el guiño del papa Francisco. Ay, Dios.

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