COLUMNISTAS
El gobernador muerde el polvo

Scioli, como un sonámbulo

<p>El mandatario bonaerense quedó seriamente herido por el Caso Pomar y encima, debe soportar el embate del “fuego amigo” estelarizado por un débil, pero indomable Néstor Kirchner. Macri sigue en su laberinto.</p>

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Los Kirchner, Daniel Scioli y Mauricio Macri están en su peor momento político desde que llegaron al poder. Las equivocaciones de magnitud que cometieron impactaron con fuerza en la imagen pública de todos. Recién están empezando a pagar el costo que se manifiesta en el achicamiento de su poder real y en los cuestionamientos a su capacidad de conducción, que se potenciaron entre sus seguidores.
Situaciones distintas aceleraron los tiempos y desataron calientes polémicas adormecidas que han abierto la lista de retiros voluntarios y el libro de pases de funcionarios y dirigentes.

El día que juró como diputado, Kirchner hizo ostentación de su torpeza para comprender la lógica negociadora parlamentaria. Ese papelón fortaleció la idea de que el capricho negador y enfermizo de Néstor se los lleva puestos a todos. Resurgieron los juegos de palabras entre Perón y Nerón para definirlo. En la provincia de Buenos Aires, donde actúa directamente como gobernador, desató una verdadera rebelión dentro del Partido Justicialista. Se expresa en el silencio y bajo perfil de muchos intendentes y en la huelga de brazos caídos o trabajo a reglamento que hicieron el día de la movilización al Congreso. También en la toma de distancia, entre otros, de Pepe Scioli -con portazo incluido- Sergio Massa, Pablo Bruera, más alguna resonante sorpresa que se va a develar en las próximas semanas. El caso de José Pampuro merece un párrafo aparte. Néstor Kirchner estuvo operando secretamene para desplazarlo de la presidencia provisional del Senado. No le resulta tan fácil lograr su objetivo punitivo porque Pampuro es un hombre respetuoso y respetado por todos los sectores. Incluso a Miguel Pichetto, comisionado por Néstor para cortarle la cabeza, le tiembla la mano, algo inhabitual en él, que ejecuta las órdenes con frialdad y obediencia debida. No está dicha la última palabra en este tema, que sería otra bomba de fragmentación en el peronismo bonaerense. Pero confirma una vez más el trato que Néstor les reserva a los que tienen la osadía de expresarle una opinión distinta. El agradecimiento a quienes lo apoyaron desde un principio y fueron leales en todo momento no es precisamente una virtud del santacruceño trasplantado a Buenos Aires. Pampuro en su momento puso ciertos reparos a esos esperpentos llamados candidaturas testimoniales y Néstor le cortó el rostro, el saludo y el teléfono para siempre. Pampuro ahora trabaja con Sergio Massa, que quiere ser gobernador aunque, tal vez, una nueva candidatura en ciernes lo entusiasme más porque se trata de un peronista histórico con mucho poder territorial. Habrá más novedades en los próximos boletines.

Daniel Scioli aparece sonámbulo mientras recibe fuego amigo en el escenario político. El editorial que ilustró Hermenegildo Sábat en Clarín desnudó su crisis porque mostró al gobernador con los pantalones en los tobillos. La tragedia de la familia Pomar se transformó en una catarata de cuestionamientos sobre la impericia policial que catalizó los reclamos de seguridad en las barriadas populares y puso en tela de juicio la continuidad en el cargo del ministro de Seguridad. La orden de Kirchner de dar marcha atrás con la reforma electoral que despegaba las internas provinciales de las nacionales se cumplió a rajatabla y eso completó el vaciamiento de poder al que fue sometido Scioli. Fue la primera vez que Néstor bajó de un plumazo una resolución unánime y orgánica del justicialismo bonaerense. Todos se tragaron el sapo pero los gritos de Alberto Balestrini y Federico Scarabino fueron mucho más que dolores intestinales. Lo mismo pasó cuando Ariel Franetovich les faltó el respeto y quiso correrlos con la vaina de una foto abrazado a Kirchner. Varias heridas quedaron abiertas. La estampita de Néstor cada vez protege menos.
Simultáneamente, voces muy escuchadas por Kirchner, como la del periodista Horacio Verbitsky, aseguraron que la golpeada carrera de Scioli “ya es un inquietante pasivo para el Gobierno nacional”. El columnista de Página/12 sometió a Carlos Stornelli a un bombardeo mediático que superó a los periodistas más destituyentes. Trató al ministro de Scioli de perverso, fracasado y analfabeto a punto de acalambrarse la lengua y de batir el récord mundial de palabras vacías. ¿Pensará lo mismo Kirchner? ¿ El jefe de la jefa de Estado tratará de descabezar la provincia, como sugirió Hugo Biolcati, al que Eduardo Camaño puso en caja calificándolo de personero del autoritarismo gorila?

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Las granadas siguen estallando en la cara del Gobierno. La huida de Enrique Albistur fue la crónica de un cortocircuito anunciado. Reemplazado de facto y luego formalmente por Alfredo Scoccimarro y con la elocuencia de Miguel Núñez de mudanza a Diputados, Albistur no tuvo otro camino. Se dio el último gusto chicanero y en su renuncia parafraseó a Evita y dijo que “renunciaba a los honores”. El viernes, en una mesa de kirchneristas recargados, le devolvieron la gentileza irónica y lo bautizaron “Cimiento”. Un ministro y un secretario de Estado que no se atreven a decirlo delante de él lanzaron eso de Enrique “Cimiento” Albistur y le auguraron un amplio recorrido por Tribunales. Ramal que para, ramal que cierra. Funcionario que se va del Gobierno no recibe ni un llamado solidario de los que se quedan. Tienen miedo de contaminarse y quedar pegados. Saben que Néstor es implacable.

Los Kirchner, como siempre, van a redoblar la apuesta. Siguen convencidos de que los reclamos de mayor seguridad son un invento de los medios. Han desplazado en todas las encuestas a la preocupación por la desocupación, pero el matrimonio las considera un ariete desestabilizador. Ese silencio sobre el tema les está fabricando un boomerang terrible porque cada vez más voces de vecinos comunes y silvestres, envalentonados frente a las cámaras de TV y desgarrados por el dolor, acusan directamente a la Presidenta de ser responsable del pánico que sienten frente al delito creciente. Aunque sea en defensa propia, los Kirchner deberían encontrar una forma racional de encarar el asunto. Luis D’Elía, rodeado de dirigentes de Quebracho, dijo que la inseguridad era una preocupación de la clase media y de la Argentina blanca. Es difícil explicarles esa mirada dogmática y conspirativa a los colectiveros de la línea 60 que, a juzgar por las imágenes, no eran vecinos de Recoleta ni rubios de ojos celestes. Eran esforzados laburantes hartos de ser asaltados. Mordían su bronca porque un par de delincuentes le cortaron un dedo a un compañero. Los choferes no anduvieron con vueltas ni con cacerolas de teflón. Directamente se metieron en el despacho del intendente de Escobar y bloquearon el tránsito con sus vehículos.
Julio Alak, el ministro presuntamente encargado de bregar por la seguridad, estaba en Plaza de Mayo junto a Hebe de Bonafini y Felisa Miceli, que todavía tiene que dar explicaciones ante la Justicia sobre la bolsa de billetes que aparecieron en su baño del Ministerio de Economía. Juzgaron y condenaron simbólicamente a otro ministro nefasto, pero de la dictadura militar, José Alfredo Martínez de Hoz. Fustigar a Martínez de Hoz, aunque tardíamente para Alak, es un gesto que no se puede criticar. Pero que confiese abiertamente que la seguridad la maneja Aníbal Fernández tal vez lo deje demasiado flojo de papeles. Si su tiempo lo invierte en acometer valientemente contra un dinosaurio como Martínez de Hoz y armarle internas en La Plata a Pablo Bruera que, a su vez, le retruca con expedientes judiciales en los que Alak está acusado, su figura queda demasiado colgada de un pincel.

Para colmo, la Corte Suprema le sacó tarjeta amarilla a la CGT y a la alianza estratégica que tiene con los Kirchner. Su fallo es otro golpe contra el monopolio sindical y a favor de la democratización y libertad que reclama la CTA. Hugo Moyano está preocupado por este mensaje supremo y porque Néstor, desconfiando cuando se trata de platita, puso a Donato Spacavento para que controle la fortuna que manejarán los amigos del camionero desde la Administración de los Programas Especiales (APE). Las obras sociales están bajo la lupa de la sociedad, sobre todo desde que Juan José Zanola está preso pese a su amistad con el Gobierno nacional. Cristina va a despejar todas las dudas de “Hugo”, como ella lo llama cariñosamente, este martes en el estadio de Vélez, en un acto que promete hacer temblar la tierra. Al jefe de Gabinete no se le puede ni nombrar a Vélez. Aníbal Fernández se pone de muy mal humor, y no precisamente por cuestiones futbolísticas ni por su camiseta quilmeña. Ese fue el escenario del crimen que un integrante de la Policía Federal habría cometido al reprimir ferozmente a Rubén Carballo antes del recital de Viejas Locas. Asuntos Internos tiene filmaciones, indicios y testimonios esclarecedores, pero hasta ahora, desde el poder político y desde los organismos defensores de derechos humanos que simpatizan con los Kircher sólo hubo silencio y esperanza de que el paso del tiempo tape el asesinato.
El lunes, Néstor volverá a poner el pecho en Rosario, donde nueve de cada diez personas no lo pueden ni ver. En su movilización contará con el apoyo de Agustín Rossi, pero sobre todo de la muchachada de Emilio Pérsico. El Movimiento Evita tiene una importante capacidad de convocatoria y controla muchas de las intendencias de la provincia.

Mauricio Macri, en cambio, no tiene a quién echarle la culpa. Fueron suyos los pésimos nombramientos del comisario Jorge Palacios en su momento y de Abel Posse ahora, pese al rechazo fundamentado de grandes sectores de la opinión pública, incluso dentro de su propio partido. El autoritarismo jurásico que destilan las palabras de Abel Posse lo coloca en el mismo plano que Néstor Kirchner pero con signo contrario. No es bueno para la sociedad democrática que necesitamos construir que a la intolerancia del Gobierno se la enfrente con la intolerancia de la oposición. El huracán macartista que desató Posse le vino como anillo al dedo a Néstor Kirchner, que debe estar festejando esa designación como Macri celebra cada vez que recibe insultos de Luis D’Elía. A veces resulta incompensible cómo algunos políticos hacen exactamente lo que sus adversarios desean. Se la dejan picando frente al arco.

El orden como primer valor social que propuso el flamante ministro de Educación (¡nada menos!) se parece demasiado a la disciplina castrense y no castrista, vade retro satanás, no vaya a ser que nos acuse de trotsko-leninistas. Confundido en medio de los terremotos que viene padeciendo, Macri, al parecer, se replegó hacia el pasado. Posse plantea los valores de una derecha rancia hasta en lo cultural. A esta altura de la civilización, sus críticas al rock por su efecto “adormecedor” atrasan y preocupan. El mismísimo jefe de Gobierno se proclama admirador e imitador (es una manera de decir) de Freddie Mercury. Macri fue rompiendo algunos prejuicios sobre la rigidez de su pensamiento con su postura no positiva para prohibir el matrimonio gay. Antes, abrió una ventana a la política a gente honesta y capacitada que no venía de los partidos pero que representaba cierto pensamiento socialdemócrata, como Mariano Narodowsky o Hernán Lombardi, o socialcristiano, como Gabriela Michetti. Pero con el viraje que simboliza Abel Posse les da argumentos a muchos de sus críticos. Michetti está fuera del debate de su gobierno y su partido, mientras ambos navegan la crisis como pueden. Narodowksy no pudo lograr que su equipo se quedara con Posse, teme que se corten los planes universales de entrega gratis de libros y útiles y la maravillosa apuesta a las bandas de rock en los colegios que edificó con Pedro Aznar y Lito Vitale. Por eso Narodowsky podría emigrar de PRO y está escuchando con atención las invitaciones de dos fuerzas políticas que lo quieren en sus planteles. En la Ciudad, nadie se quiso hacer cargo de la paternidad de la idea de incorporar a Posse. Temen que dure muy poco tiempo en el gabinete. Su propuesta de comerse a los caníbales es reaccionaria y troglodita. Para Macri es absolutamente piantavotos y tan innecesaria como muchas de las actitudes que los Kirchner y Scioli evidenciaron en estos días de cuesta abajo.