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Macri consulta a economistas, Lavagna dice poco, Massa hace equilibrio y CFK se calla: cada gesto se mide en votos.

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Mauricio cumple... ...años. | Pablo Temes

Nos está costando bajar la inflación”(sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002. Esa idea, la de entrevista con tufillo a campaña, tiene aire de los engendros electorales salidos de la “usina” de ideas que fogonea Jaime Duran Barba. Como ya se sabe, la idea del consultor estrella de Cambiemos es hacer una campaña corta en la que se hable poco de economía. Eso sí que es toda una quimera. Sobre todo cuando el Presidente dedica el mayor tiempo de su gestión al tema económico. De ahí las reuniones que tuvo con un grupo de economistas.

Hubo al menos dos de esos encuentros. Uno fue en diciembre pasado con Miguel Angel Broda quien, hay que recordar, ha sido muy crítico del manejo económico del Gobierno. La otra tuvo lugar en estos días. Para ser más precisos, a principios de la semana que pasó. Esta última fue ampliada a otros economistas –entre ellos Miguel Kiguel y Pablo Guidotti– y contó con la participación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne. En términos generales, se habló de dos temas: por un lado, se hizo un análisis de la coyuntura, con la atención de Macri puesta en comprender cómo vienen variables claves como la inflación, el crecimiento, el tipo de cambio y el programa con el Fondo Monetario Internacional, especialmente la parte fiscal. Los otros temas fueron las reformas a largo plazo que hagan posible el crecimiento y la consolidación de la economía.

Planes y errores. De especial atención fueron la búsqueda de propuestas tendientes a crear un mercado laboral más moderno, más flexible y más adecuado a la realidad del siglo XXI, y el cómo y qué hacer para controlar el gasto público. Allí la preocupación  y el desafío es mejorar los gastos en seguridad social y en asistencia social sin descuidar a los más vulnerables. Broda es quien ha trabajado en un programa integral. Es evidente, pues, que el Presidente –a quien en las reuniones se lo vio tranquilo y de buen semblante– está a la búsqueda de un plan económico. Es un reconocimiento implícito de que durante su gobierno no lo ha habido, y que todas han sido medidas implementadas a la manera de parches. Un error garrafal.

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Que Cristina hable de unidad es un verdadero oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo opuesto.

Este veranito que está viviendo la economía argentina no le es propio, sino que es impulsado por los mercados internacionales que, ante la estabilidad de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sin miras de aumentar en el corto plazo, que fue el escenario cruel de abril del año pasado, sumó la aplicación del impuesto a la renta financiera. A estas variables favorables se les contraponen voces de alarma que previenen sobre el peligroso rearme de una operatoria de carry trade que estuvo en la base de la eclosión cambiaria, y que asoló la economía vernácula el año pasado. “Otra vez la ‘bicicleta financiera en acción”, alerta un economista de consulta del oficialismo.

Como decíamos, quienes han visto a Macri en estos últimos días lo encontraron distendido y de buen ánimo. No es ese precisamente el ánimo que merodea por los despachos de muchos otros funcionarios. Ahí campea el miedo. La causa: las encuestas. El escenario de un final cabeza a cabeza es inamovible sea cual fuere la encuesta. Macri está convencido de que gana. Si así fuere, la suya será una victoria pírrica. Nada muy distinto de lo que le ocurriría a Cristina Fernández de Kirchner si ella se alzara con el triunfo.   

Quien finalmente reapareció fue Roberto Lavagna. En la entrevista que le concedió a Charlie Fernández habló poco, pero lo que dijo fue mucho. A buen entendedor, pocas palabras. Lavagna no quiere internas; Lavagna no se conforma con el peronismo; Lavagna quiere una alternativa superadora en la que su autoridad sea indiscutible. Lavagna no la quiere compartir con nadie. Todo esto muestra a un hombre activo que, más allá de las especulaciones, piensa seriamente en su candidatura con tonos y tiempos siempre mesurados. “Mi decisión será a mitad de año”, dijo. No es una fecha casual. Es cuando se cierran listas.

Centralidad. Lavagna estuvo en el centro de todas las conversaciones del lanzamiento de Alternativa Federal en Mar del Plata. Al margen de la centralidad del ex ministro de Economía, ocurrieron allí dos hechos de significación política para la interna del peronismo: uno fue la presencia de los gobernadores del PJ, circunstancia que produjo disgusto dentro del kirchnerismo; el otro, la tajante afirmación que hizo Miguel Angel Pichetto: “Si acá viene Cristina, yo me voy”.

A pesar de que algunos se quisieron hacer los desentendidos, todos entendieron que el destinatario de esta advertencia era Sergio Massa, que viene coqueteando con ambigüedad a la hora de responder si se asociaría con CFK en un emprendimiento electoral.

El entorno político de la ex presidenta se muestra inquieto –crecientemente inquieto– ante la irrupción de Lavagna. El motivo es simple: le quita a CFK cualquier posibilidad de crecimiento. Y ese es su gran problema. Por eso la hoy senadora bajó la orden de trabajar por la unidad del peronismo en todas las provincias. Que ella hable de unidad es un verdadero oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo opuesto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.