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Toda la verdad sobre el ‘Kamasutra’

Digámoslo de una vez: el Kamasutra (literalmente: tratado sobre el deseo), un libro escrito en sánscrito por el filósofo Vatsyayana entre el siglo III y IV d.C., no tiene nada que ver con lo que las personas creen que tiene que ver.

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Digámoslo de una vez: el Kamasutra (literalmente: tratado sobre el deseo), un libro escrito en sánscrito por el filósofo Vatsyayana entre el siglo III y IV d.C., no tiene nada que ver con lo que las personas creen que tiene que ver. La primera traducción a una lengua europea se remonta a 1883, y fue obra de sir Richard Burton (sí, el aventurero y orientalista británico de quien tanto habla Borges, y que también se ocupó de traducir Las mil y una noches o, como prefería Borges, Las mil noches y una noche).El Kamasutra sufrió una repentina explosión en los años 60 y luego tuvo otro pico de circulación en los 90. Ahora bien, todo el mundo se concentró siempre en los capítulos más, digamos, escabrosos, ignorando, el contexto. Como explica desde hace poco un video de Vox subido a YouTube, titulado, justamente, The Kamasutra is not (just) about sex. Más que nada, el Kamasutra es un manual para gozar de la vida y divertirse en la India del siglo IV.

Lo que hace el tratado es intentar conciliar búsqueda del placer y normas sociales. Todas las ilustraciones de las posiciones que conocemos son una operación de marketing, una decisión de los editores del siglo XX. ¿Un libro de posiciones sexuales acrobáticas? No, o mejor dicho no solamente. De los siete capítulos que contiene el libro, confina al sexo a una sección muy breve, solo una, por lo que definirlo como un libro de posiciones sexuales sería más o menos como definir Una mujer difícil, de John Irving, como un libro que enseña a jugar al paddle. En realidad, el original del Kamasutra carece de imágenes.

El punto clave es la gestión del placer, cómo alcanzarlo de un modo acorde con las reglas de la sociedad de la época, sin excesos. Para esto el libro da una serie de consejos y, en ciertos casos, de reglas. Algunas de ellas más bien sorprendentes, como por ejemplo las instrucciones sobre cómo mantener ordenada la habitación. Una mujer que se precie deberá saber “tatuar, hacer música con copas llenas de agua y enseñar a hablar a papagallos y estorninos”. Esto último resulta intrigante en cualquier época.

Allí se explica cómo un hombre se debe procurar una mujer, o cómo debe birlársela a otro hombre, usando filtros mágicos que deben ser suministrados a la mujer deseada con artimañas y mentiras. Como el manual prescribe, será recomendable mantenerse lejos de “las leprosas, las locas y las mujeres que no respetan los límites de casta, las que hablan demasiado y no saben mantener un secreto, las que expresan el deseo de una relación sexual en público, las mujeres demasiado claras y las demasiado oscuras, las que huelen mal”.

Por otro lado, las mujeres pueden aprender del tratado a mantener la casa bajo control, esto es administrar su primacía frente a las otras mujeres del marido, como afrontar el hecho de que este ya no la desee. Por momentos, es una lección de rasgos feministas (aunque está lejos de serlo), porque enseña a la mujer a manipular al hombre, incluso a través de engaños y halagos, de modo que pueda obtener mayor poder de decisión, o incluso el poder absoluto.

Vatsyayana explica todo. Su objetivo consistía en la domesticación del placer, que entonces se buscaba y obtenía sin tener en cuenta las reglas sociales y sus limitaciones. O sea un tratado filosófico que, como cualquier tratado, requiere de parte del lector atención y trabajo. Pero, como los editores saben bien, basta meter un par de imágenes picantes para convetir el libro más arduo en un best-seller.