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Suelta de palomas

Se percibe en la gente una agresividad contenida. Más que nunca. Los pájaros se les están volando a todos cada vez con más facilidad. Parece una gran suelta de palomas. No hay más margen de tolerancia. Se acabó ese borde, ese umbral que demoraba el grito, el insulto, la trompada. Se ve en las filas de los bancos, los supermercados, en el tránsito

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Se percibe en la gente una agresividad contenida. Más que nunca. Los pájaros se les están volando a todos cada vez con más facilidad. Parece una gran suelta de palomas. No hay más margen de tolerancia. Se acabó ese borde, ese umbral que demoraba el grito, el insulto, la trompada. Se ve en las filas de los bancos, los supermercados, en el tránsito. Estábamos acostumbrados al maltrato institucional, al ninguneo. Pero algo está cambiando. No me pongás esa cara porque te prendo fuego todo, le dijo un tipo al cajero el otro día en el banco, y sonó factible porque había quórum de pirómanos repodridos de esperar. Y en el subte avisaron por el altoparlante que había que caminar cuatro cuadras para cambiar de estación y se desató el primate interno y colectivo. No quedó un vidrio sano. Los cajeros necesitan compuertas de escape, o un sillón que los eyecte de la zona de furia. Hay un ataque unánime de ansiedad. Se necesitan con suma urgencia varias toneladas de ansiolíticos para toda la población. ¿Pero cómo se va llegando a esto? Las clavijas económicas se ajustan, la gente nota esa tensión, pero los índices oficiales niegan que haya habido algún cambio. El sueldo congelado pierde fuerza y logra imantar cada vez menos productos al carrito del súper. Al desvalijado le dicen que la inseguridad es sólo una sensación. Y así, la diferencia entre lo que pasa y la versión oficial empieza a enloquecer al argentino medio. Esa contradicción, esa brecha negada, ese evidente punto ciego, provoca insomnio, taquicardia, y va encubando no una revolución, tampoco un 20 de diciembre, sino explosiones individuales (casi implosiones) o exabruptos grupales, circunstanciales, usuarios que provocan destrozos, digamos, poca cosa.