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Tengo una amiga

Las afirmaciones de la presidente en la llamada "Iniciativa Pampa Azul" constituyen una falta a la verdad y al respeto de la inteligencia de la sociedad argentina.

La presidente se puso el sombrero en honor al ex presidente Néstor Kirchner.
| Telam

Es llamativo, y de ninguna manera un episodio menor, que en su último mensaje al país, la presidente haya mencionado en tres ocasiones la inexorabilidad del cambio. Habló del “próximo presidente” en una primera instancia; luego “del futuro Gobierno” y luego finalmente “del próximo Gobierno”. Son tres frases tomadas de la transcripción literal de sus palabras una llamada “Iniciativa Pampa Azul”. Este dato, de por sí, revela el momento que se está viviendo, que transcurre por debajo de la parafernalia retórica presentada como si fuera la verdad auténtica.

La Argentina ha iniciado, con esa velocidad que nos caracteriza a los argentinos para abrir y cerrar momentos, el final de una etapa. Esa etapa tiene que concluir rigurosamente el 10 de diciembre de 2015. Faltan, aproximadamente, unos 500 días. Sin duda que, muy atrás, casi olvidada, ha quedado la convocatoria al “Cristina eterno”. Pocas frases tan arcaicas y alejadas de la realidad como aquella pretensión de una imposible e improbable reforma constitucional que le hubiera permitido a la presidente encarar un tercer mandato. Es que, en verdad, el país siente, de modo muy acusado y muy evidente, la extensión y la longevidad del ciclo que va feneciendo. Dentro de muy pocos días serán once los años que han transcurrido desde que Néstor Kirchner, al llegar a la Casa Rosada, dijo desafiantemente: “Volvimos”. Nunca quedó claro quiénes habían vuelto ese 25 de mayo si los que se habían ido el 1º de mayo de 1974, mientras Perón los condenaba, o quienes se habían quedado. Pero Kirchner  dijo “volvimos” y hay que acreditar que permanecieron en el poder un lapso extenso.

Lo impresionante, de todas maneras, cuando se analizan las palabras de la presidente, es lo que a todas luces parece resultar de una profunda subestimación de ella por la inteligencia pública. “Miren” - dijo el lunes 21 de abril- lo que pasó este último fin de Semana Santa: récord en todos los centros turísticos. Ni les cuento en el exterior”. Estoy leyendo textualmente las palabras de Cristina Kirchner: “tengo una amiga que se fue con otras amigas a Nueva York y dice que los aviones volvían repletos, y que en Nueva York se cruzó con muchísimos argentinos”.

Uno tiene la tentación de tomar esta frase como correspondería, tal vez, en tren de gracia, de comedia ligera. “Tengo una amiga que se fue con otras amigas” dijo.

Hay que subrayar la entidad de la frase. Supongamos que estaban los aviones llenos. Hice el elemental deber periodístico de averiguar cuántos vuelos diarios hay desde el Aeropuerto Internacional de Ezeiza a la costa este de los Estados Unidos. Aerolíneas Argentinas tiene un vuelo directo a Nueva York, que sale a las 23 y tiene dos vuelos a Miami: uno de las 8:58 y otro de las 23.15. Esto suma tres vuelos diarios. Ya no vuelan más los Jumbo 747 que podían llevar hasta 400 pasajeros. American Airlines, la gran empresa aérea norteamericana, tiene dos vuelos diarios a Miami, a las 20 y a las 22.55, y uno directo a Nueva York, a las 20.30. Finalmente, la empresa chilena LAN tiene un vuelo a Miami a las 22.45. Si se asume que los vuelos a Miami no son solo a Miami porque los pasajeros pueden trasbordar desde allí a Nueva York, serían, en un máximo teórico, seis vuelos diarios a la costa este de Estados Unidos. Esto hace, con toda la furia, una cantidad de 2.000 personas volando por día desde Ezeiza a Miami o Nueva York. Para Semana Santa, imaginando que hayan viajado hacia allí en dos días consecutivos, serian unas 4.000 personas en una población de unos 40 millones. “Una amiga que dice que otra amiga vio a muchísimos argentinos”…. ¿Asé se respeta a la verdad y a la sociedad argentina? ¿Se le puede hablar a un pueblo relativamente anoticiado de esta manera, contando una realidad a partir de versiones inaudita sobre la prosperidad nacional como si fueran fidedignas y serias?

Es llamativo que en las 3185 palabras que la presidente pronunció el lunes 21 a noche en un nuevo mensaje a la nación, en ocho oportunidades usó el latiguillo “la verdad”: “la verdad”;“la verdad”;“la verdad”;“la verdad”;“la verdad”;“la verdad”;“la verdad”;“la verdad”. Se dirá que es solo un latiguillo, que aparece de manera casi automática. Es posible. Pero, sin que yo sea ni pretenda ser un psicoanalista, algo dice de su intención de que le crean, que reitere la frase “la verdad”. Para la presidente, hay prosperidad porque tiene “una amiga, que se fue con otras amigas a Nueva York”, según la cual los aviones volvían repletos y que en Nueva York se cruzó con “muchísimos argentinos”. Somos casi 41 millones.

El otro asunto imponente desde la perspectiva de una presidente que dice simbolizar un modelo “nacional y popular” es la insistencia, verdaderamente cómica, en sostener que la televisión tiene la capacidad y posibilidad de trastornar la mente de la gente. “Yo les pido – dijo la presidente-, que antes de dejarse llevar por lo que muchas veces le plantean en la caja boba, que por favor no sean bobos ellos, y que piensen como estaban en 2003 y cómo están ahora”.

Es llamativa la noción de la “caja boba”, de una antigüedad escandalosa. Se hablaba de “caja boba” hasta comienzos de la década del ‘70. Hace muchos años, señora presidente, que con la irrupción violenta de las redes sociales y la transmisión de imágenes por otros medios, esa caja dejó de ser boba. No solo no es boba, sino que la televisión forma parte de un entero dispositivo, que interactúa con la gente de diferentes maneras. Pero además, ideológicamente, desde un pensamiento que se pretende progresista, hablar de una “caja boba” que arrastraría a la gente como quien lleva a un animal del hocico, es de una esencia reaccionaria francamente insultante.

¿Cómo hacen los intelectuales que adhieren al Gobierno y que se suelen reunir en la Biblioteca Nacional, para dar cuenta de este concepto, según el cual hay un complot destinado de que la gente no se de cuenta de lo bien que estamos? ¿Cómo hacen para justificar que la Argentina andaría muy bien porque ella tiene una “amiga mía que se fue con otras amigas a Nueva York y vio a los aviones llenos”?

Yo tengo un amigo, señora presidente, que todas las noches recorre todas las calles de los barrios de Congreso, Montserrat, San Telmo, el bajo, y ve muchísima gente durmiendo en la calle. No van en avión ni llenan los vuelos a Nueva York. No la están pasando bomba. ¿Eso es la Argentina? Para ella, la Argentina es esos aviones llenos que según sus amigas vuelven abarrotados de compatriotas que se quejan de vicio.

Es una retórica atrasada, arcaica, absolutamente insuficiente, una falta de respeto para nuestra propia sociedad. Revela una completa falta de conciencia sobre los alcances y horizontes de la inteligencia popular.

(*) Emitido en Radio Mitre, el martes 22 de abril de 2014.