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AFA: NI TINELLI NI SEGURA, LA PRIMERA ELECCIoN SIN GRONDONA FUE UN BOCHORNO

Traiciones, su fantasma, tres papelitos y un papelon

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“Yo soy el gran traidor. ¡No debe haber ningún otro!”(…) Soy la ira de Dios. La tierra que piso me ve y se estremece. El que me siga ganará riquezas innombrables.
Pero el que deserte...”
Discurso afiebradode Kinski  (Lope de Aguirre) antes del trágico final. “Aguirre, la ira de Dios” (1972), dirigida por Werner Herzog (1942).

Entre la tristeza y cierta mística poética, Julito Grondona afirmaba: “Con el hombre esto no pasaba. A mí me sorprendió mucho ese recuento. Al hombre lo acusaban de que todo era ‘sí, Julio’ pero nunca se llegó a lo que llegaron el jueves. Llovió porque el hombre lloró al ver eso. El voto 38 lo puso él, lo puso él…”.
El hombre era su padre, Julio Humberto Grondona, quien manejó con mano de hierro ese edificio al que llamaba “la casa”, y con asombrosa habilidad su cargo en la poderosa FIFA. “Soy vicepresidente del mundo”,
solía decir, menos por vanidad que para transmitir el enorme poder que tenía ese sillón en Zurich. Como Perón y muchos otros, supo morirse a tiempo. Julito decidió apoyar a Tinelli. Uno siente hasta cierta incomodidad al escribirlo. Puro prejuicio.
El último informe publicado por el Departamento de Justicia norteamericano también evitó llamarlo por su nombre durante las 240 fojas del expediente, pero no por admiración, justamente. El “Co-Conspirador #1” de la investigación del Fifagate “fue presidente de AFA desde 1979 hasta su muerte, en 2014”. Conclusión: si Don Julio viviese, estaría preso.
Menos misteriosos fueron los pedidos de captura de dos íntimos de Grondona: José Luis Meiszner, alguna vez señalado como su heredero, y Eduardo Deluca, de larga trayectoria en la Conmebol, kaput desde que una cámara oculta lo mostró, incontinente, detallando la ruta del dinero. La impunidad es un licor peligroso.
Por ahí andaba Liliana Ripoll, la síndica que en 1999 casi me provoca un infarto cuando anunció: “Racing Club Asociación Civil ha dejado de existir”. En la misma onda mística de Julito, muy convencida, le susurró al oído a Eduardo Spinoza, presidente de Banfield : “Llevo veinte años en AFA y éste es un mensaje del viejo…”. Los dos recordaron que hace poco más de un año, en ese mismo predio de Ezeiza, fueron velados los restos de Grondona.
No hay caso. Fueron muchos años y la gente de la casa no sólo se niega a imaginar una AFA sin Don Julio sino que siente que sigue mandando desde el más allá. Logra que tres votos se peguen y que uno solo pase, para lograr el resultado imposible: 38 a 38, cuando existen sólo 75 votantes. Castigo divino a los ambiciosos y traidores.  
Tinelli es un empresario y conductor que hace 25 años lidera los ratings. Pero antes de eso jugó en San Telmo de central, fue cronista, hombre de campo y relator. Podemos decir que es un hombre que viene del fútbol. ¿Qué piensa hacer? Más allá del libro con propuestas que presentó, es un misterio. Porque a la teoría habrá que sumarle lo pragmático: ¿cómo enfrentar un sistema que se maneja, retroalimenta y reproduce solo? Grondona actuaba como un papa y la AFA era su Iglesia. No será fácil desarmar esos sistemas herméticos, donde el poder se licúa sólo para aparecer de pronto y sacar del medio a quien moleste. Gente pesada.
Es política a lo bestia. Todo vale. El poder del dinero, la extorsión, el apriete. Hasta que aquí no frenen a las barras, todos viviremos en peligro. Los métodos no son sutiles. Al presidente de Excursionistas, Angel Lozano, le pintaron el frente de la casa: “Angel traidor ladrón”. Hubo amenazas de muerte, de agresiones, lo de siempre.
Leonardo López, vicepresidente de Independiente Rivadavia de Mendoza, fue un poco más allá: “A mí me vinieron a hablar del Ascenso. Me ofrecieron beneficios y dinero en la asamblea y
500 mil pesos para el club si votaba a Segura. Tinelli no compró votos. Fue al revés. Se ve que hubo gente que agarró, porque el día anterior teníamos 42 votos seguros”.
“No sé cómo serán las elecciones en los sindicatos. Pero esa noche más bajo no se pudo caer”, intentaba contenerse Tinelli. La frase le picó a Moyano, que salió por
el lado menos esperado. “Tinelli tiene un poder mediático impresionante. Nosotros no tenemos la posibilidad de ir al programa de Mirtha Legrand. Yo todavía no pude ver al presidente electo, ni al jefe de Gobierno electo, ni a la gobernadora electa…”. Que lo parió. ¿El capo de la CGT necesita de Mirtha y no lo recibe ni Piñón Fijo? ¡Fah! ¡Santo Lorenzo Miguel, muchachos! ¡Qué momento del sindicalismo argentino!
En una interpretación algo forzada, Moyano entendió que “el resultado es un mensaje de la gente para que nos juntemos”. Oh, no. Vuelve la enmienda bolsa de gatos. La gente de Tinelli no quiere saber nada con eso. Ni locos agarran.
Chiqui Tapia, que pasó toda la campaña con el freno de mano puesto, al final desbarrancó. ¿Qué dijo el yerno de Moyano? “Dimos todas las garantías para que todo saliera bien. Pero hicimos una apertura democrática que no tendríamos que haber hecho”. ¿Eh? Glup. Y aclaró, mientras oscurecía: “Dejamos participar a quien no cumplía con los requisitos legales”. Así se expresan los dueños de casa. En fin.
Juan Carlos Crespi, fiel a sí mismo, miraba hacia la mesa y, cruel, susurraba: “Estos no vieron un culo al aire”. Seguristas se quitaban culpas: “El que abrió los sobres es de Tinelli”. Dos votos dobles para Segura fueron detectados y dados como válidos, rompiendo la otra boleta. Pero el tercero, favorable a Tinelli, quedó. Y armó la suma imposible.
La traición es moneda común en el viscoso mundo del fútbol. Y aquí hubo mucha. Demasiada. A la vista de todos.
No sé qué podrá o lo dejarán hacer a Tinelli en la AFA. Pero a los otros muchachos los conocemos. Demasiado.
Mmm… Quizá, quién les dice, alguna vez tengamos un fútbol que no nos dé vergüenza, con dirigentes que no den vergüenza. Tengamos fe, total…
Recuerden, compatriotas: en este país todo puede pasar.
Hasta lo bueno.