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GAZA

Siempre hay razones

El filósofo André Glucksman niega que la violencia de Israel en Gaza sea desproporcionada. “Si los adversarios se pusieran de acuerdo sobre sus medios, no serían adversarios”, arguye Glucksman, en lo que puede convertirse en el sofisma más burdo de los tantos sofismas burdos que en estos días intentan defender lo indefendible.

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El filósofo André Glucksman niega que la violencia de Israel en Gaza sea desproporcionada. “Si los adversarios se pusieran de acuerdo sobre sus medios, no serían adversarios”, arguye Glucksman, en lo que puede convertirse en el sofisma más burdo de los tantos sofismas burdos que en estos días intentan defender lo indefendible. Siguiendo a Glucksman, Israel podría arrojar una bomba atómica o torturar a todos los palestinos y nada habría que objetar a ese uso aberrante de la fuerza porque la razón (según el filósofo) asiste al gobierno israelí.
“Siempre hay razones para matar un hombre”, dice la célebre y trillada cita de Camus, y es cierto que la masacre de Gaza parece generar razones nuevas para justificar el asesinato, mientras que las razones para detener la invasión son escasas, monótonas, tautológicas incluso. Los mejores argumentos para condenar el exterminio son las imágenes, esos relatos de la muerte y la devastación, cargados de gritos y de llanto: un discurso primitivo, carente de ingenio y de sofisticación.
Protestar aquí contra la masacre de Gaza parece redundante: no hay nada demasiado original para decir. Se trata apenas de sostener la verdad de esas imágenes, de oponerse a que la muerte de civiles inocentes se asiente en el rubro “daños colaterales”. Se trata de negarse a aceptar que los bombardeos a mezquitas, escuelas u hospitales se justifiquen porque allí “se ocultaban terroristas”. O que cuando un niño vuela en pedazos, se culpe invariablemente a sus mayores por usarlo de “escudo humano”. En definitiva, se trata de rechazar esas múltiples razones de la muerte, de sumar una voz desde un espacio menor en un país remoto y que esa voz se sume a muchas otras en la apuesta porque la opinión internacional cambie el curso de los acontecimientos, como alguna vez determinó el final del Apartheid o el cese de las atrocidades contra Sarajevo. Con enorme retardo, es cierto. Pero la catástrofe de Medio Oriente ya ha acumulado demasiadas víctimas como para que el odio se siga realimentando gracias a nuestro silencio.

*Periodista y escritor.

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