Los meses del verano son decisivos para el futuro político de Daniel Scioli. Como hipótesis se puede plantear que necesita hacia fines de la temporada estival subir en las encuestas cinco o seis puntos para superar la barrera psicológica del 30%. Los demás candidatos pueden darse aun el lujo de “correr por detrás”, pero el actual gobernador de la provincia más poblada del país, precisa mostrar para la interna kirchnerista que lidera la compulsa.
Surgen aquí dos preguntas, cómo conseguir lo que no logró a lo largo de 2014, y qué pasará si no consiguiera el objetivo de obtener el aval de más del tercio de los votos nacionales.
Para alcanzar la meta, y superar con autoridad a Massa, tiene no pocos obstáculos. A diferencia de sus rivales, no tiene plena autonomía para establecer alianzas con intendentes y gobernadores, así como sumar personalidades conocidas. Sus apoyos se convierten en condicionales a sucesos en el corto plazo, como directivas desde la Casa Rosada o la seducción de jugar en otros espacios. El hecho de presentar al ex arquero de la Selección Nacional Sergio Goycochea como candidato en Vicente López es un caso testigo para observar si podrá construir poder local propio. Si el camino de sumar actores, que ensayan Massa y Macri en forma constante, se encuentra provisionalmente clausurado, la alternativa obvia es ampliar su base electoral. Con dicha finalidad, Scioli busca aprovechar el mejor escenario que tiene actualmente: la Costa Atlántica. Allí puede acceder a millones de argentinos que descansan en las playas. La presencia masiva de la policía y las miles de publicidades dispuestas en este entorno son testigos de que ha lanzado la campaña electoral buscando instalar la idea que puede resolver la cuestión de la seguridad.
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Sin embargo, para preocupación de los equipos de campaña del gobernador, Massa ha encontrado la forma de perforar parte del voto peronista de las franjas sur y oeste del conurbano bonaerense, así como Macri suma en el corredor norte, y el propio Randazzo avanza en algunos distritos. Como paradoja, Scioli se encuentra mejor posicionado en el interior del país que en la zona más populosa de la provincia. Sin embargo, la decisión de algunos gobernadores de adelantar las elecciones locales limita al candidato presidencial que no tendrá el recurso político de los dirigentes que ya tengan resuelta la situación en sus provincias. Pese a esto, tiene espacio para crecer en provincias importantes como Córdoba o Santa Fe o en el norte argentino.
Otro de los frentes de batalla para dar el salto crucial es si Daniel Scioli puede acceder a parte del voto no kirchnerista. Este nucleo incluye aun a gran cantidad de indecisos, que pueden inclinar la balanza. En este sentido, en su oferta discursiva y gestual, busca distanciarse del kircherismo lo que le trae no pocos problemas. No obstante, los frutos de esta estrategia tardan en llegar. Los electores menos afines al oficialismo lo visualizan como parte del Gobierno, a diferencia de Massa, que ya es claro que no pertenece más al mundo K (lo que en 2013 no era tan evidente para mucha gente).
Finalmente, no puede dejarse de considerar el impacto político de la muerte del Fiscal Nisman. Si bien en el ojo de la tormenta quedó muy cerca de la presidenta, las tendencias muestran una alta correlación entre la imagen de Cristina F. de Kirchner y la del gobernador, siendo todavía temprano para hacer el control de daños.
En síntesis, parece muy difícil alcanzar el 30% hacia el fin del verano. Si no lo logra, la interna se pondrá más caliente y las miradas se volverán a desplazar a la Casa Rosada, abriendo una nueva etapa dónde muchos analistas se preguntarán sobre si Scioli cuenta con un “plan B” y volverán las inquietudes sobre la gobernabilidad futura, tema que desvela a gran parte de la opinión pública.
