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victimas y victimarios

Verborragia balística

Esta persona, etiquetada como delincuente en el proceso de discusión pública y asesinada por el médico, seguramente se debatía hace algunos años entre aplicar a una beca para estudiar Ciencias Políticas en Londres o en ir a la Universidad de Los Angeles a hacer la carrera de sociología.

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Esta persona, etiquetada como delincuente en el proceso de discusión pública y asesinada por el médico, seguramente se debatía hace algunos años entre aplicar a una beca para estudiar Ciencias Políticas en Londres o en ir a la Universidad de Los Angeles a hacer la carrera de sociología. Habrá terminado la secundaria en una prestigiosa institución privada, y después de irse de viaje de egresados a Europa con sus amigos, decidió que lo mejor era pasar un tiempo más en la Argentina, porque ahora el futuro depende de todos nosotros.

Resulta que un día se hizo delincuente, casi sorpresivamente, y atacó a un ciudadano en un caso todavía por esclarecerse. Según la ministra Bullrich, “la víctima fue el médico”, algo que no habría que perder de vista. En esos momentos frente a los micrófonos, existe la oportunidad de la prudencia, pero se la deja pasar para expresar lo que más o menos se cree sobre algo.

Mientras tanto, el hermano de esta persona asesinada por el médico, ha decidido tomar venganza de lo sucedido y ya ha escrito desde su estancia en la Sorbona en París, que  llevará adelante las investigaciones correspondientes para esclarecer lo sucedido.

Estas ficciones biográficas son un atajo conceptual y en su absurdo está la explicación.
La discusión sobre este episodio trágico simula la posibilidad de ser atendido sólo en sus específicas condiciones de ocurrencia. Todo lo que importaría es ver si le apuntaban al médico o no le apuntaban, si estaba cerca o lejos o incluso, la posición del arma del delincuente al momento de morir abatido por este hombre. Al rato, uno en las redes sociales ya podía poner “me gusta” si quería que se modificaran las leyes para que se pueda lesionar o matar a quienes intenten robarnos, y desde ahí en adelante, los medios se llenaban de opiniones y testimonios, incluso de la ministra, sobre qué pasos seguir o como interpretar los hechos.

El encuentro entre ese joven en situación de delincuente, y el médico en situación de civil, representa un conflicto cultural de dimensiones incalculables que no debería ser dejado sin atención. En el momento en que la ministra emite una opinión, incluso sin toda la información actualizada del caso, lo hace realizando una enorme abstracción de una cantidad de condicionamientos encadenados que deben ser considerados. Del modo en que se trata el tema, del lado de los incluidos que vamos a la universidad, casi no hay oportunidad para que este chico sea considerado víctima en otro sentido, es decir, víctima de su biografía y sus circunstancias.

En la amenaza del hermano están todas las pistas. Un lenguaje alternativo, con soluciones de escritura diferentes y que no deben ser consideradas como faltas de ortografía. Una construcción de víctima en sentido inverso a lo que dice Bullrich, con momentos como éste: “…est hdp no pensó Q arruino a today Una familia.Q dejo sin padre a una criatura d 5 anios Q le vamos a decir cuando pregunte X vos hermano Si ella muere X vos”. El joven que va en situación de delincuente, va de visita a un mundo al que nunca perteneció y con el cual probablemente, si tomamos el modo de escritura del hermano como una pista, sea complejo entablar una diálogo en el que ambas partes se comprendan.

Este chico nunca fue a Europa, ni tampoco pensó en ir a estudiar a Londres. Es probable que tampoco lo haga su hija ni sus nietos, porque tampoco lo hicieron sus padres ni sus abuelos. En este encadenado fatal, está el secreto de su personificación como ladrón. En esa hija, que va a extrañar a su padre, debería estar el ojo del Estado para interrumpir una biografía condenada por la propia historia familiar. En todo ese entrelazado está la posibilidad de considerar víctimas y victimarios, de una manera alternativa y más compleja, a todas estas situaciones de crímenes y robos.

Mientras el corrector de la computadora marca insistentemente como faltas de ortografía mi transcripción de la carta del hermano, las noticias aseguran que el caso de este asesinato no parece ser lo que era al principio. Cuantos giles ablaron t lo juro hermano de vos, pero no te preocupes Q ai un Dios Q lo be todo.

*Sociólogo. Director de Quiddity Argentina.