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mirando a 2019

Recelos y plan B de los dos delfines de Macri

Hay dirigentes oficialistas que piensan muy en privado qué hacer si a Macri no le da la nafta o elige bajarse de una contienda a la que ya dijo subirse

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Cortocircuitos. Macri, Vidal y Rodríguez Larreta difieren cada vez más respecto del rumbo oficial. | Juan Ferrari

En una sucesión de casualidades, en estos días se conoció una encuesta que le da mejor a Vidal que a Macri en un eventual ballottage con Cristina. Que un empresario influyente en la política empezaría en marzo a propiciar la candidatura presidencial 2019 de Rodríguez Larreta. Que la gobernadora toma distancia del Presidente y se concentra en su provincia.

No hay nada de fortuito en esos hechos. Más bien expresan los ruidos cada vez menos sigilosos que hay en el corazón del poder macrista, agitado desde que en abril arrancó una crisis financiera que derivó en económica, que derivó en social y que acaso derive en política, con efectos electorales.

Con estilos diferentes, Vidal y Larreta han propiciado que el Gobierno tenga más en cuenta a los socios radicales y, sobre todo, que sume acuerdos con el peronismo. Más política, en suma. Macri y Peña, que son dos en uno, sin embargo, no abren esas opciones. Y cuando lo hacen, parece tan real como un billete de 35 pesos. Así sucedió el fin de semana infernal de reducción ministerial, en varios momentos de la negociación presupuestaria y en la veloz detonación de la más que efímera mesa chica de Cambiemos.

Este diario viene contando los disgustos y cansancios del área política del macrismo (a Vidal y Larreta hay que sumar a Frigerio, Monzó, Santilli, Salvai y sigue la lista) con esta cerrada actitud del Presidente y su jefe de Gabinete. Pero continúan pasando cosas.

Mauricio Macri, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta tiene cada vez más diferencias respecto de su mirada sobre el rumbo oficial.

Tanto en Ciudad como en Provincia creen que la crisis aún no tocó fondo y dudan de que en la campaña electoral haya algún signo de recuperación palpable por los votantes. Los intranquiliza el mensaje interno bajado por Peña de que el discurso proselitista deberá obviar las cuestiones económicas. El miércoles pasado, por caso, hubo una suerte de convención del oficialismo en un teatro porteño, bajo el lema “cambio cultural”, donde reapareció Duran Barba. Peña controló el cónclave desde el escenario. Vidal y Larreta ni asomaron. Ah, pero el evento fue TT. Eso sí lo hacen muy bien.

“Con todo lo que pasó, siguen encerrados. No la ven. Mauricio y Marcos no ven que nos podemos pegar el palo”, confiesa una de las voces macristas más preocupadas.

Allí se admite la reactivación de ideas electorales alternativas, que es lo novedoso. Extraoficialmente, claro, ya que todos y todas aclaran que el plan A siempre siempre es la reelección de Macri.

Vamos entonces al plan B. Según las encuestas, sería mejor Vidal, la dirigente política con mejor imagen en el país. Sucede que no hay nadie como ella para acumular sufragios bonaerenses, desde la candidatura a la gobernación, para apuntalar a cualquier presidenciable. En el laboratorio subterráneo donde se evalúan estas ideas locas igual hay otros nombres por si Vidal fuera la elegida hacia la nacional. ¿Ritondo? ¿Stanley? ¿Alguien del peronismo?

Capital, en cambio, está más pintada de amarillo y no correría riesgos el distrito si Larreta va como presidenciable. ¿Santilli? ¿Lousteau?

Mientras nos “divertimos” con Carrió, hay dirigentes oficialistas que piensan muy en privado qué hacer si a Macri no le da la nafta o elige bajarse de una contienda a la que ya dijo subirse. Esto es aquí. Y es ahora.