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Trump y el fantasma de Nixon

El despido del director del FBI y las veladas amenazas que le hizo el presidente hacen inevitable la comparación con un mandatario que no terminó su mandato.

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Republicanos. Conversaciones grabadas, choques con el FBI: muchas coincidencias. | Cedoc Perfil
Después de llegar al poder prometiendo que volvería a hacer grande a Estados Unidos, Donald Trump parece haber usado una máquina del tiempo para llevar a la Casa Blanca a la época de Richard Nixon, el presidente que se vio obligado a renunciar en agosto de 1974 por un escándalo de espionaje ilegal.  Aunque es demasiado pronto para saber si la petición de renuncia al director del FBI James Comey sea la gota que rebalse el vaso para una administración que ha estado marcada por polémicas desde su primer día, la forma en que Trump ha explicado su decisión de pedir la renuncia de Comey hace inevitables las comparaciones con la forma en que Nixon reaccionó cuando se comenzó a destapar el escándalo de Watergate.

En los poco más de cien días que lleva en la Casa Blanca, Trump se ha mantenido permanentemente en las portadas de las noticias.  Si bien parece haber abandonado varias de sus promesas más polémicas de campaña–como una posible guerra comercial con China, un debilitamiento de la OTAN o la persecución legal a Hillary Clinton–,Trump se ha visto frustrado en su intento por cumplir varias otras igualmente polémicas promesas. Su intento por establecer una prohibición de viaje a personas que provienen de siete países mayoritariamente musulmanes fue frenado por las Cortes. Su promesa de construir un muro en la frontera con México parece bastante improbable.  Pese a que la Cámara de Representantes logró aprobar un plan de salud para reemplazar el Obamacare, es improbable que el Senado, también controlado por los republicanos, vote a favor de esa reforma. Finalmente, la ambiciosa promesa de una reforma tributaria que baje los impuestos a las empresas y a las personas de más altos ingresos y patrimonio también enfrenta complejos desafíos para que se pueda materializar. Aunque todavía no hay detalles sobre cómo financiarla, los números simplemente parecen no cuadrar. De aprobarse, esa propuesta aumentaría sustancialmente el ya abultado déficit fiscal estadounidense, lo que tendría efectos nefastos sobre la economía, con aumentos en las tasas de interés causados por la necesidad del gobierno de financiar esos insostenibles desbalances fiscales. Así las cosas, Trump no ha logrado sumar grandes logros. Tal vez la única victoria significativa que ha tenido fue la confirmación del juez conservador Neil Gorsuch a la Corte Suprema, asegurando una mayoría conservadora en la Corte por varios años.

Pero la ausencia de victorias no ha significado que Trump haya dejado de ser el centro de atención en la política estadounidense. Trump se ha encargado de generar noticias constantemente.  Sus peleas con la prensa, sus polémicas declaraciones y su aparentemente aleatoria forma de llevar adelante su agenda de gobierno han hecho que la opinión pública estadounidense ponga más atención a este presidente que a sus predecesores en igual período. Si bien es el presidente que en sus primeros meses marca la menor aprobación en décadas, Trump es el presidente que logra los ratings más altos y genera más polémicas. Da la impresión de que a Trump le importan más los ratings que la aprobación.
La decisión de pedirle la renuncia a James Comey, el director del FBI, bien pudiera también explicarse por la obsesión de Trump con los ratings y con su ya regular tendencia a levantar una polémica nueva para cubrir polémicas anteriores. Si ése es el caso, entonces Trump ha tenido éxito. Desde que se anunció la salida de Comey, los estadounidenses sólo han hablado de ese tema, olvidándose de los tropiezos legislativos y judiciales que ha tenido Trump para cumplir sus promesas de campaña.

Ahora bien, hay otra explicación posible para la salida de Comey.  Ya que desde la campaña presidencial han existido sospechas de una relación impropia entre altos personeros de la campaña de Trump con el gobierno ruso, la petición de renuncia de Comey pudiera deberse a un intento por obstruir la investigación que estaba llevando a cabo el FBI sobre la posible conexión rusa de la campaña de Trump. Aunque hasta ahora la evidencia disponible no involucra a Trump, hay suficiente evidencia circunstancial que alimentan sospechas y justifican una investigación más acuciosa. La salida de Comey pondrá obstáculos a esa investigación.

Las explicaciones que ha dado la Casa Blanca, y el propio Trump, para explicar la salida de Comey han hecho crecer la polémica en torno a la controvertida decisión. En un tuit que sólo puede ser definido como un lapsus freudiano, Trump advirtió a Comey que no filtrara información a la prensa, aduciendo la posible existencia de grabaciones de las conversaciones privadas entre el presidente y el ex director del FBI.  Trump usó la palabra “cintas”–mismo antiguo término que hace referencia al medio a través del cual el ex presidente Nixon grabó las conversaciones en la Casa Blanca que terminaron por demostrar su involucramiento en el caso de espionaje ilegal a la sede de campaña del partido rival en 1972.  Esa referencia fue suficiente para justificar una comparación que ya se venía haciendo soterradamente entre lo que ha sido la presidencia de Trump y lo que fue la presidencia de Nixon.

Como se siguen acumulando sospechas de comportamiento reñido con la ética e incluso ilegal de altos funcionaros de la Casa Blanca y como Trump ha privilegiado un estilo de gobierno de confrontación con sus rivales y la prensa, las comparaciones con el gobierno fallido de Nixon rápidamente se han multiplicado. Incluso antes de que llegara al poder, muchos especulaban que Trump no terminaría su mandato.  Ahora que el propio Trump ha abierto la puerta para que se realicen comparaciones entre su gobierno y el de Nixon, también se multiplicarán las especulaciones sobre la posibilidad de que, producto de escándalos, investigaciones judiciales y esfuerzos de la Casa Blanca por obstruir investigaciones, Trump, al igual que Nixon, no logre terminar su mandato.

*Doctor en Ciencias Políticas (New York University)