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cuba, china y la urss

Transición sin cambios

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La pacífica elección del nuevo presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, por la Asamblea Nacional por 603 votos de un total de 604, contrasta con las transiciones en la Unión Soviética en 1953 después de la muerte de Joseph Stalin y en la República Popular China  con el fallecimiento de Mao Tse-Tung en 1976.
En la Unión Soviética, el cargo fue asumido por Gerogy Malenkov, asociado con Stalin hasta su reemplazo en 1955 por Nikita Khrushchev y finalmente expulsado del Partido Comunista en 1957 después de organizar un golpe de Estado para volver al poder. Nikita Khrushchev es recordado por el discurso pronunciado en el 20° Congreso del Partido Comunista denunciando los crímenes y la brutalidad del régimen stalinista e inaugurando la política de coexistencia pacífica.
La designación de Hua Guofeng como sucesor de Mao Tse-Tung en febrero de 1976 fue el resultado de un intenso conflicto entre diferentes facciones que recién pudo comenzar a definirse con el golpe de Estado del 23 de octubre de ese año concretado por la decisiva intervención del Ejército de Liberación y la detención de la denominada “banda de los 4” identificada con la Revolución Cultural; los cuatro miembros fueron sometidos a juicio en 1981. Hua nombró a Deng Xiaoping como viceprimer ministro y en 1978 se inicia el proceso de reforma y apertura económica.
Los cambios en la Unión Soviética y la República Popular China estuvieron asociados al fracaso de las políticas de desarrollo económico y violaciones de los derechos humanos. La necesidad de encarar la modernización del aparato productivo para mejorar los niveles de vida de la población y ampliar el espectro de derechos individuales dentro de las características del régimen.
El ascenso de Miguel Díaz-Canel no tuvo el fondo de tragedia, purgas y desplazamientos que caracterizaron los cambios en la Unión Soviética y China, pero la necesidad de modificar el rumbo económico sobrevuela desde hace años la política en la isla sin que exista acuerdo sobre la velocidad y la profundidad para no alterar el equilibrio de los factores de poder. El presidente Raúl Castro ha cedido el cargo titular, pero ha conservado el puesto de secretario general del Partido Comunista hasta 2021, cuando cumplirá 90 años. Desde el Partido Comunista podrá supervisar la política del gobierno y reiterar la necesidad de cumplir con los objetivos de la revolución.
Tanto en la Unión Soviética como en China la discusión fue sobre la forma de insertarse en la economía global y beneficiarse con la incorporación de las nuevas tecnologías. En ambos casos las experiencias han sido positivas: en el primer caso por la existencia de enormes recursos naturales y en el segundo por la masiva incorporación de capitales extranjeros que dieron empleo y transfirieron conocimientos. Cuba se encuentra en esa disyuntiva y los cambios dependerán de las intenciones de avanzar en un camino similar. Los discursos no preanuncian cambios profundos porque la adhesión a los principios revolucionarios cualesquiera sean en esta etapa constituyen el único motivo de cohesión de la elite dirigente.
En los años cincuenta la URSS defendía el liderazgo del PC para evitar la disgregación, lo cual fue posible hasta 1990, cuando perdió el monopolio político. China enfatiza el papel del Partido como líder del proceso de transformación sin aceptar las posibilidades de un sistema multipartidario.
Todo pareciera indicar que Cuba tratará de mantener la misma estructura de poder para evitar la dispersión y conservar el monopolio de la transformación interna sin ceder a las presiones internacionales. Esta opción podría evitar los graves conflictos que afectaron a los países que decidieron abandonar la utopía colectivista, pero todo dependerá de los tiempos porque las demoras solo alentarán las tensiones. Los cambios son siempre difíciles, pero más aún cuando la discusión está limitada a un grupo de dirigentes sin la participación de la sociedad.

*Embajador.