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¿Fracaso?

Scioli y el barón de Münchhausen

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Si bien Scioli ganó por poco más de dos puntos, fracasó en relación a las expectativas del mismo FpV que suponía una distancia más amplia. A eso hay que sumarle la derrota en la provincia de Buenos Aires.
¿Dónde está el origen de este fracaso? ¿Es posible revertirlo en las próximas semanas? A nivel nacional, el rechazo de la población ha llevado al FpV a su mínima expresión, lo ha reducido a su núcleo más básico. Esta vez no ha logrado expandir su propuesta hasta el electorado que antes lo acompañó. Y esto se debe a un déficit político en cuanto a la resolución de las líneas internas del FpV que anuló el debate o, si se dio, no fue expuesto. La candidatura de Scioli se decidió dentro de una cúpula estratégica. Así se llegó a una supuesta alianza entre las corrientes K y el sciolismo, y se cerró la posibilidad de que el FpV definiera su candidato presidencial en las PASO. Se evitó entonces un debate de posiciones.
De ahí la debilidad de Scioli. La fórmula presidencial del FpV nació fallida. La candidatura presidencial se basó en encuestas y no se corroboró en las PASO. De este modo, se excluyó a la población de participar en la elección de su propio candidato y de dar su apoyo al que triunfara. Al no surgir Scioli como producto de una batalla política verdadera, que le diera sustento, se llegó a una fórmula de consenso no reafirmada por el voto. La decisión de eludir que las diferentes fuerzas del FpV determinaran quién sería el candidato fue una caída del criterio democrático y, por consiguiente, un error. Por esto la figura de Scioli nació debilitada. Se ahogaron las diferencias internas y, lo que es más grave, se ocultaron. El “voto desgarrado” al que se refirieron algunos de los intelectuales K, que los obliga a renunciar a sus ideales, señala esa escisión. La candidatura de Scioli proviene de la investidura realizada por la Presidenta como líder del FpV, no de una lucha política dada por él. La población seguramente ha percibido esta partición y la debilidad de Scioli.
¿Es posible revertir este fracaso? Es muy difícil en la medida que falla por la base su liderazgo político. Macri, en comparación, aparece como un líder fuerte, sólido y autónomo. Incluso, más unificado en su lógica y también capaz de convocar a sus propios adversarios, si bien encubre su proyecto político tras la construcción de su liderazgo de tono afectivo. Scioli, más débil, es posible que recurra, con el fin de ganar, al aparato del peronismo, pero algo así – si puede – es insuficiente. Si quiere triunfar, debe asumirse como líder de un espacio más amplio que el del FpV. Es la única posibilidad que tiene de remontar los puntos necesarios para imponerse en el ballottage. Debe ampliar su base de sustentación. La discusión por la diferencia de los modelos económico-políticos que se dirime en esta elección presidencial queda, en realidad, hábilmente ocultada tras los modelos de liderazgo basados en valores emocionales, tanto de adhesión como de rechazo. Al mismo tiempo que mostrar las diferencias se necesita trasmitir a la población una señal efectiva de liderazgo. Como el barón de Münchhausen que se tiraba de sus propios cabellos para no caer, Scioli debe dar señales claras de independencia y autonomía, y proponerse como una instancia superadora del FpV. Hace falta que Scioli, para romper su estancamiento, amplíe la base frentista y convoque a un Frente Amplio Nacional.    
Este nuevo frente, por otro lado, además de acuerdos programáticos, debe sustentarse en un reparto equilibrado del poder. Esta es quizás la única posibilidad que tiene Scioli para ganar el ballottage. Si no logra organizar un frente similar, todo indica que la Argentina será gobernada los próximos años por un liberalismo ortodoxo y anacrónico. Sin embargo, apoyándose en su gran capacidad para el diálogo, Scioli puede evitarlo. No sólo es lo deseable sino lo mejor que puede ocurrir.

*Médico psiquiatra y psicoanalista. Docente de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).