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Sueños

¿Qué son los dreamers? Por lo que leo, son los jóvenes inmigrantes indocumentados que entraron ilegalmente a los Estados Unidos siendo niños, llevados por sus padres.

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¿Qué son los dreamers? Por lo que leo, son los jóvenes inmigrantes indocumentados que entraron ilegalmente a los Estados Unidos siendo niños, llevados por sus padres. El famoso “sueño americano” incluye entonces, según parece, el sueño mismo de serlo, el derecho de soñar ese mismo sueño y no algún otro. Durante la presidencia de Obama obtuvieron un programa de protección que los blindaba de deportaciones.

¿Cómo se liquida un sueño? ¿Con un golpe de pesadilla? ¿O con un golpe de realidad? Habría que preguntarle a Donald Trump. Porque Donald Trump se dispone ahora a suspender ese programa y a expulsar a los indocumentados (y eso a pesar de que pagan sus impuestos, rasgo que constituye, según algunos criterios, la propia condición humana). Trump se propone despertar así a estos dreamers. Encarnación paradigmática del “sueño americano”, como de hecho lo es, va a establecer quién tiene derecho a soñarlo y quién no.

Junto a la noticia sobre Trump y los 800 mil dreamers en Estados Unidos leo otra, más pequeña, que entra en diálogo con ella. Proviene de Estocolmo. Allí, la agencia de inmigración sueca acaba de rechazar el pedido de asilo de Bibihal Uzbeki, una refugiada afgana que llegó a Europa en 2015, después de atravesar peligrosos bosques, montañas y desiertos.

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El asunto es que Uzbeki tiene ya 106 años de edad: 106. Y acaba de apelar la medida. Con esa apelación da comienzo un procedimiento de tres niveles de juicios, cada unos de ellos con sus correspondientes apelaciones, todo lo cual anuncia un tironeo judicial de varios años de duración.

¡Qué pequeños, qué modestos, qué apocados lucen los 800 mil soñadores en Estados Unidos comparados con Bibihal Uzbeki! ¡Qué sueños chiquitos esgrimen, comparados con los de ella! Ella sueña con la inmortalidad, lo que sueña es ser eterna. ¡Me gustaría que, al menos por esta vez, fuese verdad la tontería new age del “tú puedes”! ¡Y que la vasta caterva insulsa de funcionarios y leguleyos nórdicos, dándole asilo o negándoselo, fuesen uno a uno muriendo, muriendo como muere todo el mundo, como vamos a morirnos todos, mientras Bibihal, por su parte, apela aun una vez más, interpone aun otro recurso, inicia siempre un nuevo trámite, mientras cumple, como si tal cosa, 110 años, 115, 130, 150, y los va festejando en Estocolmo, con parientes y amistades fatalmente renovados, soplando y soplando velitas, haciendo su sueño realidad!