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Serás lo que has sido

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En la política importan los principios que orientan el trabajo de los líderes, que no se expresan tanto en los textos, sino en la coherencia de sus posiciones a lo largo de la vida. Hace pocos años, el Grupo PERFIL produjo una película basada en este concepto, que inspira este artículo, a la que nombró Serás lo que has sido. Pareciera que quienes buscan un cambio del país no deberían dar tanta importancia a combatir a las personas, ya sea la Presidenta o sus colaboradores, sino que la preocupación debería centrarse en que los futuros mandatarios representen realmente una alternativa distinta. Si el ministro de Economía y el líder de La Cámpora se pelean la próxima semana con la Presidenta, sería absurdo pedir a la oposición que se unifique en torno al binomio Kicillof - Máximo. La política de fondo no depende de conflictos personales sino de las ideas y los testimonios de vida.

La mayoría de líderes argentinos, incluidos todos los candidatos presidenciales, son tan buenos como los de cualquier país de América Latina. Las campañas racionales no deben demostrar que su candidato es menos “malo”, sino analizar qué ideas representan. Todos son respetables, pero políticamente tienen posiciones distintas. No se puede armar un frente opositor que parezca un puchero de sobras sin tener en cuenta lo que pasó en la década K. Los líderes serán lo que fueron.
La Presidenta llegó al poder con el lema “Cristina, Cobos y Vos”. En Estados Unidos es impensable un binomio Clinton - Palin, en México uno PRI con PAN, pero en la Argentina cosas así no llaman la atención. Algunos analistas sofisticados quieren armar un frente de oposición encabezado por quienes ocuparon los cargos más prominentes de la década K. Es una idea compleja, difícil de entender para gente sencilla que cree que quienes gobiernan con una Presidenta comparten sus ideas y no son sus adversarios. En este caso particular, Néstor y Cristina Kirchner fueron coherentes y quienes los respaldaron no pudieron tener sorpresas: sabían cómo habían gobernado Santa Cruz, cuál era su entorno, compartían los actos con D’Elía y Bonafini y enrojecieron sus palmas en el aplausómetro. Ahora sienten como una acusación cuando se les recuerda que apoyaron al modelo, pero eso es injusto. Actuaron de acuerdo a sus ideas y trabajaron con un gobierno elegido por el pueblo. Lo exótico es que ahora pretendan liderar a quienes se les opusieron porque creían que el país debía ser diferente.

Muchos electores están cansados de esta puerta giratoria por la que siempre transitan los mismos políticos, a veces perseguidos, a veces persiguiendo, a veces defendiendo unas ideas o combatiéndolas en la siguiente vuelta, pero siempre en el mismo terreno. Quieren avanzar, demandan un cambio de estilo, de comportamientos, de rostros.

Saben que los programas no significan mucho. En la época de la banalidad, algunos pueden suscribirlos para tomarse una selfie y enviarla a una revista de amenidades. En otros casos, los acuerdos programáticos no parecen servir de mucho. Los de Cristina Fernández con Julio Cobos en 2007, los de Alfonsín con De Narváez en 2011 y los de De Narváez, con quien él mismo hasta hace pocas semanas llamaba “más de lo mismo”, no cambiaron nada. Generalmente hicieron daño a los aliados porque demostraron incoherencia. Los votantes radicales abandonaron a Cobos y votaron por Lilita, y Alfonsín y De Narváez compartieron una hecatombe. 

La gente no entendería que un líder de la oposición dirigiese un frente con figuras del Gobierno de la década K, porque recuerdan en dónde estuvieron en los momentos emblemáticos de ese período: por quién trabajaron en las elecciones, si apoyaron o se opusieron a la resolución 125, qué hacían en 2009 cuando Néstor amenazaba diciendo “estás nervioso, Clarín”.
Una institución original del modelo fue el aplausómetro, que reunió periódicamente a personalidades para aplaudir a la Presidenta y demostrar sumisión. Un amigo, porteño anarquista sobreviviente de otras revoluciones, tiene una colección de películas en las que se puede ver el éxtasis de los aplaudidores cuando Cristina anunciaba sus éxitos. Lo incomprensible es verlos hoy en la oposición, sabiendo qué es lo que aplaudían.

Hay muchos electores partidarios del modelo, que creen que 6,7,8 es el mejor programa de análisis político, que Aerolíneas es una empresa modelo para el mundo, que todos los poderes del Estado deben obedecer a la “conducción revolucionaria” y que se emocionan con los discursos de la Presidenta. Tienen candidatos que los representan y posibilidades de ganar. Otros quieren que esto cambie y agradecerían que PERFIL haga una nueva producción para orientarse el día de la votación. Podría llamarse Aplaudirás lo que aplaudiste.

*Profesor de la GWU, miembro del Club Político Argentino.