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Visita a Buenos Aires

Recordando a Fidel Castro

El lo de mayo de 1959 Fidel Castro estaba por primera vez en Buenos Aires por haber participado en una reunión del llamado Comité de los 21. Su visita no era entonces oficial ni de Estado, porque no respondía a una invitación de carácter bilateral por parte de nuestro gobierno, sin embargo, fue recibido por el presidente Arturo Frondizi, y se le designaron, por razones formales y de cortesía diplomática tres jóvenes oficiales militares como edecanes.

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El lo de mayo de 1959 Fidel Castro estaba por primera vez en Buenos Aires por haber participado en una reunión del llamado Comité de los 21. Su visita no era entonces oficial ni de Estado, porque no respondía a una invitación de carácter bilateral por parte de nuestro gobierno, sin embargo, fue recibido por el presidente Arturo Frondizi, y se le designaron, por razones formales y de cortesía diplomática tres jóvenes oficiales militares como edecanes. Durante las 36 horas de su permanencia en nuestra ciudad fue atendido la mayor parte del tiempo por el entonces canciller, Carlos Alberto Florit, y cuando él no pudo acompañarlo, esa tarea me tocó a mí como integrante del gabinete del canciller. Fue así como lo llevé a cenar ese día 1o de mayo, con sus ocho o nueve jóvenes acompañantes, todos en ropa de fajina como el propio Fidel, al entonces famoso restaurante La Cabaña en la avenida Entre Ríos. Durante todo el tiempo de la cena, Fidel Castro, además de disfrutar con entusiasmo de nuestra buena carne y ensaladas, mientras leía los titulares del diario La Razón, me hacía preguntas de todo tipo vinculadas a nuestro país. Fuera de sus elogios por la comida, lo que más le llamó la atención, tanto a él como a sus acompañantes, fueron las uvas, que luego compraron por kilos y siguieron disfrutando en el Alvear Palace, donde se alojaban. Esa noche había función de gala en el Teatro Colón y no bien terminada, como era habitual, muchos de los concurrentes llegaron a La Cabaña para cenar, los hombres de black tie y las señoras de largo, y todos, casi sin excepción, se acercaron a la mesa para saludar a Fidel, quien todavía no se había proclamado “marxista-leninista” y por ende, gozaba de ese gran apoyo que la Revolución había concitado en todos los sectores democráticos del Continente, incluso y muy principalmente en los Estados Unidos, por el derrocamiento del dictador Batista, olvidando tal vez cuánto lo habían apoyado por años. Así también se daban manifestaciones de apoyo en las puertas del tradicional hotel por vecinos del barrio que, poco tiempo después, se transformarían en fervientes antifidelistas. Terminada la cena, acompañé al grupo al hotel donde Fidel siguió recibiendo visitantes hasta las cinco de la mañana, cuando el último de ellos, que fue el actor Arturo García Bhur, permitió que yo me retirara porque debía volver a las nueve de la mañana con el canciller Florit, que lo acompañaría el resto del día para recorrer la ciudad y almorzar con él en los carritos de la Costanera. Años más tarde, acompañé como periodista –estaba entonces fuera del Servicio Exterior desde 1974– al canciller Nicanor Costa Méndez en su visita a La Habana durante la guerra de Malvinas, y tuve oportunidad de saludar nuevamente al Comandante Fidel Castro, quien no obstante haber transcurrido 23 años desde aquella presencia suya en nuestro país, recordaba muy bien la cena en La Cabaña, la carne y las uvas. Por supuesto, me preguntó con interés y afecto por el doctor Carlos Alberto Florit, en presencia de Costa Méndez y del señor Malmierca, canciller de Cuba. Su charla, sus preguntas y su enorme vitalidad no mostraban ninguna diferencia entre el joven hombre de 32 años que tenía cuando lo vi y escuché por primera vez y ésta, del hombre maduro que ya andaba por los 55. Hoy, transcurridos 27 años más, creí que valía la pena recordarlo.

* Periodista y diplomático.

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