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redes sociales

Velocidad y resistencia

Todas las decisiones tomadas en el celular son urgentes y superfluas en la mayoría de los casos.

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Nokia 3310, hoy vintage. | Cedoc
El móvil Nokia 3310 es aquel que muchos usábamos hace no tanto tiempo pero que visto desde hoy parece haber pasado una eternidad. Eran los celulares que circulaban alrededor del año 2000 y, ahora, aquellos viejos Nokia están de vuelta y a mitad de precio, menos incluso, que por entonces. Hay más de ciento veinte millones de estos teléfonos juntando polvo en medio mundo pero más de un 20% de los europeos aún sigue aferrado a estos artefactos antiguos y se mantienen al margen de las redes. No es un gesto vintage, no es una relación como la que se mantiene con los vinilos, es decir, una extensión a través de la nostalgia del campo del consumo. Se trata de un acto de negación, una pérdida voluntaria de visibilidad que por un lado, regresa a la privacidad cancelando su exposición permanente y por otro, recupera el sentido del tiempo.

La socióloga española Remedios Zafra afirma que la atención permanente a la red nos empuja a un presente continuo y a circular a una determinada velocidad. Los pasajeros en un vagón del subte, conectados al unísono, en tanto interactúan en las redes sociales, se desplazan en ellas a una velocidad sideral comparada con el movimiento físico del tren.

Todas las decisiones tomadas en el celular son urgentes y superfluas en la mayoría de los casos ya que giran alrededor de Facebook, Twitter, Instagram o Snapchat, por citar algunas aplicaciones. Se podría decir que el smartphone es una extensión del cuerpo conformando una ampliación –y modificación– del espacio ontológico. Barack Obama alcanzó la Casa Blanca con el primer diálogo digital durante una campaña electoral con los ciudadanos. Donald Trump, gobierna directamente desde su cuenta de Twitter. Lo que va de la primera generación de smartphones a la última. Nada indica, en principio, que descienda la pulsión a pesar de la rentrée de los viejos Nokia. Son objetos de devoción a los que el filosofo Byung-Chul Ham ha llegado a comparar con un rosario, algo que en ese mismo vagón de subte se puede observar al ver mover los pulgares que pasan página como quien desliza una cuenta o agrega un nuevo "me gusta", al que Han llama el amén digital.

Mientras estamos atentos a la pantalla, quienes operan en el núcleo duro del cambio de paradigma, es decir, los actores de la revolución a la que estamos asistiendo, la cuarta, o también llamada Industria 4.0, miran de soslayo los daños que han aparejado las anteriores revoluciones y prevén un ajuste que, en parte, ya está ante nuestros ojos. De tanto en tanto, es señalado sin tapujos como hizo Joseph Stiglitz en Davos el año pasado al mofarse de la política laboral del presidente español Mariano Rajoy, al ostentar este una victoria frente al desempleo por bajar la tasa del 25% al 22%. Tres puntos, es decir, nada y nada es una definición al margen de maniobra de un problema estructural.

Quienes permanecen o los que volverán al Nokia unplugged, desenchufado, aminoran la marcha y van en busca del sentido. Si se lo mira con cierto optimismo, podríamos recordar aquel llamado de Bauman cuando recuperaba a la figura de Ferdinand Lasalle, fundador de la primera central de trabajadores en Europa a finales del XIX, y pedía volver a empezar, volver, uno a uno, a sumar voluntades para intervenir en una realidad en la que los políticos, en su mayoría, han sido desbordados y los que resisten lo hacen a la intemperie, fuera de la gestión en la que se debería operar un cambio real.

Es verdad que la lectura optimista es desmedida ya que la actitud es asimilable a la avanzada que puede permitirse actitudes como esta, comparables al culto del slow food frente al mainstream gastronómico o la medicina integrativa ante las vías de la salud convencionales. Pero también es cierto que muchos toman las paradas obligadas por la interrupción del trabajo como estaciones de reflexión. Ese tiempo no es el de la red aunque se use para regresar a ella pero con otra perspectiva.


(*) Escritor y periodista.