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Defensor de los Lectores

Verdad, justicia, memoria

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Cuando Estela de Carlotto dijo en su conferencia de prensa, eufórica y feliz por la buena nueva de su nieto recuperado, que seguiría el protocolo habitual de Abuelas de Plaza de Mayo y no revelaría detalles de Guido y su historia, a nadie se le ocurrió intentar la búsqueda de mayores datos por una vía lateral porque ya está incorporada a la práctica periodística la reserva en estos casos. Sin embargo, minutos después, cuando la propia abuela no pudo con su ansiedad y reveló que Guido es músico, que actuó en Música por la Identidad y que vive y ha vivido casi todos sus 37 años en una ciudad del campo bonaerense, abrió –tal vez sin quererlo– la puerta hacia esa búsqueda y sólo bastaron minutos para que información, imágenes y videos de Guido/Ignacio Hurban cubrieran pantallas de televisión, informativos radiales y redes sociales que –cada vez con mayor fuerza e independencia, a veces exagerada– las difundieron de manera viral.

Es muy interesante lo que periodísticamente ocurrió en torno al tema, que conmovió y conmueve a toda la opinión pública por el símbolo que implica la recuperación del nieto de quien fue la fundadora de las Abuelas y su mayor figura pública. Salvo unos pocos, un puñadito despreciable de despreciables, que aprovecharon para atacar una lucha que lleva ya casi cuatro décadas, la recuperación de Guido/Ignacio (él elegirá, finalmente, cómo habrán de llamarlo) es un formidable vehículo para sensibilizar aún más a la sociedad en la búsqueda de los 400 que aún faltan.

Para los lectores de PERFIL, lo publicado ayer por este diario no hace más que transitar el camino de la buena información. No se observa en la cobertura (que ocupó once páginas interiores y la foto principal de la tapa) nada que pueda empañar tanta alegría colectiva y tanto compromiso con la verdad, la justicia y la memoria. La entrevista a la jueza María Romilda Servini de Cubría, y su mea culpa por no haber seguido el protocolo habitual en la comunicación de la noticia a Estela de Carlotto, demuestra que se puede hacer buen ejercicio de esta profesión sin caer en golpes bajos ni utilizar hechos, datos y situaciones para sumar o restar a algún redil político. Sólo marcaré el error en una mera formalidad: se dice en la bajada de la entrevista a la jueza que fue ella quien “encontró al nieto de Carlotto”. Como toda simplificación, es inexacto: fue Guido/Ignacio quien buscó su identidad y fue el Banco Nacional de Datos Genéticos el que certificó la consanguinidad. A Servini le tocó dar por cerrada legalmente una búsqueda que estaba entre sus expedientes desde hacía décadas. La tensión abierta entre la magistrada y la presidenta de Abuelas es un dato a considerar que seguramente traerá consecuencias.

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¡Defendamos el idioma! No es la primera vez que este ombudsman debe ocuparse de ciertos vicios idiomáticos que sólo sirven para transformar lo que se escribe en violaciones severas a la lengua que nos toca emplear, la española, castellana o como se la quiera llamar. Tiene reglas, y esas reglas deben ser respetadas porque, de otro modo, se degrada el mensaje y el lector no merece tal tratamiento.

Ocurre a menudo en Economía que se omita el empleo de artículos en títulos, volantas, bajadas, epígrafes y textos destacados. La edición de ayer muestra un verdadero catálogo de estas malas prácticas:

“Negociación de bancos con holdouts quedó sometida a nuevos riesgos”, dice el título que abre la sección en la página 20 (no diré nada acerca de la repetición de la palabra negociación en volanta y título; mejor callar). A ese anuncio le faltan los artículos “la” (negociación) y “los” (holdouts).
En la página siguiente, se dice, en un alarde de administración del lenguaje sioux (o algo así): “A pesar de más demanda, escalada del dólar se frena a la espera del acuerdo”. Lo correcto hubiese sido “A pesar de una mayor demanda, la escalada del dólar...”.
Y, en la página 23, se titula: “El oficialismo llama a militar la causa contra fondos buitre”. Sin polemizar acerca de si es correcto decir “fondos buitre” en lugar de “fondos buitres” (aunque tengo la certeza de que debe ser plural), “militar la causa” es incorrecto. Adecuado: “militar por la causa”.
Y se observa también una reiteración informativa poco adecuada: en las páginas 14 (Política) y 22 (Economía) se habla de lo mismo: que Estados Unidos rechazó someter la cuestión del juicio a la Corte de La Haya.

Este diario se plantea el estilo como una forma de contrato con sus lectores, y sus normas están sistematizadas en el libro Cómo leer el diario. Entre las páginas 51 y 103, las normas gramaticales y estilísticas están claramente expuestas. Una revisión frecuente por parte de los editores vendría bien para evitar la reiteración de estos ataques al buen empleo del lenguaje