COLUMNISTAS

Una fórmula para octubre de 2015: Scioli-Binner

Consciente de lo audaz de su idea (“que va a ser rechazada por todos”, dice), el filósofo busca avanzar hacia la mejor opción para los comicios de este año. A su juicio, la unión entre ambos candidatos combinaría “el ala democrática” del kirchnerismo con la idea de “servicio público” y la tradición municipalista del socialismo.

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El socialismo santafesino está arraigado en la tradición municipal. A ese espacio pertenece Hermes Binner. Se trata de mejorar la calidad de vida del vecino. Dicho así, parece una frase del PRO, pero Macri dista bastante de adherir a una visión política restringida al espacio municipal.
Los límites de esta tradición son claros: carece de una perspectiva política nacional, le cuesta pensar en grandes unidades territoriales, en la diversidad y multiplicidad de factores en juego, en las contradicciones y en los dilemas que se presentan a diario y en las variables que en esas dimensiones no siempre son controlables como pueden serlo desde un ayuntamiento ubicado frente a una
plaza central.

Sin antecedentes políticos ni presencia territorial, carece de experiencia en el funcionamiento de los aparatos de Estado, del peso de su burocracia y de la madeja de intereses que lo conforman.
Respecto del radicalismo, poco y nada se puede agregar. Los radicales han sido funcionales a todo tipo de régimen, se han acomodado a gobiernos de signo opuesto. Han colocado un espejo en la vieja frase de Alem y se doblan pero no se rompen,  su flexibilidad es su especial virtud. Aunque admitimos que hace tiempo que se doblan y se rompen con llamativa alternancia. Ejemplos de flexibilidad: secundar a Lavagna, De Narváez, Massa, Macri, Binner… Ejemplos de ruptura: Carrió, López Murphy, los transversales…

A diferencia del peronismo, los radicales no tienen doctrina. Puede sorprender lo que se acaba de afirmar, pero el justicialismo se reconoce por la idea de comunidad organizada, de una sociedad gobernada desde un Estado fuerte que coordina el poder corporativo. Descree de las instituciones republicanas, a las que percibe con una porosidad y una permeabilidad extremas respecto del poder económico.  

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El peronismo se adapta a la división republicana de poderes al tiempo que somete su funcionamiento a su idea y a su práctica de la política.

Pero volvamos al pensamiento municipal del binnerismo. A pesar de sus límites, aporta algo valioso a la política como lo es la idea de “servicio público”, es decir que colabora con un factor de honestidad sin el cual la política es sólo el poder que construyen los ricos y los enriquecidos.


¿Por qué no? Debemos superar la ironía y dejar de espantarnos por el peligro de una supuesta ingenuidad política, para poder imaginar un cambio de escenario en un frente entre el FAP y el ala democrática del kirchnerismo.

Habrá quienes dirán que esta nueva alianza es “conservadora”, y sin temerle a la palabra rescatamos el hecho de que hay cosas que vale la pena conservar, como las garantías establecidas por la Constitución y la mejora en el funcionamiento de los poderes independientes del Ejecutivo, sin lo cual nos convertiríamos en una republiqueta.

¿Por qué no una fórmula Scioli-Binner? La posibilidad de un aporte recíproco entre la perspectiva nacional y la red política que tiene uno, y una gestión que dé servicio a la comunidad en salud y educación, y no sólo proteja sino que avance en lo que atañe a los derechos humanos,
civiles y sociales, puede ser beneficiosa.

¿Se puede acusar a esta yunta de neoliberal? ¿En qué sentido se puede emplear unívocamente el atributo denostado por lo acontecido en los 90? Existe un neoliberalismo regenteado por una gran potencia como la China o por organismos  financieros internacionales. El Consenso de Washington hoy está acompañado por el Consenso de Shanghai. La apertura económica, el otorgamiento de zonas para la acción irrestricta de monopolios multinacionales, la posibilidad de girar dividendos garantizados con seguros de cambio, la firma  de convenios con corporaciones en la que la letra chica es ilegible, etc., son una muestra de que la política exterior y la comercial ofrecen una amplia gama de alternativas semejantes, más allá del relato contrastado que las justifica.

La soberanía no es una cuestión de estatismo sino de Estado. Y empresas mixtas, privadas o públicas pueden perjudicar o beneficiar al país de acuerdo a la conducta y al poder de quienes lo gobiernen.

Cuando decimos “ala democrática”, no manifestamos más que el deseo de una sociedad que acepte normas que permitan una mejor convivencia entre sus habitantes. Lo peor del cristinismo ha sido nutrirse de elementos pasionales destructivos: la prédica vengativa, la furia, la difamación, el odio entre sectores, la amenaza, la fragmentación, el fanatismo y la frivolidad irresponsable respecto de la violencia. Ha generado una pandemia de resentimiento e ira que se extendió a toda la sociedad.

Que esta mejor convivencia sea deseable no quiere decir que sea posible. Quizá no lo sea. Los grupos con capacidad intimidatoria, con la posibilidad de provocar miedo, hasta víctimas, están distribuidos en nuestro país en todo su territorio, y en estado bastante anárquico. Los gritos de no volver atrás y de no permitirle al próximo gobierno lo que fuere tratan de confundir a la gente y de atemorizarla. El control de los servicios de espionaje con fines extorsivos tiene el mismo fin.

Pero vale la pena intentar el cambio para reforzar la democracia y alejar los intentos de autocracia.
El cristinismo sabe que en un ballottage pierde. No tiene consigo a más de la mitad del país, y más de la mitad no lo quiere aunque sea primera minoría. Podrá lograr votos demonizando a adversarios, pero es probable que no le alcance para una victoria. Ni Scioli ni Randazzo en nombre de la Presidenta generan la confianza de poder propio, de autonomía en las decisiones, y la imagen de ser títere de una ex presidenta y de su dispositivo de presión no es convincente.

Sólo el gobernador bonaerense puede recolectar votos en sectores no afines al kirchnerismo, al menos aquellos que no pertenecen a la demagogia y al extremismo opositores. Binner, al rechazar una alianza de todo el arco opositor, también matiza su posición política al afirmar que nada justifica un planteo salvacionista en nombre de la república “ya que no estamos frente a Pinochet”.   
El PRO, por su lado, sí parece tener una oferta de “chilenismo”, el sueño de una sociedad progresiva y estable, respetuosa de las jerarquías y moderada en los cuestionamientos respecto de las inequidades. Parece ideal, en especial para los que mandan. En un cierto sentido, es una propuesta reaccionaria light, y en cualquier otro, quizá también.
Sergio Massa es un aventurero. Podemos esperar de él cualquier cosa, por eso es peligroso.

Burlas y carcajadas. Esta idea del binomio Scioli-Binner es buena porque va a ser rechazada y burlada por todos, y no digo casi todos, sino todos, y por supuesto de parte de los candidatos mencionados. Para que esta idea se concrete, el ex gobernador de Santa Fe debería imponerse a los grupos políticos de UNEN que se trepan a su nombre para tener una mínima figuración política. Tumini y Donda son los primeros que deben comprender una estrategia amplia ya que tienen la experiencia de haber estado integrados al kirchnerismo para luego conformar una alianza con Prat-Gay. Margarita Stolbizer también debe decidir si su plan político se reduce a decir que los Kirchner roban. Solanas no comprenderá nada más que lo que ya comprendió, por lo que predica en nombre del primer peronismo de hace más de seis décadas.

Como sería casi un milagro que esto llegara a suceder, los convocados a este lanzamiento se reirán a carcajadas con esta idea de una fórmula de un voto, el mío. Pero es buena ya que no se basa en ningún malentendido. Es inútil pero responsable. No se apoya en un deseo ni en una imagen irreal de  nuestro país. No inventa un pueblo sobre un desierto de historia. No lo hace desde la incapacidad política en nombre de un ideal revolucionario macabro, ni por una república diagramada en comités, estudios de televisión y en el back office de algunas redacciones.

Propongo una fórmula, no un programa de intenciones, ni  un proyecto inodoro que no lastime a nadie, ni principios generales que todos firman, ni palabras de circunstancia que sólo llenan con vacuidades la falta de iniciativa política y liderazgo. Selecciona lo que a mi entender considero lo mejor del oficialismo y de la oposición.
 
*Filósofo. www.tomasabraham.com.ar.