COLUMNISTAS
REPORTAJE a Luis Miguel Etchevehere

“Todas las actividades productivas están pasando un momento muy malo”

El presidente de la Sociedad Rural advirtió que el campo está perdiendo rentabilidad y que las economías regionales están agonizando. Críticas a Scioli y preocupación por el impacto que puede sufrir la Argentina en medio de una nueva crisis internacional, temas de los que se habla en la exposición rural de Palermo, que fue inaugurada ayer oficialmente.

Negativo. “Si hay algo que tenemos que agradecerle al gobierno kirchnerista es que ha quedado claro que estas políticas son equivocadas”.
| Marcelo Aballay

En una semana en la que el predio de La Rural en Palermo desborda de visitantes, conversamos largamente con Luis Miguel Etchevehere, presidente de la Sociedad Rural Argentina, frente a los problemas y discusiones que se han sucedido con motivo de la situación del campo.
—Actualmente, la situación es mala –reconoce Etchevehere con franqueza–. Todas las actividades productivas de la Argentina están pasando por un muy mal momento. Las producciones regionales están agonizando. Hoy no hay actividad rentable en el campo. Ni siquiera con la soja, debido a todas las políticas que ha venido aplicando el gobierno nacional en los últimos 12 años. Han desperdiciado la segunda gran oportunidad que el mundo le dio a la Argentina a través de una gran demanda de alimentos. Y una de estas políticas que han perjudicado la producción agropecuaria y la agroindustrial es la altísima presión impositiva. Fíjese que hoy, de cada cien pesos que le entran a un productor, ¡93 se van en impuestos! También hay que mencionar la intervención en los mercados, que permite que el productor reciba por su producto un precio sensiblemente menor. Y esto no beneficia al consumidor, que a su vez tiene que pagar los alimentos con precios cada vez más caros. Además, resultan muy negativos los diferentes tipos de cambio: por ejemplo, tenemos distintos tipos de dólar. En el caso de la soja, vendemos nuestro producto a un dólar de 5,90 pesos, mientras pagamos los insumos con un dólar de 13, 14 o 15 pesos. Todo lo que sean permisos de exportar, prohibiciones de exportar, precios máximos, etc., ha hecho que la producción en algunos casos se estancara, y que la mayoría de las veces retrocediera en cantidad.
—De acuerdo con lo publicado, conocemos lo que significan China y Brasil para la economía argentina, y resulta que, por ejemplo, a Brasil lo único que le está exportando el campo es trigo. El resto son autos, materias plásticas artificiales y autopartes. En cambio, a China le estamos exportando soja, aceite de soja y carne bovina (además de petróleo crudo y otros). ¿Esta es una información correcta?
—Sí, es correcta. Lo que ocurre es que a Brasil prácticamente no le estamos exportando nada en comparación con lo que deberíamos venderle. Hemos perdido el mercado brasileño a manos de los norteamericanos y los rusos. Este gobierno es muy eficiente en la generación de empleo, pero ¡claro! se equivocaron y están generando empleo en Norteamérica y en Rusia, que están proveyendo trigo a nuestro principal comprador, que es Brasil. Por una cuestión de vecindad y por estar dentro del Mercosur, ¡debería ser un cliente prácticamente cautivo! Y el problema resulta ser que aquí no es rentable producir trigo, y perdimos ese mercado. No hay nada que lo justifique.
—A propósito, ¿cómo repercute la crisis brasileña (que parece agravarse cada vez más) en el área agrícola?
—Tanto repercute que le diría que el Gobierno no puede seguir actuando como si estuviéramos solos en el mundo y haciéndolo todo a fuerza de voluntarismo. La economía es dinámica: Rusia devaluó; Brasil devaluó. Las economías van adaptándose a los diferentes cambios, y este gobierno nuestro no atiende esas cuestiones. Por ejemplo, que haya devaluado nuestro principal socio comercial y destinatario de buena parte de nuestros productos hace que Argentina deba tomar nota de esto y modificar las condiciones de su economía para mantener o ganar competitividad.
—Por otra parte, en el panorama político toda la oposición ubica, en sus plataformas, al campo como un aliado.
—Sí, a partir de que el campo presentó su potencialidad en el año 2013, claramente decimos que si tuviéramos reglas de juego impositivas, de estabilidad monetaria, de acceso a los mercados y un tipo de cambio competitivo, podríamos producir alimentos no sólo para 400 millones de personas como lo hacemos ahora (¡a pesar del Gobierno!) sino para 700 millones de personas, y esto generaría 1.100.000 puestos de trabajo en forma directa e indirecta. Por escrito todos los partidos de la oposición ya han dicho qué van a hacer en caso de ser gobierno. ¡Hasta ahora no lo ha dicho el oficialismo! Esto nos llama la atención, porque desde hace ya 12 años vienen llevando adelante políticas que perjudicaron al campo. Por eso le pedimos a Daniel Scioli, candidato del oficialismo, que tenga una plataforma; que diga por escrito qué piensa hacer en caso de ser presidente de la Nación, porque el campo aporta el 60% de las divisas que entran al país y es también responsable de 1/3 de la mano de obra. Y no solamente por esto, sino porque entendemos que es de buena calidad institucional, antes de las elecciones, saber qué piensa hacer cada candidato en caso de ganar.
—¿El gobernador Scioli ha ido a la Exposición Rural que viene desarrollándose en Palermo?
—No. Desde que yo estoy en la presidencia de la Rural, es decir desde el año 2012, no ha venido nunca. Tampoco fue a la presentación de la potencialidad del campo, ni formó parte del Foro de Convergencia Empresaria que lleva adelante la generación de políticas públicas en un marco institucional que contenga a todos los sectores de la economía y señala que, en diez años, ¡se pueden generar tres millones de puestos de trabajo! Todos los partidos adhirieron a esas políticas públicas que se dividen en las áreas institucional, económica y social. Todos menos Daniel Scioli. Hace poco la Sociedad Rural Argentina presentó la Agenda del Campo e hizo aportes y apuntes para lo que, entendemos, debería ser una futura política agropecuaria. Scioli fue invitado, pero tampoco vino. Por lo tanto, no sabemos si va a ir o no a Palermo.
—Por lo menos estuvo allí Marangoni, presidente del Banco Provincia, ¿no es cierto?
—Sí, claro, fue, y también escuché algunas declaraciones de él criticándonos. Yo critiqué (y sigo criticando) que el gobernador Scioli haya dicho “en la política, ni un paso atrás”. Me parece un comentario fascista. Ese tipo de frases, insisto, me hace recordar otras como “hasta la victoria siempre”, “patria o muerte” o “vamos por todo”. Estos comentarios me parecen autoritarios y traen a la memoria un muy mal pasado de la Argentina, que ojalá no regrese. Entonces, en esto entendemos que debería retractarse sobre aquello de “ni un paso atrás”, porque “ni un paso atrás” significa que no se va a atender a las minorías, que no va a haber diálogo, que habrá imposición, manipulación de la Justicia, intervención en la Justicia por parte del Consejo de la Magistratura. También, que no se podrá realizar una interacción entre lo público y lo privado siguiendo con la cifra actual de 15 millones de pobres, el 30% de inflación, y que vamos a continuar peleados con el mundo. Esto es lo que el Gobierno está haciendo y significaría lo de “ni un paso atrás”. Por otro lado, me encontré en Palermo con el ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Alejandro Granados, y tomamos un café. Tenemos diálogo con todo el mundo y hablamos con toda la gente que tenga voluntad de conversar. En lo que sí insistimos es en saber, más allá de la conversación, cuál es la plataforma. Falta conocerla por escrito. Nos pueden criticar y decir cualquier cosa de nosotros, pero nada les va a quitar a los productores la necesidad de ver por escrito qué va a hacer un candidato que tiene alguna chance de ganar las elecciones.
—Bueno, Marangoni dice que el campo “va a estar mejor”…
—Insisto y se lo repito a Marangoni: que lo pongan por escrito. ¿Qué significa “mejor”? ¿Comparado con qué? O sea, en definitiva, que esto sería mucho más serio. Esta es una competencia electoral, y a partir de que la oposición tiene propuestas, el oficialismo no puede dejar de tener sus propuestas. Todo lo que viene haciendo hasta ahora fracasó. Entonces, si cree que se tiene que diferenciar, debe ponerlo por escrito. Y si van a seguir con lo mismo, también.
—¿Cómo es nuestra exportación de carne con respecto a Uruguay, a Paraguay? Estamos exportando menos que ellos, ¿no es cierto?
—Mire, estábamos en el año 2006 cuando Néstor Kirchner cerró las exportaciones junto con Guillermo Moreno. Eramos entonces el tercer exportador mundial. A partir de ahí caímos al 13º lugar. Actualmente, Paraguay ocupa el sexto lugar, y Uruguay el séptimo. O sea que cada uno de esos dos países exporta más carne que Argentina. Uruguay no sólo exporta más que nosotros, ¡sino que también consume más carne que Argentina! Entendemos, entonces, que es el ejemplo a seguir…
—¿Por qué la venta del Mercosur a la Unión Europea fue un convenio apoyado por Uruguay y resistido por Argentina y Venezuela?
—Tanto Argentina como Venezuela toman el Mercosur como un acuerdo político y no como un acuerdo económico, que, en definitiva, para eso se hizo. Hace 15 años que se está hablando con la Unión Europea ¡y no se puede cerrar un acuerdo! O sea que no entendemos esta política cuando somos un país que produce alimentos para miles de veces la población argentina y es de nuestro interés tener convenios comerciales con la mayor cantidad de bloques y de países posible para poder colocar todos esos alimentos que producimos… Pero, bueno, justamente el gobierno actual ve a este bloque para tener… no sé… algún tipo de relación política con algún país y no como una herramienta económica para desarrollar este mercado tan importante y poder comerciar bienes, servicios, etc., entre los países del Mercosur y países de otros bloques.
—Este ejemplo de Venezuela que a los funcionarios actuales les parece tan cercano ¿qué ventaja nos estaría representando?
—Ninguna. Es el peor ejemplo que podría seguir la Argentina desde todo punto de vista: en lo económico, en lo institucional. Desde el punto de vista social tampoco hay nada, creo yo, que justifique tomar a Venezuela como un ejemplo para la Argentina.
—El dólar paralelo que se está escapando ¿cuánto incide en los problemas del campo?
—Ya los está causando. Por eso pedimos que haya un solo tipo de cambio para comprar y para vender; que se sincere el precio del dólar en nuestro país porque este atraso cambiario también está perjudicando a miles y miles de personas en las producciones regionales y, como decíamos recién, al haber devaluado nuestros clientes de otros países tenemos que adaptar nuestra realidad económica a lo que ocurre en el mundo.
—¿Y qué ha ocurrido, por ejemplo, con nuestros limones (éramos los primeros exportadores del mundo), nuestras manzanas, etc.?
—Todo se ha perjudicado por la pérdida de competitividad que le mencionaba recién. La presión impositiva y los costos de transporte internos también contribuyen a esto. Son carísimos. Transportar (supongamos) una tonelada de maíz de Salta a Rosario ¡cuesta el doble que llevarla desde el puerto de Rosario hasta el puerto de Rotterdam! Por esto le decía que es una suma de cosas que nos perjudican y nos hacen perder en la competencia con países que tienen una moneda estable, buena infraestructura, relaciones o convenios comerciales con sus compradores... Todo eso se tiene en cuenta y se pierden la producción, la inversión y también el empleo. Lo más grave es que se pierde el arraigo. Algo muy importante, porque mucha gente tiene que dejar su querencia para irse a vivir a otra ciudad, otro país, porque no tiene trabajo en los lugares donde se encuentran sus afectos. Es un drama que vivimos los que somos del interior. Permanentemente vemos que nuestros lugares eyectan a nuestros seres queridos, que deben buscar el futuro en otros lugares.
—La situación del sector lácteo es particularmente cruel…
—Los precios de los lácteos, a nivel mundial, siempre fluctúan. ¿Qué hizo mal este gobierno? Pues que en el momento en que subieron los precios internacionales evitó que el productor recibiera el precio lleno de ese producto, como en cambio ocurrió en Uruguay, Nueva Zelanda, Australia etc. Por ejemplo, la leche en polvo valía 5 mil dólares la tonelada y el Gobierno dispuso que el productor argentino no cobrara más del equivalente a 1.500 dólares la tonelada de leche en polvo. O sea que se quedó con lo que podría haber sido ganancia del tambero. Al no tomar esa ganancia en los momentos buenos, ahora al tambero (con una baja de precios internacionales) esta crisis lo agarra descapitalizado, a diferencia de todos nuestros competidores, a quienes los agarra con la billetera con dinero y espaldas para poder encarar una etapa de precios malos. Por ende, cerraron más de 8 mil tambos en la Argentina, y este problema económico es, además, un problema social porque en cada tambo trabajan tres o cuatro familias que no solamente tienen allí un trabajo, sino también un oficio.
—En la ceremonia de inauguración de la Rural de Palermo los discursos fueron duros…
—Lo que dijimos fue una apuesta a la esperanza. Una apuesta al futuro. Hacer un balance de lo bueno, que es vivir en democracia, y un análisis de lo importante, que es tener instituciones fuertes, que se cumpla la Constitución, que haya un verdadero federalismo, que haya división de poderes, que los gobernadores no dependan de verse obligados a tener relaciones serviles con el poder central para administrar sus recursos. Recursos que, por otra parte, les otorga la Constitución Nacional. Que podamos tener una calidad institucional que atraiga inversiones, generación de empleo. ¡Ya ha quedado demostrado qué es lo que no hay que hacer! Si hay algo que tenemos que agradecerle al gobierno kirchnerista es que ha quedado perfectamente claro que estas políticas son equivocadas y causan daño. Entonces, tenemos que cambiar para, repito, generar inversión, empleo y arraigo. También dijimos claramente que estamos convencidos de que depende exclusivamente de nosotros. Nadie va a efectuar estos cambios si no los hacemos nosotros. Y, de cara a las elecciones, tenemos un gran poder, que es el voto, que confiere confianza a aquellos que se lo ganen o que hayan demostrado que están a la altura de la confianza del pueblo argentino, pero también castiga a aquellos que hayan abusado de la confianza que se les brindó en su momento y que, a pesar de haber contado con todos los medios económicos y todo el poder en la Legislatura o en el Ejecutivo, no trabajaron para mejorar la calidad de vida de todos los habitantes de nuestro país.