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Tras la entrevista que no fue

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La designación de Jorge Mario Bergoglio como Papa me tomó por sorpresa, porque nunca pensé que el Pontífice que reina sobre 1.200 millones de fieles pudiera ser argentino, y menos una persona que una conoce. Creo que a los argentinos en general nos ha dado una gran alegría este reconocimiento, porque es un hombre que siempre se dedicó a los que no tienen, con un sentido muy evangélico. El padre Pepe Di Paola me aseguró que había empujado mucho el tema de los curas villeros, y por las anécdotas que van apareciendo es un hombre con una conducta muy pareja, con símbolos de austeridad y sencillez que ha aplicado para él mismo.

Creo que su papado realmente podrá hacer una diferencia. Ya hay un antecedente muy interesante: evitar saludar al que era obispo de Boston, Bernard Law, acusado de encubrir a curas pedófilos, cuando lo vio en la basílica Santa María la Mayor. El hecho de que ese cura haya sido, además, separado, castigado, es muy importante como medida. Esperemos que pueda seguir manteniendo esa tónica.

Con respecto a las dudas que sobrevolaron sobre su colaboracionismo durante la dictadura, como comentábamos en estos días con Graciela Fernández Meijide, nunca se lo mencionó ni acusó de nada en las reuniones de la Conadep. Yo mantuve dos conversaciones muy largas con el padre Yorio, antes de que muriera en Uruguay, donde vivía –tenía pensado escribir un libro sobre él, que nunca hice por falta de tiempo– y jamás me dijo nada de que Bergoglio lo hubiera entregado. Al contrario. Incluso tengo entendido, como bien dice Alicia Oliveira, que ayudó a mucha gente a salir del país. Se dice que hasta prestó su cédula de identidad a alguien. Hasta Michael Moore pidió disculpas públicas por retuitear la foto apócrifa donde supuestamente aparecía dándole la comunión a Videla.

Como hasta ahora las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia no han sido muy fluidas, parece mentira que haya grupos que confunden una actitud política con un nombramiento de este tipo, que no tiene nada que ver más que con la fe.

Personalmente, me encontré con él dos veces. La primera fue en Mar del Plata, en una reunión organizada por Hugo Moyano donde él también participaba. Me acerqué y le pregunté: ‘Cardenal, ¿cuándo me va a dar una entrevista?’. ‘Todavía no es el momento’, me respondió. Y creo que, ahora, será más difícil aún lograrlo, aunque en periodismo, como en la vida, la esperanza es lo último que se pierde. Luego lo vi en la presentación de la revista Vida Nueva, que dirige José Ignacio López. La foto que ilustra esta columna fue tomada en las Catalinas. En esa oportunidad volví a saludarlo y a insistir. Quizá lo logre.