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Si Mauricio es Macri y Franco es K, ¿quién era Mauricio?

En junio de 2007, como para que nadie tuviera dudas sobre la ola menemderechosa que amenazaba a la Ciudad ¿Autónoma? de Buenos Aires, el kirchnerismo sostuvo la campaña de Daniel Filmus, su candidato, empapelando las calles con el perogrullesco lema de “No te olvides: Mauricio es Macri”.

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Campaña 2007. El Gobierno usó al padre contra el hijo y ahora es su aliado. ¿Eso es ideología?

“El proyecto de país que está intentando la Presidenta es el correcto, el mismo que tiene cualquier país moderno.”
Franco Macri

En junio de 2007, como para que nadie tuviera dudas sobre la ola menemderechosa que amenazaba a la Ciudad ¿Autónoma? de Buenos Aires, el kirchnerismo sostuvo la campaña de Daniel Filmus, su candidato, empapelando las calles con el perogrullesco lema de “No te olvides: Mauricio es Macri”.
Por lo que resultó de aquella elección, podía inferirse que los porteños estaban decididos a doblar hacia la derecha, aunque también hubo quienes se permitieron suponer que la cosa no era tan fácil: si el pingüino Filmus y el un poco menos pingüino Jorge Telerman no hubieran dividido el llamado voto “progre”, se habría dado un virtual empate capaz de lograr que la segunda vuelta saliera gallareta.
Quienes se animaron a apartarse del rebaño y hacer aquella cuenta llegaron a la conclusión de que los Kirchner, urgidos de polarizar al electorado nacional para garantizar su inminente reelección por otros medios con Cristina al tope de la boleta, usaron al supuesto “facho” de Mauricio (posición que vendría a comprobar el apellido de su papá, símbolo empresario de los “malditos” 90) como enemigo predilecto de la Revolución K. Entregar la Capital fue, según esos cálculos, apenas un daño colateral.

Mauricio (que es Macri, claro) al principio se sintió muy cómodo en ese rentable juego de sobreactuaciones. Y hasta llegó a creer que con semejante marketing le alcanzaba para ser visto como el más genuino contrapeso ideológico de la Casa Rosada.
Hasta ahora no le alcanzó. Los palos en la rueda del Gobierno nacional desdibujaron su figura casi tanto como sus propias carencias de cuadros políticos, ideas innovadoras y realizaciones incontrastables. Hasta Eduardo Duhalde, quien se contó entre sus principales impulsores, anda diciendo por ahí que el ex capo de Boca todavía debe demostrar que es un político de Primera A.
En medio del sainete del BCRA y la suspensión del viaje presidencial a China, sorprendió que Franco Macri (es decir, el responsable genético del derechismo de Mauricio según la lógica santacruceña) saliera a desparramar loas al “modelo” actual, deseando que “ojalá todos empujáramos por ese proyecto” y criticando a quienes se le oponen.

Dijo Don Franco:
—Un país se hace entre todos. No lo pueden hacer grupos si tienen otros grupos en contra. Ayudemos a la Argentina para que podamos hacer un gran país.
Huelga resaltar que entre esos grupos que se enfrentan al grupo gobernante está Mauricio (que sigue siendo Macri, ¿o no?).
En abril, el neocristinista Papá Franco soplará ochenta velitas. Las últimas veinte las apagó agrandando la columna del haber de sus inversiones en China, un mercado que descubrió antes que cualquiera de sus pares argentinos. En Pekín su palabra tiene, lejos, más peso que la del embajador César Mayoral, cuyo principal referente político es el novio de Solita Silveyra (Carlos “Chacho” Alvarez, ¿se acuerdan?). En calidad de empresario e influyente, Macri (que, al parecer, ahora nada tiene que ver con Mauricio) conoce al dedillo “el potencial que tienen los chinos para invertir en petróleo, trenes y subterráneos argentinos”.
Precisamente, el martes próximo Cristina Kirchner tiene pensado darse una vuelta por las obras de ampliación del subte E, que, acaso con aportes financieros orientales (para no repetir chinos, pero no confundir con uruguayos), algún día llegue hasta el Aeropuerto de Ezeiza. Tal vez inviten a Mauricio (que a esta altura ya no sé bien quién es) a esa recorrida. Pero sólo tal vez.
—Todavía no hay nada concreto. Hoy por hoy, los únicos contactos oficiales con el Gobierno nacional son entre policías. Los puentes siguen cortados –me dijo ayer un alto (y fornido) funcionario porteño.
Sería bueno que Cristina paseara por los túneles de la mano con Mauricio, por más que sea Macri, si eso sirviera para que esta ciudad con tanta gente alojada y tanta más de paso anduviera mejor. Ya que los negocios mandan y las ideologías no son más que fotos de campaña, mejor que decir sería hacer.