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LA LOCALIA ARGENTINA, UN FUERTE

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Un 3 a 0 en la Copa Davis ante Gran Bretaña como local no es gran noticia. Ni siquiera lo es que tampoco se haya perdido un set camino a esta confirmación, aun cuando Murray y Hutchins tuvieron dos puntos para ganar el eterno tie-break del segundo set de ayer.

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Un 3 a 0 en la Copa Davis ante Gran Bretaña como local no es gran noticia. Ni siquiera lo es que tampoco se haya perdido un set camino a esta confirmación, aun cuando Murray y Hutchins tuvieron dos puntos para ganar el eterno tie-break del segundo set de ayer. Tal vez tenga algo de valor anecdótico-estadístico saber que, en estos dos días de competencia en el Parque Roca, el equipo argentino perdió cinco games menos que en igual cantidad de partidos cuando Vilas y Clerc liquidaron a los británicos en las semifinales de 1981. Sin embargo, siempre es bueno recordar de dónde se viene cuando el tiempo es de vacas flacas.

Los diarios, la radio y la tele llenaron las hojas y los minutos del verano con el tema de los precios en los balnearios argentinos. Más allá de ciertas imprecisiones y de algunos artículos con olor a operación a favor de tal o cual ciudad de veraneo, lo cierto es que en las plazas más cotizadas, los comerciantes se olvidaron del verano del corralito y la crisis que hasta los obligó a bajar la calidad de la harina para las medialunas. Como si la dicha fuera eterna, los mismos que entonces se quejaban por la incautación legalizada del dinero y de las ilusiones de la gente hoy te ponen el plato de fideos a 30 pesos.

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Alguno podrá considerar la comparación entre arbitraria y lisérgica. Pero quien me conoce sabe que, para mí, los puentes entre deporte y gastronomía no saben de piquetes ni de ambientalistas. Por eso, vale la figura para que no nos olvidemos cuántos años estuvimos sin jugar en el Grupo Mundial, para recordar con crudeza que este tiempo de bonanza no es más que el rebote de haber tocado fondo cuando se jugó con Colombia en el Mayling para evitar descender a Primera C. En cerca de una década, pasamos de no llenar un miniestadio para mil personas a cuestionar si podemos vender 12 mil abonos en el Parque Roca.

Esto que ayer lograron Nalbandian y Acasuso –meter a la Argentina por séptimo año consecutivo en cuartos de final– no sólo no lo logró ningún otro país del mundo en el mismo lapso, sino que ratifica el poderío de una nación que, tenísticamente hablando, convirtió su localía en inexpugnable. Jugando mejor o peor, ante rivales de mayor o menor monta, la Argentina lleva diez años invicta como local y, desde que empezó el camino a Primera, en Mendoza, ante México (febrero de 2000), en sólo una serie (Croacia en 2002) perdió puntos. Es decir que, como local, sea en Mendoza, en Córdoba, en River, en el Buenos Aires o en el Parque Roca, nuestro equipo jugó 11 series de las cuales ganó 10 por 5 a 0. Me animo a decir que nadie en la historia logró semejante récord en esta competencia. Y estoy seguro de decir que los hinchas no valoramos debidamente estas marcas.

La endeblez de los británicos impide en muchos sentidos dimensionar tanto la superioridad como las reales perspectivas argentinas para el resto del año en la Copa. Sin embargo, el mensaje hacia el resto del planeta de las raquetas es elocuente: nadie es tan poderoso como local como la Argentina. Tal vez por eso es que, por distintas razones, en varias de las series mencionadas el equipo visitante llegó disminuido. Esta vez faltó sin real motivo Andy Murray. Otras veces fueron Marat Safin, Tommy Haas, Lleyton Hewitt (faltó en la de 2002) o Radek Stepanek. Sin poder confirmar la especie, daría la impresión de que los rivales tienen la sensación de que buscar el éxito en Buenos Aires es poco menos que un sinsentido.

Entre tantos intangibles, pocas cosas son tan influyentes en el deporte como la mística. Y después de haber levantado la persiana del arco local durante muchos años –se perdió en casa hasta con Ecuador– y de ligar muy poco en los sorteos –consecuencia de no haber hecho los méritos suficientes para ser cabeza de serie, cosa que ahora sucede con regularidad–, nuestro tenis dispone hoy de un escenario maravilloso si de ganar la Copa de trata. Nalbandian es el líder indiscutible y, parece, el único irreemplazable. Pero detrás de David hay un equipo capaz de prescindir de varios de sus integrantes estables de los últimos años y aun así ganar en casa por paliza y hacer muy buenos papeles como visitante. Ganamos con Gaudio, con Puerta o con Coria. Lo hicimos con Del Potro, Chela o Cañas. Mónaco se quedó rengo en la puerta del debut. Y aun así no hay con qué darle a la Armada a domicilio.

Está claro que, para el gran público, nada de esto tendrá gran sentido si no se gana pronto el legendario trofeo. Para quien mire el tenis con ojos más familiares y un poco menos exitistas, vale este recordatorio. Algo así como un “nunca te olvides de dónde venimos” que ayude a entender que 7 mil personas con entrada paga en las tribunas son un montón y que ningún triunfo tiene poco rating, si el final del camino te lleva a conquistar la competencia deportiva anual más importante del mundo.