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el viaje a NYC, el valijagate y la interna K, con el regreso de rucci

Regresos múltiples

La Dra. Cristina Fernández de Kirchner siente fascinación por la ciudad de Nueva York. Esto, tal vez, explique la duración de su presencia allí. Como lo reconoció el mismo Héctor Timerman, embajador de la Argentina ante el gobierno de los Estados Unidos, al viaje presidencial le sobraron uno o dos días.

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La Dra. Cristina Fernández de Kirchner siente fascinación por la ciudad de Nueva York. Esto, tal vez, explique la duración de su presencia allí. Como lo reconoció el mismo Héctor Timerman, embajador de la Argentina ante el gobierno de los Estados Unidos, al viaje presidencial le sobraron uno o dos días.

El aspecto mediático fue un componente altamente trabajado en relación con algunos hechos protagonizados por la Presidenta. Sin dudas, el más impactante fue el anuncio realizado el lunes en la reunión del Nasdaq. Allí, la Dra. Fernández de Kirchner hizo pública la propuesta de tres bancos internacionales –el Barclays de Inglaterra, el Citibank de los Estados Unidos y el Deustche Bank– para reabrir la negociación con aquellos bonistas que quedaron por fuera del canje de bonos de la Argentina del año 2005. Estos son los famosos holdouts.

La presencia de la Presidenta en la imagen en pantalla gigante que hay en Times Square fue una postal que el gobierno argentino buscó. Es sabida la obsesión de los Kirchner por estas cosas. La realidad mostró que fue una postal de valor agregado cero. Nadie de los transeúntes que pasaba en esos momentos por allí prestó mayor atención a lo que decía alguien a quien no conocen.

La verdad es que, en la decisión de hacer este anuncio en un marco casi cinematográfico, hubo un objetivo ajeno al hecho en sí: contrarrestar el interés mediático que está generando el Valijagate.

Está claro que el gobierno de los Kirchner ha entendido, a fuerza de golpearse con la realidad, que debe buscar una mayor integración con el mundo si es que desea solucionar los problemas económico-financieros que significan obstáculos para el desarrollo de la economía de la Argentina. Es bueno que así sea aun cuando es una comprensión trabajosa hecha a fuerza de porrazos.

La Presidenta y su marido debieron desengañarse de la supuesta generosidad de Hugo Chávez y quedarse sin posibilidades de financiamiento externo para reactivar la idea, que en su momento presentó el entonces ministro de Economía, Martín Lousteau, tendiente a cancelar la deuda con el Club de París.

Una vez hecho esto, con mucha escenificación mediática y poca solidez instrumental, el Gobierno debió corregir números y metodología, y modificar su posición en relación con el tema de los bonistas. Fue luego del mensaje inequívoco que recibió de que este tema era prácticamente inescindible de cualquier solución con los países que integran el Club de París.

Finalmente, una vez anunciado esto, la Presidenta tuvo que encontrarse con las dudas que la economía argentina presenta a los inversores extranjeros. Esto ocurrió durante su disertación en el Consejo de las Américas. Allí, el tema del INDEK y la inflación estuvo entre las tres únicas preguntas que se permitieron al auditorio y que bastaron para alterar el humor de la Dra. Fernández de Kirchner.

Hay varios detalles para señalar en relación con todo el andamiaje de este viaje del matrimonio Kirchner.

En sus presentaciones, la Presidenta acertó cuando en las Naciones Unidas habló del tema de los derechos humanos, de Malvinas y de la AMIA. Se equivocó cuando, con tono de profesora de colegio secundario enojada con sus alumnos, quiso dar lecciones sobre la fenomenal crisis económica que comenzó a partir de los créditos hipotecarios en los Estados Unidos y que se ha extendido al mundo. No porque no tuviera razón en muchas de las cosas que dijo, sino porque la palabra de un presidente de la Argentina es, en el team económico, intrascendente. En este aspecto, a la Dra. Fernández la impregnó el mismo síndrome de importancia que han tenido muchos de sus predecesores en este tipo de reuniones. La realidad es otra. En efecto, la única presencia mediática de la Argentina en el New York Times tuvo que ver con el caso de la valija de Antonini Wilson.

En el tema de la negociación con los bonistas estuvo la mano del hoy embajador en Alemania, Guillermo Nielsen. Nielsen fue una pieza clave en toda la negociación que llevó al arreglo de 2005. Por lo tanto, conoce muy bien la realidad de los holdouts y su peso político. En la memoria quedan sus encuentros con Stephan Engelsberg, aquel bonista alemán que lo persiguió con su bicicleta por todo el mundo reclamándole el pago de sus papeles.

Lo cierto es que habrá que completar varios pasos antes de llegar al final de esta negociación por la cual los bancos cobrarán suculentas comisiones. Entre esos pasos tendrá que haber uno clave: el Congreso. Allí habrá necesidad de modificar la ley del año 2005 que cerró la posibilidad de reabrir el canje hasta 2010. Un tema no menor será la participación o no de los denominados fondos buitres. Hasta aquí, estos fondos se han mostrado duros y con capacidad de aguardar a cobrar el 100% de sus acreencias. Las decisiones del juez Griesa de Nueva York les vienen siendo favorables.

La Presidenta y su comitiva tuvieron un oído atentísimo a todo lo que sucedía en la Corte del Distrito Sur del estado de Florida. Para disgusto de la comitiva presidencial en Nueva York, no tuvieron más remedio que seguir las declaraciones de Guido Alejandro Antonini Wilson. Desde el punto de vista de la estrategia mediática de los Kirchner, ése era el peor escenario posible. Fue lo que, finalmente, acaeció y, entonces, el viaje presidencial tuvo que compartir la tapa de los diarios de Buenos Aires con los titulares alusivos a la por momentos confusa declaración del valijero venezolano.

El caso de la valija, hay que reconocerlo, tiene ya ribetes mezcla de novela de García Márquez y de película judicial de Hollywood.


El problema que el gobierno de los Kirchner tiene con el “mequetrefe” de Antonini Wilson, según el calificativo que le endilgó el ministro de Justicia, Aníbal Fernández, está dado por los siguientes hechos:

Antonini viajó en un avión contratado por la empresa del Gobierno argentino Enarsa.

En ese avión viajaban, entre otros, el titular del Occovi (Organo de Control de Concesiones Viales), Claudio Uberti, y su secretaria, Victoria Bereziuk.

La valija quedó en la Aduana y luego en custodia del Banco Nación.

Antonini nunca la reclamó.

Según el testimonio en sede judicial de Victoria Bereziuk, Antonini estuvo en la Casa Rosada dos días después de su llegada a Buenos Aires. Eso fue el 6 de agosto del año pasado.

Antonini se fue del país sin ningún problema a las 76 horas de su arribo al Aeroparque Metropolitano Jorge Newbery.

Hay que recordar que Claudio Uberti oficiaba de embajador paralelo en Caracas con injerencia en los negocios conectados con el gobierno del presidente Hugo Chávez, quien, en su discurso en la Casa Rosada de ese lunes 6 de agosto, se refirió a él en términos muy afectuosos y llamándolo por su nombre.

El otro tema de fastidio para los Kirchner fue, es y será Julio Cobos.

El vicepresidente estuvo activo en el comienzo de la semana. Sus reuniones con Mauricio Macri y Gabriela Michetti, y con Eduardo Buzzi, el presidente de la Federación Agraria Argentina, enfadaron al matrimonio presidencial. Por lo tanto, sus soldados salieron a “ladrarle” a Cobos, quien, sugestivamente, bajó el perfil hacia el final de la semana.

Está claro que su reunión con la dupla Macri-Michetti, justo en el momento en el que quedó administrativamente a cargo del Poder Ejecutivo, significó en sí una provocación. De allí a una conspiración, como la definió el jefe del bloque de senadores del oficialismo, Miguel Angel Pichetto, hay un trecho enorme. De todos modos, nada para sorprenderse del matrimonio presidencial, para el que todo lo que se le opone es golpista o destituyente.

Hay quienes desde el entorno de Cobos tienen una visión crítica de las actividades que viene desarrollando el vicepresidente desde que su nombre fue catapultado al estrellato de la popularidad, en el mismo momento en el que emitía su ya histórico voto “no positivo”. Pero lo cierto es que este acto de dialogar con el que piensa diferente, esencial en cualquier democracia, sólo tiene ribetes extraordinario cuando quien ejerce el poder se cierra a esta práctica. Es lo que hacen los Kirchner. ¿Cuánto habría ganado la Presidenta si en vez de Cobos hubiera sido ella la de la foto con las autoridades legítimas de la Ciudad de Buenos Aires?

Julio Cobos ya se ha hartado del maltrato presidencial. No va a renunciar. Por el contrario, va a hablar cada vez más.

Ya sabe que lo van a molestar judicialmente con alguna causa judicial que se reabrirá y que tiene que ver con su paso por la gobernación de Mendoza. Por lo pronto, el tema de los fondos y los gastos de la campaña electoral tal vez lo rocen.

Es indiscutible, a esta altura, que Cobos tiene en ciernes un proyecto político propio. Considerar al vicepresidente como un ingenuo es algo que no se condice con la realidad.

Finalmente, un párrafo para un hecho de enorme significación judicial y política que pondrá al Gobierno ante una situación nunca imaginada.

El trigésimo quinto aniversario del brutal asesinato del ex secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, ha producido dos novedades de significación. Una ha sido la publicación del estupendo libro de nuestro colega Ceferino Reato, Operación Traviata, que contiene un detalle impresionante de hechos y nombres de ese hecho terrible. Ceferino Reato ha sido llamado para declarar como testigo en la causa. El otro, íntimamente ligado a esa investigación periodística, ha sido el pedido de reactivación de la causa y de su recaratulización como “crimen de lesa humanidad” hecho por parte no sólo de los hijos de Rucci sino también del actual secretario general de la CGT, Hugo Moyano.

El asesinato de Rucci, en una operación tipo atentado, fue un hecho criminal enmarcado dentro de la puja política entre sectores de la derecha y de la izquierda del Justicialismo, que tuvo lugar en el contexto de un régimen democrático sin ningún tipo de proscripción. En efecto, dos días antes de ese hecho, el general Perón había sido reelecto para ocupar la Presidencia de la Nación por más del 60% de los votos.

Las evidencias señalan a Montoneros como la organización que planificó y llevó adelante ese crimen. La impunidad de ese asesinato y la de otros similares constituye un agujero negro en el ejercicio de memoria y conocimiento de la verdad del que la sociedad argentina tiene necesidad. Y esto no es abonar la maniquea teoría de los dos demonios, con la que se ha querido descalificar a quienes han insistido en lo impostergable de recordar en toda su dimensión la historia de violencia que asoló a la Argentina sobre todo en al década del 70 y principios de los 80.

El terrorismo de Estado es de una inmoralidad superlativa e incomparable. Pero esto de ninguna manera puede ser una excusa para frenar las investigaciones sobre hechos de violencia perpetrados por las organizaciones que, en plena vigencia de las instituciones republicanas, usaron la vía de la violencia armada para tratar de imponer sus ideas y acceder al poder.

La visión parcial de los Kirchner sobre esos hechos y su sobreactuación con fines de utilización política del doloroso tema de los derechos humanos, los pone aquí y ahora frente a un verdadero dilema. Era inevitable que así sucediera. Es el producto de la verdad de los hechos. Hechos que debemos conocer en toda su amplitud para aprender y no repetir esta historia “nunca más”.



Producción periodística: Guido Baistrocchi.