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CONFLICTO POR EL BANCO CENTRAL

Superación del kirchnerismo

Pensar la Argentina, ¿existe una tarea más infructuosa?

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Pensar la Argentina, ¿existe una tarea más infructuosa? Para quienes sostienen que pensar es un lujo y un ejercicio inútil, ampliemos la pregunta a los que se ven a sí mismos en medio de la acción y ostentan su compromiso público: ¿existe una tarea más infructuosa que dedicarse a la política nacional? No debe ser fácil hallar en medio del aglomerado de los profesionales de la política a un dirigente de edad avanzada que pueda sentarse bajo un ombú para ver jugar –como Marlon Brando en El padrino– a sus nietos, mientras rememora con satisfacción imágenes de su vida activa.

No hablo de aquellos –numerosos también– que sólo quieren hacerse un lugar bien remunerado en el oficio público, sino de los ambiciosos. Para muchos, llegar a ser presidente es la realización del sueño esperado. Es un modo de quedar grabado en un almanaque. Un busto de bronce o un nombre en un manual de historia resiste el paso del tiempo y los avatares de una gestión. Tenemos presidentes de un día que se hacen llamar “presidente” y ostentan semejante investidura en su currículum.

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Hemos ingresado hace pocos días en 2010, el año del Bicentenario, una cifra de peso por ser redonda, por cerrar una década y abrir otra. La crisis del Banco Central es una muestra del tono y de la atmósfera que se prepara para las próximas elecciones. En lo económico, se juegan los destinos de los contendientes, aunque en nuestra historia inmediata, las acciones pasadas han dejado un lastre que también inciden en los gustos de la ciudadanía electoral.

Los que odian a los Kirchner los seguirán odiando a pesar de que la economía crezca el 6% este año, y los que odian a Cobos lo odiarán más aún a medida que sigan los días. De todos modos, hay una masa de votantes oscilante entre Gobierno y oposición que es sensible a la evolución de los precios de la canasta familiar y que es prenda de conquista política. Por esta razón, las trampas del INDEC y la estrategia de precios controlados por Moreno parecen cruciales.

Todos están de acuerdo que habrá inflación en un número que duplica al menos el de los últimos meses de 2009. Es el costo que se paga en una economía en la que se estimula la demanda y no acompaña la oferta. Ya se han borrado de la memoria de los argentinos los días en que los empresarios invertían en máquinas y nuevas tecnologías para estar presentes en un mercado en expansión. Hoy sólo lo hacen pocos sectores y por lo general en grandes empresas que sustituyen así mano de obra. No hay expansión del empleo ni fuerte desarrollo de las fuerzas productivas.

Es un milagro que una pyme pueda en la actualidad convertirse en una gran empresa como en otros tiempos.

La torta se achica abruptamente y luego recupera su tamaño anterior. Es un desinfle y un volver a inflar de un mismo objeto. El único sector que ha crecido exponencialmente es el agrícola con la sojización del suelo, ahora acompañado por un maíz con destino de combustible.

Mientras el país prosigue su inexorable destino cíclico, lo que ha sucedido con el conflicto entre el Gobierno y el Banco Central nos da una muestra de la posición de los grupos políticos. Para tomar un solo caso, analicemos el comportamiento de la centroizquierda que pretende erigirse en alternativa al intento de recomposición de los dos grandes partidos tradicionales.

Pino Solanas dice que el problema está adulterado y que se lo resuelve no pagando a los acreedores. Lo mismo sostiene Martín Sabatella, que pide volver a investigar la deuda externa desde la dictadura militar de ’76. Para ellos la Argentina no tiene deudas y si las tiene, ha sido fruto del negociado de gobiernos espurios. El Partido Socialista, por intermedio de algunos voceros, pide diálogo y respeto por las instituciones. Margarita Stolbitzer quiere que el frente opositor le pida al Gobierno explicaciones sobre el uso de las reservas. Estas tres representaciones políticas evidentemente no opinan lo mismo y en algunos casos, apenas opinan.

Somos pocos y nos conocemos, no hacen falta fuentes reservadas ni contactos especiales para imaginar lo que se teje y desteje en los nuevos intentos aliancistas. En el socialismo, los intentos de acercarse al radicalismo, y en especial a la figura de Julio Cobos usando la figura de Hermes Binner como candidato a vicepresidente, han hecho lugar a una nueva estrategia con vistas a conformar un frente con Solanas, el GEN de Stolbitzer y quienes se vayan acercando.

A Roy Cortina no le gusta demasiado esta unión porque teme perder en Buenos Aires su pequeño virreinato socialista, en donde Solanas lo supera con creces ya que el cineasta obtuvo un veinticuatro por ciento de los votos totales y el socialista apenas algo más de dos. Cortina pretende integrarse en un frente con los radicales porteños ya que éstos prácticamente han desaparecido y no le hacen sombra. Prefiere acompañar a no estar.

Los socialistas santafesinos ven con mayor agrado estos acercamientos porque fortalecen su posición nacional. Imaginemos ahora un escenario de fines de 2011 ante las elecciones presidenciales.

Supongamos que en menos de dos años hay ballottage entre cobistas y justicialistas, cualquiera que sea su candidato: Kirchner o Reutemann. El tercer grupo estará conformado por la centroizquierda que luego de una buena elección en desmedro de la Coalición Cívica, pero sin posibilidades de triunfo, deberá decidir a quién apoyar. Solanas, Macaluse, Sabatella, luego de negociaciones nacionales y populares van con los justicialistas. El socialismo, Binner, Giustiniani, y también el GEN, luego de negociaciones republicanas van con Cobos.

Chau frente de centroizquierda. Duró lo que dura un ballottage.

Pero siempre hay una esperanza. Para que una alianza de centroizquierda pueda tener posibilidades de gobernar nuestro país como lo hacen otras en países vecinos con estabilidad y relativo éxito, algo tiene que cambiar. Los solanistas y adeptos deberían darse cuenta de que ni la sociedad argentina ni el mundo está ni estará hecho a su imagen y semejanza. En el mundo hay que pelearla y en el planeta mandan las ligas mayores. Y quien no acepta las reglas del juego se va a la B o a la C, y esto no es sometimiento sino inteligencia.

El Pepe Mujica, que sí ganó en su país, también tiene sus sueños de grandeza, dice que quiere que el Uruguay se parezca a Dinamarca, no dijo Cuba, ni Venezuela, ni la Gran Patria Americana. No pagar deudas, envalentonarse ante los organismos internacionales, poner el pecho ante las corporaciones es un estilo de declamación propio del mighty mouse de Paul Terry. Dicen los encuestadores que la imagen positiva de Lula en los distritos del pobre Nordeste está cerca del 100%. Este aprecio es también mayoritario entre los financistas y las corporaciones paulistas. Quieren que siga. Para nuestra izquierda es una performance decepcionante porque no sigue el canon de la lucha de clases, pero para la sociedad brasileña parece que no está mal. ¿Cómo lo hizo si no es peronista? La respuesta está en manos del aludido progresismo.


*Filósofo (www.tomasabraham.com.ar).